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Cuidados Paliativos,
una historia de amor al prójimo
Hernando
Guzmán Paniagua - Periodista - elpulso@elhospital.org.co |
Dichosos los judíos
y musulmanes antiguos que no tuvieron telemedicina ni sofisticada
tecnología médica. Al menos morían tranquilos
y los recibía Azrael, el ángel de la muerte, encargado
de conducir las almas de los muertos al juicio final. Del Árabe
Izrail ("Aquél a quien Dios ayuda"), se lo
emparenta con Esdrás, profeta que anunció la llegada
de Cristo, y quien subió al paraíso sin probar
la muerte, quizás el más remoto precursor del
buen morir. Se lo asocia también con el Ángel
de la Transición quien renunció al cielo
y al mando de un coro de ángeles, se fue a rescatar las
almas condenadas al Infierno. El infierno del paciente actual
es aquí y ahora, y se requieren muy buenos cuidados paliativos
para evitar tan crueles llamas. |
El término paliativo
viene probablemente del Latín pallium, manto o cubierta,
para aludir al acto de aliviar síntomas o sufrimientos.
En Castellano, paliar es aliviar, hacer dulce o amable. Los
primeros hospices surgieron en el mundo bizantino,
en el período del emperador Constantino, y funcionaron
como instituciones cristianas en Europa desde el siglo IV.
La palabra latina Hospitium significaba al principio el sentimiento
cálido que debían vivir el huésped y
su anfitrión, luego el lugar físico donde convivían.
Fabiola, discípula de San Jerónimo Emiliano,
fundó el primer hospital en Roma en el año 400
para atender a los peregrinos que llegaban al puerto de Ostia,
procedentes de África, Asia y el Este.
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En la Edad Media,
los viajeros, enfermos, huérfanos y peregrinos buscaban
en los hospicios comida y alojamiento. Pero muchos enfermos
que cuidaban allí -con una ciencia médica en pañales-
morían con el mero auxilio espiritual. En el siglo XII
San Bernardo ya utilizaba la palabra hospice para
designar el lugar adonde llegaban los peregrinos. San Vicente
de Paúl, entre 1581 y 1660, creó hospicios en
toda Francia para albergar a gente de escasos recursos.
Peste y bien morir
La investigadora Luisa Martínez indica que entre
los siglos XIV y XV, la lucha con la muerte masiva y repentina
por la peste, generó un cúmulo de obras artísticas,
literarias y piadosas alrededor de lo fúnebre y lo macabro,
ante la fragilidad de la vida y el temor general a la muerte.
Proliferaron grabados como los de las Ars Moriendi que ayudaban
al bien morir, y un conjunto de libros de exequias,
oraciones fúnebres, catecismos, manuales de sacramentos,
oraciones, meditaciones, libros de confesores, sumarios de indulgencias,
misales y libros del bien morir. |
Los médicos
a fines del siglo XIX sienten
que el enfermo ya no está 'en las manos de Dios',
sino en las suyas. El desarrollo de la ciencia médica
y los nuevos descubrimientos terapéuticos cambian el
rol de los médicos de 'grandes cuidadores', por otro
más autoritario y paternalista.
Robert Twycross
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Los jesuitas en el
siglo XVI crearon la Congregación de la Buena Muerte,
que reunía a personajes ilustres de la sociedad y supuestamente
rectos, para servir de ejemplo a ricos y pobres, y prepararlos
para una buena muerte. En el comienzo del siglo XVIII, la Congregación
se extendió a las ciudades virreinales en América.
Más tarde, se complementan los libros del bien
morir con los 10 puntos que todo religioso debía
conocer para advertir la cercanía de la muerte: 1) Fiebre
y dolor intenso en los huesos. 2) Rostro desfigurado, las manos
se crispan. 3) Temblor de dientes. 4) Lengua seca, negra, con
llagas y fiebre persistente. 5) Sudor y aliento frío.
6) Falta de calor en las extremidades. 7) Pulso irregular. 8)
Inquietud del enfermo. 9) Inmovilidad. 10) Inflamación
de las entrañas, elevación del pecho y respiración
violenta.
Cicely Saunders, la buena samaritana
Cicely Saunders nació en 1918 en Londres, en
una familia rica que no veía bien que estudiara enfermería.
¡Ella, una niña bien, de familia pudiente,
ayudando a los pobres! Por eso, estudia Política, Filosofía
y Economía en Oxford. Tendría que separarse de
sus padres en 1939, inicio de la Segunda Guerra Mundial, para
poder estudiar enfermería, se gradúa en 1944 en
la escuela del St. Thomas's Hospital Nightingale School de Londres.
Excelente enfermera, el trabajo la perjudicaba no obstante por
sus problemas de espalda; los médicos le aconsejan otras
tareas, estudia Trabajo Social en Oxford; allí se enamora
en 1947 de David Tasman, judío polaco de 40 años
y con cáncer terminal. Juntos, sienten que hace falta
un sitio distinto al hospital para atender el dolor de pacientes
terminales, cuidarlos con amor y con personal capacitado. Muere
David y Cicely cristaliza el proyecto mientras prosigue su labor
como trabajadora social en el Hospital St. Luke's. |
Al médico
se le enseñó a curar,
por lo que los enfermos moribundos perdieron
importancia médica, ya que no se podía hacer
nada por ellos. Los médicos anteriores atendían
a
sus enfermos con el único propósito de aliviar
los
síntomas propios de la enfermedad
y brindarles bienestar.
Gabriela Montes de Oca
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Aconsejada por el doctor
Barret, Saunders estudia Medicina en el St. Thomas's Hospital
School, de donde egresa en 1957. Durante 7 años investiga
sobre el cuidado de pacientes terminales para contribuir a la
solución de la situación de abandono que sufrían
en los grandes hospitales. Percibe que los pacientes utilizan
opiáceos en promedio cada 4 horas, los escucha y toma
nota de sus necesidades. En 1961 nace la fundación St.
Cristopher's Hospice y en 1967 se abre el St.Cristopher's Hospice,
primero en su género, en Sydenham, sur de Londres.
De las manos de Dios a las del médico
Los médicos a fines del siglo XIX sienten que
el enfermo ya no está en las manos de Dios,
sino en las suyas. Así lo expresa la experta paliativista
Gabriela Montes de Oca, quien, citando al investigador Robert
Twycross, señala que el desarrollo de la ciencia médica
y los nuevos descubrimientos terapéuticos cambian el
rol de los médicos de grandes cuidadores,
por otro más autoritario y paternalista: Al médico
se le enseñó a curar, por lo que los enfermos
moribundos perdieron importancia médica, ya que no se
podía hacer nada por ellos. Los médicos anteriores
atendían a sus enfermos con el único propósito
de aliviar los síntomas propios de la enfermedad y brindarles
bienestar. Casi todos los enfermos morían en casa. Los
vivos estaban familiarizados con los muertos y con la idea de
su propia muerte, como un hecho natural y cotidiano.
En Francia (1842), Madame Jeanne Garnier fundó los Hospicios
o Calvarios. En 1879 surgen Our Lady's Hospice
en Dublín y en 1905 St Joseph's Hospice en
Londres, regidos por Las Hermanas de la Caridad irlandesas.
Así comienza el movimiento que pone en el tinglado el
mercantilista encarnizamiento terapéutico
Vs. el cuidado paliativo y humanitario, el negocio contra el
amor al prójimo. |
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Los Hospicios
o el arte de morir |
El
cuidado paliativo en Colombia es de reciente desarrollo como
disciplina. Hace varias décadas, médicos que trabajaban
en el Hospital Universitario San Vicente de Paúl, como
el doctor Tiberio Álvarez, uno de los pioneros, iniciaron
esta corriente, más como vocación o inclinación
natural de ellos.
Dr. Julián Ramírez |
Después
de los siglos de huir de la muerte, hace falta fomentar en nosotros
el arte de morir, decía José Ortega y Gasset,
dándole su matiz filosófico a la ciencia del cuidado
paliativo. Para Gabriela Montes de Oca, directora del Hospice
Méjico, esto expresa que no se puede definir la vida
sin la muerte; y morir con dignidad es un don que depende ante
todo, de cómo se abordó en medio de la vida, los
problemas de la muerte como el dolor y la enfermedad. Cuestiona
la investigadora: ¿Se tiene miedo a la muerte o
simplemente miedo al morir? Estos asuntos no suelen ser
tema de conversación, hasta que el médico le dice
al enfermo que su mal es irreversible, y le marca, cada vez
con mayor exactitud, la cuenta regresiva para el viaje al más
allá. |
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Montes de Oca considera los
cuidados paliativos como una nueva manera de ejercer
la medicina, y define los hospices como
espacios lo más parecido posible al hogar, para dar
confort, bienestar, soporte emocional y espiritual, al paciente
terminal y a su familia. La suiza Elizabeth Kübler Ross,
profesora de psiquiatría de la Universidad de Chicago,
comienza en Estados Unidos la atención sistemática
de los enfermos, aproximándose a sus ansiedades: de
ahí surge su primer libro, Sobre la muerte y
los moribundos (1969). En él describe los 5 estadios
psicológicos en los pacientes terminales, durante el
proceso que finaliza con la muerte, donde predominan sucesivas
emociones como: Negación - Aislamiento - Rabia - Negociación
- Depresión.
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Para el alivio del
sufrimiento, la Organización Mundial de la Salud (OMS)
destaca en 1990 como pilares esenciales: desarrollo de programas
de cuidados paliativos, medidas que faciliten la administración
de opioides y mejora en la formación de los profesionales
en cuidados paliativos. En 2002, la OMS definió los cuidados
paliativos como el enfoque que mejora la calidad de la
vida de los pacientes y sus familias que se enfrentan a los
problemas asociados con enfermedades terminales, mediante la
prevención y alivio del sufrimiento, con la pronta identificación
y correcta valoración, tratamiento del dolor y otros
problemas físicos, psicológicos y espirituales.
Hospicios y clínicas del dolor
Desde 1996 proliferan los centros impulsados por el
Movimiento Hospice, cuya filosofía no es
alargar a toda costa la supervivencia del paciente terminal,
sino mejorar su calidad de vida y cubrir todas sus
necesidades. El Reino Unido se pone a la cabeza del movimiento.
En ese año tenía 217 unidades hospitalarias que
reunían 3.215 camas, sólo para enfermos terminales.
Y desde 1970, tres elementos marcaron el avance de los Cuidados
Paliativos: desarrollo de la visita domiciliaria, cuidado al
paciente en centros de día y equipos de soporte en los
hospitales. La Fundación Macmillan-Macmillan Cáncer
Relief promueve equipos especializados de tratamiento en cuidados
paliativos: en 1997 tenía 1.500 enfermeras y 160 médicos
que atendían a 16.000 enfermos de cáncer y un
profesorado de médicos oncólogos. La Fundación
Marie Curie Cáncer Care, dedicada al soporte social,
atendía a 40% de los enfermos de cáncer del Reino
Unido, unos 20.000 pacientes en 11 hospitales. Y en 1987 la
Medicina Paliativa se reconoce como especialidad en el Reino
Unido, Austria, Polonia y Canadá. |
Todavía
hay un enfoque muy médico
y clínico del cuidado paliativo: comenzó con
una
intenciónhumanista, pero su desarrollo en muchos países
se ha vuelto muy técnico, la praxis médica ha
ido
cambiando su centro, dejando de lado lo humanitario y
con ello lo espiritual. No los podemos separar.
Dr. Julián Ramírez
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En Canadá,
Belfaur Mount abre la Unidad del Royal Victoria Hospital en
Montreal. En los años 70, Winnipeg y Montreal introdujeron
el concepto de Unidades de Cuidados Paliativos en los hospitales
para enfermos terminales. En 1984, Estados Unidos tenía
31 centros, en 1993 subió a 1.288. La primera Unidad
de Cuidados Paliativos de España se gestó en 1982
por Jaime Sanz Ortiz y en 1987 se construyó la Unidad
del Hospital de la Santa Creu de Vic en Barcelona. En Andalucía,
a fines de los años 80 y principio de los 90, había
unidades de cuidados paliativos y equipos de soporte, y su Plan
Integral de Oncología 2002- 2006 incluía estos
cuidados.
El doctor Vicente García Olivera, entrenado en Estados
Unidos por el doctor John Bonica, capacita un grupo de médicos
e inicia en 1972 la Clínica de Dolor en el Instituto
Nacional de la Nutrición Ciudad de México, cuya
influencia recoge el Instituto Nacional de Cancerología
de México y origina Clínicas del Dolor en Guadalajara
y Zoquipán, en 2002. La enfermera Beatriz Montes de Oca
fundó el Hospice Cristina, institución
cumbre de su género en Méjico, con todos los lineamientos
de Cicely Saunders, con apoyo de médicos algólogos,
paliativistas y ayuda psicológica, tanatológica
y espiritual. En 2004 se abre Hospice México, asociación
hermana del Hospice Cristina, y que además del soporte
médico y clínico tiene una Fundación que
atiende a pacientes pobres y otra dedicada a la educación
e investigación médica.
En 1994, los Hospice atendieron a más de
340.000 pacientes oncológicos y no oncológicos,
hoy existen aproximadamente 2.400 programas de estos en Estados
Unidos. A principios de los años 70 comienzan a desarrollarse
los cuidados paliativos en Canadá y a finales de la década
se desarrollan también en Europa. A mediados de los 80
entraron Italia, España, Alemania, Bélgica, Holanda,
Francia y Polonia y otros países a esta corriente. A
mediados de los 90 lo hicieron Argentina, Colombia, Brasil,
Chile y otros países de América Latina. Hoy existen
unos 8.000 servicios de Cuidados Paliativos en unos 100 países
del mundo; incluyen Unidades móviles de apoyo intra-hospitalario,
Unidades de Cuidados Paliativos intra-hospitalarias, Casas de
Cuidados Paliativos (hospices), Hospitales de día, Equipos
de control ambulatorio y de apoyo domiciliario.
Colombia, un camino que empieza
El cuidado paliativo en Colombia es de reciente
desarrollo como disciplina, señala el doctor Julián
Ramírez, médico internista y experto en cuidado
paliativo del Hospital Universitario de San Vicente Fundación
en Medellín. Precisó: Hace varias décadas,
médicos que incluso trabajaban en este Hospital, como
el doctor Tiberio Álvarez Echeverri, uno de los pioneros,
iniciaron esta corriente, más como vocación o
inclinación natural de ellos. En otros países
lleva mucho más tiempo y con otro currículo.
Advirtió el profesional: En el presente y de cara
al futuro, hay grandes vacíos; el aspecto de la espiritualidad
lleva en el mundo por lo menos 30 años, y en Colombia
al revisar la literatura disponible para la publicación
'Medicina y Espiritualidad' que el Hospital San Vicente produjo
como pionero, no había nada publicado. Todavía
hay un enfoque muy médico y clínico del cuidado
paliativo: comenzó con una intención humanista,
pero su desarrollo en muchos países se ha vuelto muy
técnico, la praxis médica ha ido cambiando su
centro, dejando de lado lo humanitario y con ello lo espiritual.
No los podemos separar. Más hay corrientes interesantes
que integran el cuidado médico y el cuidado espiritual
como parte de los cuidados paliativos, pero también extendido
a otros tipos de pacientes. |
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Ocioso
lector
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Aprendamos a hablar otra vez |
Del
médico psicoterapeuta y dramaturgo argentino Eduardo
Pavlovsky, publicamos dos extractos de sus reflexiones poéticas:
Hay que inventar un lenguaje que no produzca belleza -sino
hambre infinita, mortalidad infantil donde nuestros ojos se
desorbiten como estos monstruos sin lactancia. Palabras traídas
por las olas, donde podamos sentirnos raquíticos -lenguajes
nuevos-, alegres en las desgracias -obsceno por subversivo-,
porque la desgracia es resignación -tristeza-, la acción
es la esperanza. Eso, nuevo lenguaje de nuevas esperanzas. Todos
juntos. |
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Que
alguna vez aprendamos a hablar otra vez, olvidando el lenguaje
anterior, impotente para intensidades. Barroco - Infiel. Quema
de saberes viejos -tiene que sonar pornográfico-, que
el lenguaje vomite y excrete realidades, que las olas traigan
nuevas palabras barrenadas y nos hagan sentir en el cuerpo sólo
un poco de hambre -solo un poco de salud- solo un poco de todo.
Las palabras sensaciones. Convulsiones como respuestas. Eso,
-que las nuevas palabras del nuevo lenguaje- nos hagan epilépticos
por un rato.
(
)
No se puede jugar a medias. Si se juega, se juega a fondo.
Para jugar hay que apasionarse. Para apasionarse hay que salir
del mundo de lo concreto. Salir del mundo de lo concreto es
incursionar en el mundo de la locura. Del mundo de la locura
hay que aprender a entrar y salir, sin meterse en la locura
no hay creatividad, sin creatividad uno se burocratiza, se torna
hombre concreto, repite palabras de otro. |
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Medicina
en la pintura
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Ciencia y caridad
Isabel
Cristina Rueda Calle Comunicadora Corporativa - elpulso@elhospital.org.co |
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Pablo
Ruiz Picasso a sus 15 años, en 1897, después de
haber recibido clases de su padre José Ruiz Blasco, profesor
de dibujo y curador en Málaga, consiguió una mención
en la Exposición Nacional de Bellas Artes con la obra
Ciencia y caridad. En ella se visualiza un tema
sensible para la época, pues según la conservadora
de museo, Malén Gual, existía un sentimiento popular
de considerar a los médicos como héroes al servicio
de la humanidad, pero se mantenía la confianza en la
caridad de las órdenes religiosas.
En la pintura, un médico le toma el pulso a una mujer
visiblemente enferma; el médico es representado por el
padre de Picasso, tal como se identifica en retratos previos.
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En cama, una mujer enferma tiene varios retoques en su cara,
según radiografías para estudiar esta pieza.
A la derecha, una joven representa una monja, pero en realidad
es una laica a la cual le prestaron un hábito de Las
Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, monjas
dedicadas al servicio corporal y espiritual de los enfermos
pobres. El niño que ella carga en sus brazos podría
ser el hijo de la mujer enferma.
Esta obra se considera una pintura hospitalaria del subgénero
del realismo social del siglo XIX y está compuesta
para que prime visualmente la paciente. La figura de la Caridad
humaniza a la Ciencia, y ambas deben estar juntas: es la idea
que parece desprenderse de la visión del cuadro.
De Ciencia y Caridad se dice que fue la última
pintura académica de Picasso, pues a partir de allí
comenzó su búsqueda personal, y tras múltiples
viajes y relacionamiento con otros artistas descubre su estilo
personal: el cubismo
Referencias:
http://centros5.pntic.mec.es/ies.victoria.kent/Rincon-C/Arte/Picasso/p.htm
http://www.bcn.cat/museupicasso/es/coleccion/mpb110-046.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Pablo_Picasso
http://www.prensalibre.com/cultura/cultura-pintura-Picasso-inspiro-obra-Paternina-Ciencia_y_caridad_0_380962038.html
Http://blocdejavier.wordpress.com/2012/11/28/ciencia-y-caridad-picasso-1895/
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