Medicina
y espiritualidad
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Es posible que
sea la compasión y la amistad terapéutica, en
un ambiente de afecto y comunicación fluida entre el
profesional y el paciente, lo que permita volver a creer: nosotros
en el paciente y él en nosotros. Las investigaciones
respaldan una buena comunicación y afecto hacia el paciente,
como el mejor remedio para mejorar los resultados en salud y
disminuir el riesgo de malos entendidos. |
Hace algunos años
en nuestra sociedad, los personajes de mayor credibilidad eran
el maestro, el sacerdote y el médico. Todos nuestros
pueblos y caseríos en la época en que la mayor
parte de nuestra población era rural, sentían
una fe casi ciega por aquellos. Esto es lo que cuentan nuestros
abuelos. |
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Sin embargo, hoy podemos evidenciar
la pérdida en la credibilidad en todo y en todos. En
las personas y en las instituciones. Vivimos una auténtica
crisis de la institucionalidad. Incluso, a los vecinos
con los que crecimos desde niños, los miramos con desconfianza.
Infortunadamente, la relación médico-paciente
no es la excepción.
Como personal de la salud, nos lamentamos por los cambios que
sobrevinieron como producto, no sólo de la legislación,
sino de la introducción de los principios del mercado
en la medicina. También sentimos que el tradicional paciente
que creía y confiaba en nuestro trabajo, ya no existe,
o por lo menos quedan pocos que posean esta fe. |
Volvamos a la esencia
de la medicina:
una relación indisoluble entre dos personas que
poseen la dignidad propia del ser humano.
Un vínculo que solo podrá sobrevivir, si la
compasión
y la confianza se hacen palpables.
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Pero nuestros pacientes
también piensan que las instituciones y que las personas
que prestan un servicio público, como el personal de
la salud, también han cambiado. No pocos de ellos nos
ven a veces como seres sin vocación, apáticos,
desinteresados, fríos, mercantilizados... En una palabra:
deshumanizados, y sin amor por lo que hacemos.
Asistimos a una relación médico-paciente que cambió
por múltiples causas, pero que en muchas ocasiones está
atravesada por el malentendido y el desacuerdo. Con grandes
diferencias de expectativas entre uno y otro actor.
Observando lo ocurrido en países industrializados y lo
que empezó a suceder en nuestro país, podríamos
aventurarnos a afirmar que estamos en la era de una medicina
con una gran confianza en la tecnología y paradójicamente,
que cree poco en los seres humanos que la utilizan. Ahora muchos
colegas abogan por practicar una medicina a la defensiva
con el fin de evitar dificultades con los pacientes, amparándose
en esa tecnología que creemos infalible. |
Estamos en la era de
una medicina con gran
confianza en la tecnología y paradójicamente,
que cree
poco en los seres humanos que la utilizan. Muchos abogan
por practicar una medicina a la defensiva para
evitar
dificultades con los pacientes, amparándose en esa
tecnología que creemos infalible.
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Bien sabemos lo que
ocurre cuando actuamos movidos por el miedo y no por la lógica.
Un listado interminable de exámenes costosos e innecesarios
que aumentan la probabilidad de resultados falsos positivos,
y que generan más angustia y menos satisfacción
a nuestros pacientes. Además, la tecnología no
está exenta de producir daños colaterales que
pueden ser más peligrosos que el diagnóstico que
se está descartando.
Sin embargo, no todo está perdido, pues no es lo mismo
una medicina practicada a la defensiva que una medicina centrada
en los intereses del paciente y movida por la compasión.
Es posible que sea la compasión y la amistad terapéutica,
en un ambiente de afecto y con una comunicación fluida
entre el profesional y el paciente, lo que permita volver a
creer: nosotros en el paciente y él en nosotros. Las
investigaciones respaldan una buena comunicación y afecto
hacia el paciente, como el mejor remedio para mejorar los resultados
en salud y de paso, disminuir el riesgo de malos entendidos.
Volvamos a la esencia de la medicina: una relación indisoluble
entre dos personas que poseen la dignidad propia del ser humano.
Un vínculo que solo podrá sobrevivir, si la compasión
y la confianza se hacen palpables.
julian.ramirez.md@gmail.com |
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