MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 3    NO 43   ABRIL DEL AÑO 2002    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

La moda francesa

Omaira Arbeláez Echeverri Periodista, Medellín

Si se analiza toda la problemática anterior, la ingenuidad sobre la que nos alertaba Nietzsche no aparece como un factor predominante, sino factores reales como la crisis económica producto de la deuda histórica del ISS, la corrupción, la evasión y los problemas administrativos, entre muchos otros. Pero si miramos hacia atrás y concatenamos los hilos de la política y la economía nacional e internacional, nos damos cuenta que existen otros intereses que venían gestándose de tiempo atrás y que ahora son imposibles de ocultar, aunque se manejan con tal sutileza que parecen ajenos a la propia realidad, aunque la golpee a diario. Como dicen los espías: "la mejor forma de ocultar algo, es ponerlo a la vista de todo el mundo".
El investigador Gabriel Poveda Ramos lo avizoraba desde 1993, año en que nació la famosa Ley 100, en una serie de artículos que publicó en El Colombiano y en los cuales advertía de los soterrados peligros de la moda del Neoliberalismo sobre el desarrollo de Colombia, aunque precisó que a su juicio, éste no es "neo" porque no es nuevo, sino del Siglo XVII; ni es liberalismo, porque no corresponde al ideal liberal, sino a un "protoconservatismo", con el debido respeto a los conservadores cultos. Afirma que el primero en imponerlo en América Latina fue el dictador Augusto Pinochet, "cuando subió en 1973 sobre ruinas y cadáveres al poder" en Chile, y que en Colombia, hizo su gran aparición en 1990 con el gobierno de César Gaviria Trujillo.
Sin embargo, otros investigadores como Herman Redondo y Fernando Guzmán aseguran en su libro, que ésta comenzó realmente en 1984, en el gobierno de Belisario Betancur, puesto que él suscribió un programa de monitoría con el Fondo Monetario Internacional (FMI) para afrontar una posible crisis cambiaria. Luego, en el gobierno de Virgilio Barco (1986), se realizó la Reforma Tributaria orientada bajo los mismos delineamientos por el entonces ministro de Hacienda, César Gaviria, a quien lo inspiró el modelo impuesto por Ronald Reagan en los Estados Unidos.
Durante la presidencia de Gaviria, Colombia comenzó a sufrir el famoso "revolcón", que hundió al país en una profunda y creciente crisis social y económica, una espiral que se ha devorado sus más importantes conquistas sociales, logradas durante el ejercicio de políticos que creían en un Estado interventor que debía buscar el bienestar, la justicia y la equidad en la Nación.
Poveda Ramos recuerda que en 1930, el Partido Liberal llegó por abrumadora mayoría popular al poder y logró una excelente reforma Constitucional, mediante la cual "consagró la responsabilidad para el Estado de racionalizar e impulsar la economía con justicia social. Gracias a eso, entre 1930 y 1990, Colombia realizó un proceso de crecimiento demográfico, aumento de la producción, democratización, avance social y progreso cultural, mucho más importante y más de fondo de lo que hoy algunos desinformados admiran maravillados, en los llamados tigres asiáticos. Pero en 1990 nos cayó la roya. Ese año llegó aquí el Neoliberalismo".
Ese neoliberalismo, dice, no tiene reparos en subastar bancos que permitieron democratizar el crédito en Colombia, ni en "vender los hospitales que obreros y empresarios pagaron, a pequeños grupos, quién sabe a cuánto precio". Y critica sin ambages, como "ministros neoliberales envilecen el salario mínimo de los 3 ó 4 millones de jornaleros más pobres".
"Como un mico en un pesebre, desmantelan o subastan grandes creaciones de presidentes eminentes como Olaya Herrera (la Caja Agraria), López Pumarejo (el Idema, que lo tienen en la mira); Santos (el Fondo de Fomento Municipal, el Fondo del Café, el Instituto de Crédito Territorial); Ospina Pérez (el Seguro Social, el Icel- que tienen preavisado- y el Icetex); Lleras Camargo (Caminos Vecinales, la Flota Mercante Grancolombiana, Puertos de Colombia); Lleras Restrepo (el seguro de vejez, el ICA, el Fondo Hospitalario, Proexpo) y Pastrana Borrero (las corporaciones de ahorro y vivienda). Lo que no destruyen por pruritos ideológicos, lo venden al baratillo, y la plata no se sabe a dónde va a parar. Los desastres y la corrupción de los monopolios estatales no los corrigen aplicando cauterizaciones legales y carcelazos, ni invitando al pueblo a participar en su control pulcro y democrático, sino convirtiéndolos en monopolios privados. Quieren así acabar con el Sena, Telecom, ISA, el ISS, el BCH, las electrificadoras departamentales. Cualquier aventura chilena debemos imitarla, según ellos".
Ahora, lo cierto es que los chilenos han sufrido con creces esos efectos: de 600 empresas que tenía el Estado ahora tiene 30 por efectos de la privatización, sufren un desempleo del 8% y la mayoría de la población vive de trabajos temporales por la "flexibilidad laboral", y para colmo, según datos de febrero de este año del Banco Interamericano de Desarrollo BID-, la economía está estancada, no hay consumo y la inflación llegó a 0.1%, pues no se efectuó la reactivación económica prevista.
Para la Cepal, es claro que después de dos décadas de aplicación de las políticas del neoliberalismo, aún persisten los problemas fiscales, de cobertura en servicios a la población, dificultades para asumir el régimen de transición, con mercados muy costosos que han contribuido al desarrollo del mercado financiero, pero que no han tenido un efecto directo sobre la inversión productiva del país.
Entre esos ministros y exfuncionarios colombianos, que ahora ven como los investigadores y estudiosos aguzados de aquella época tenían la razón, se dan golpes de pecho los más lúcidos. Entre ellos está precisamente una expresidenta del ISS, Cecilia López Montaño, quien tomó las riendas de la entidad durante el gobierno Gaviria en 1990, y quien reconoce hoy en un artículo que tituló "Acto de contrición", lo siguiente: "Ante esta realidad, no le cabe a ninguno de los dirigentes de este país de las últimas décadas, sentirse libre de pecado. Todos los que hemos estado involucrados en el manejo público de los últimos 30 años, hemos contribuido por ingenuidad, ignorancia, tolerancia o maldad, a esta situación".
Y estos resultados ella misma los describe con preocupación, cuando observa como esa década de política neoliberal marcó un negro inicio del Siglo XXI para el país, como bien lo describe en su página Web: "los noventa fueron la década perdida de este país: el crecimiento económico más bajo del siglo, 2.64%; la peor recesión de su historia, (-4.5%) en 1999; preocupante aumento en el número de pobres, del 53.8% pasamos al 56.3% de la población bajo la línea de pobreza; la disparada del desempleo que llegó al 20%, cifra no soñada en el país y la tasa más elevada del Continente. Como si lo anterior no fuera suficiente, se ha dado una pérdida absoluta de la gobernabilidad. Sin duda, no todo se le puede atribuir al neoliberalismo, pero que ayudó, ¡ayudó!" (www.cecilialopezcree.com)
Reflexiona Cecilia López Montaño: "Si algún país siguió la receta Neo Liberal fue la Argentina, y Domingo Cavallo, su gran protagonista, fue el economista más consentido por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Quiérase o no, después de este derrumbe, es casi imposible seguir insistiendo en un modelo económico que no solo no logró sus metas, sino que acentuó los desequilibrios estructurales de la Región y hasta del mundo".
Por eso, invita a toda esa clase política que ayudó a gestar estas reformas, a reparar con inteligencia el daño causado. Con razón decía Albert Einstein: "La vida es muy peligrosa. No por las personas que hacen mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa."
El FMI y la salud
Con el cambio de presidente de la República, que se elegirá este mes de mayo, la situación actual del Seguro es incierta. En sus manos estará si continua o no con el Acuerdo Integral y si se deja presionar o no, por el FMI y el BM, en caso de seguir adelante con la solicitud del crédito que por US$2.700 millones hizo el gobierno Pastrana, bajo múltiples condiciones, entre ellas hacer las reformas Laboral, de Transferencias y Pensional.
Según el Acuerdo Extendido de Colombia con el FMI, vigencia 1999-2002, entre los cambios estructurales que deben cumplirse están las reformas del "sector público de pensiones y de seguridad social, hacer más eficiente el sistema de descentralización fiscal y modificar los gastos operacionales de las entidades locales".
El Gobierno se comprometió desde entonces ante el FMI, a llevar al Congreso proyectos de ley para crear fondos de pensiones territoriales y para hacer una reforma de segunda generación al sistema de seguridad social, que modifique aún más las potestades de la Ley 100 de 1993, llevando "los esquemas especiales de pensiones más en la línea de las provisiones de pensiones".
Y concreta su meta: "el efecto fiscal más importante de estas reformas se sentirá cuando la transición al nuevo régimen de seguridad social se haya completado en el año 2010, ahorrando cerca del 0.5% del PIB de forma permanente".
Así, muchos de los proyectos de Ley presentados por el Gobierno ante el Congreso para dar cumplimiento a las exigencias del FMI no se han concretado, bien por sabiduría o negligencia en las plenarias, o porque los senadores no están dispuestos a avalarlas. Otras, en cambio, las han frenado la protesta de los gremios profesionales de la salud, las asociaciones profesionales y los paros cívicos, que han movilizado a todo el sector estatal para proteger de las privatizaciones a los bancos públicos (Caja Agraria, BCH, Cafetero), las empresas de energía (ISA, Isagen, Carbocol), de telecomunicaciones (Telecom y ETB); para proteger entidades de salud como el ISS y los hospitales como el Lorencita Villegas de Santos y la Hortúa, y para evitar que Ecopetrol entregara el 70% de las ganancias a las empresas extranjeras que explotan petróleo en Colombia. Sin embargo, esta última lucha resultó infructuosa.
El balance social son algunas batallas ganadas y otras perdidas por la movilización popular y los debates de algunos congresistas que incluso llegaron a negarse a debatir el presupuesto nacional, porque contemplaban como las demandas del FMI y el BM reducían la inversión social, con el fin de destinar mayores recursos al pago y servicio de la deuda externa.
Esto hizo que Colombia fuera calificada por el FMI, el BM y el BID, como el país más reticente a las privatizaciones de toda América Latina y el más protector de sus tradicionales instituciones, heredades de un Estado benefactor.
Jóvenes, miopes y neoliberales
Sobre el caso de Colombia, Rafael Rodríguez Mesa, abogado especialista en derecho del trabajo y seguridad social, afirma: "la intención del gobierno neoliberal era que el ISS desapareciera a corto o mediano plazo. Para materializar este propósito acudió a dos vías: la primera con el Proyecto de Ley 155 (hoy Ley 100 de 1993), que sacaba al Instituto de la competencia con los Fondos Privados de Pensiones, eliminándolo como administrador del régimen de prima media y la segunda, con la expedición posterior del Decreto 2148 de 1992, el cual disponía expresamente que el ISS no iba en principio a prestar servicios de salud, sino que debía contratarlos, disponiendo que los cargos del personal asistencial del Instituto iban a ser suprimidos. Este era el fundamento del plan de despidos masivos indemnizados que contemplaba el decreto".
Esta acción se impidió mediante el accionar de las organizaciones de trabajadores, abogados, comités, sindicatos y amplios sectores de la sociedad, que vieron la necesidad urgente de defender la seguridad social en el país y especialmente el Seguro Social, patrimonio de todos los colombianos. Entre esos sindicatos, los más estructurados lograron no perder sus derechos adquiridos y obligaron a que la Ley los contemplara, quedando con un régimen especial. Este fue el caso de los maestros, los empleados de Ecopetrol, los integrantes de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, incluyendo los civiles que trabajan para el Ministerio de Defensa y la Policía, los miembros no remunerados de las corporaciones públicas y los trabajadores de empresas en concordato con régimen especial de pensiones.
Para Rodríguez, es claro que con la Ley 100 el Gobierno buscaba concretar metas neoliberales, como la reducción de las obligaciones sociales del Estado y su solidaridad y responsabilidad directa en el caso de invalidez, vejez y muerte, al igual que fortalecer el mercado financiero de capitales privados proveniente de los aportes de los trabajadores y desmantelar al ISS, cuando fue el mismo Gobierno quien lo llevó a la crisis para justificar luego, con base en esa crisis, su desaparición.
El jurista dice: "el sistemático incumplimiento por parte del Estado Colombiano de sus aportes al sistema, fue el factor determinante de la crónica debilidad financiera del ISS, y por ende, del Sistema Pensional".
Se incumplió así el artículo 16 de la Ley 90 de 1946 que creó al ISS con aportes tripartitos: trabajadores, empresarios y Estado. Si a esto se le suma la evasión en los pagos; el no incremento cada cinco años de los aportes; la corrupción administrativa y el clientelismo; el uso de las reservas del ISS como soporte para el endeudamiento externo y el sector eléctrico, fuera de utilizarlo para invertir en el Inscredial, el BCH, el IFI; y el desempleo galopante mas una franja de población sumida en el subempleo que no tiene cómo pagar la seguridad social (todo esto último producto de la política apresurada de apertura económica impuesta por la práctica de la tesis neoliberal de Gaviria), sólo deja la impresión de que el Seguro es tan fuerte patrimonio de los colombianos, que ni aún con todas esas acciones adversas han logrado liquidarlo.
Tal vez la resistencia de la sociedad civil organizada, es la que ha única que ha permitido que sobreviva el Seguro, aunque para ello se tuvieran que dar largas luchas, debates de las asociaciones de profesionales de la salud y de la jurisprudencia, paros sindicales y marchas. Sin embargo, el país no se ha salvado de la moda francesa del Siglo XVII, "Laissez faire. Laissez passer" (dejar hacer, dejar pasar) del neoliberalismo, con toques creativos de Ronald Reagan y Margareth Thatcher. No se ha querido ver que mientras el FMI y el BM nos imponen condiciones para garantizar que les sean pagadas las deudas y sus intereses, los Estados Unidos protegen su industria, su banca y los intereses de su Nación por sobre todas las cosas, incluso en los tiempos cruciales de la recesión que se las avecinaba y que pareció hundirlos por completo durante la destrucción de las torres gemelas el 11 de septiembre de 2001. Ellos no hicieron apertura económica, sino que protegieron su mercado y sus instituciones.
La peste del olvido
Este es un país macondiano que sufre de la peste del olvido y, por ende, poco se tuvo en cuenta que la década del 90 fue fatal para las instituciones que son patrimonio de los colombianos y que hicieron parte de una línea política que liberal o conservadora, con todas sus virtudes y sus defectos, luchó por establecerse dando vida a un Estado que llevara bienestar social real a los pueblos, creando así instituciones como el ISS y el Fondo Nacional Hospitalario, que le prestaran un servicio en salud, pensiones y riesgos profesionales, con el decoro y la eficiencia que una Nación soberana amerita.
Y aunque Simón Bolívar, primer pensionado vitalicio de Colombia mediante Decreto del 24 de julio de 1823, consideró siempre a la burguesía criolla colombiana como la más culta de América Latina, lo cual históricamente le permitió a nuestro país no caer en las largas dictaduras ni en las profundas crisis económicas que marcaron la vida de los países hermanos del Continente desde los años 70, el ingreso de los nuevos políticos colombianos en el neoliberalismo, ingenuo u precipitado, a partir de la década del 90, llevó al país a someterse a la decadencia socioeconómica, tras sus compromisos onerosos con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, cuyos préstamos van ligados a una serie de 114 condiciones, como la privatización de las empresas más rentables del Estado: petróleo, hidrocarburos, energía, telecomunicaciones; la eliminación de los subsidios; y la mercantilización de los servicios públicos, incluidos la salud y la educación, más el recorte para estos rubros en las transferencias municipales, fuera de las reformas Pensional y la Laboral.
Estos Acuerdos Integrales firmados entre el ISS-Traba-jadores-Gobierno que se presentan hoy ante la opinión pública como salvadores y modernos, tienen atrás de sí, las presiones impuestas al Estado colombiano por el FMI y el BM, para conceder un crédito más solicitado por la administración Pastrana Arango de US$2.700 millones y que el ministro Santos se empeña en lograr su desembolso antes de la posesión de un nuevo Presidente de la República, puesto que éste podría echar por la borda los pactos con el FMI y el BM. Más, cuando a la fecha tenemos una deuda externa que se lleva el 48.3% del PIB, equivalentes a US$39.000 millones, en un país que por afrontar la guerra es la cuarta Nación de América Latina en destinar recursos para su defensa, lo que hoy implica US$3.200 billones anuales de su PIB; y que para completar, asigna el 45% de su presupuesto nacional a salvar los intereses de la banca, $2.6 billones de su PIB, en claro detrimento de la inversión social, caso de la salud, a la cual sólo le destinaron este año $1.7 billones.
Si estos neoliberales convencidos de su fatal redencionismo moderno, analizaran la realidad social sin egoísmos, ingenuidad ni presiones externas, entenderían perfectamente porque Nietz-sche decía que "las convicciones son enemigas más peligrosas de la verdad que la mentira"

 
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