Un total de 772 casos de dengue hemorrágico
a diciembre de 2001, 41 muertes desde mayo de 2001 hasta
hoy, es el llamado de alerta del caso de Bucaramanga, un
caso con un par de paradojas que no tienen razón
de ser: la contradicción de tener entre las manos
una enfermedad que puede considerarse como rural, en una
de las áreas metropolitanas más importantes
del país, y el sumar ya 41 personas fallecidas por
un virus que requiere tratamientos apenas elementales, poco
costosos y fáciles de incluir en campañas
de promoción.
El brote de dengue hemorrágico en Bucaramanga fue
declarado el 6 de julio de 2001, cuando ya se habían
presentado 51 casos que sobrepasaban en 16 el límite
máximo; la epidemia fue confirmada a finales del
mes de julio del año anterior, cuando ya se tenían
detectados 109 casos. Según informaciones del Sistema
Nacional de Vigilancia en Salud Pública -SIVIGILA-
durante el año 2001 hasta la semana epidemiológica
38, se presentaron en Santander 198.3 casos por cada 100
mil habitantes. Para noviembre pasado ya 35 pacientes habían
fallecido, de los cuáles 14 de ellos provenían
de Bucaramanga, Florida y Girón, 18 procedían
del resto del área metropolitana de Bucaramanga y
solo 3 provenían de otros departamentos. Once de
ellos pertenecían al régimen subsidiado, 8
al régimen contributivo, 3 particulares y otros pertenecían
a fuerzas militares, según datos confirmados por
la doctora Juliana Quintero Espinoza, médica rural
del Instituto Nacional de Salud, quien viajó a Bucaramanga
en noviembre del año anterior junto a un equipo del
Instituto para atender la emergencia.
Muchas dificultades
Según el boletín del Sistema Nacional de Vigilancia
en Salud Pública, del 14 al de octubre de 2001, "en
Colombia la transmisión del dengue está relacionada
con la magnitud del problema social, al presentarse en ciudades
con densidades poblacionales de medianas a altas, debido
al desplazamiento de grandes grupos poblacionales del campo
a la ciudad, a una urbanización no planificada y
a las creencias y prácticas de la comunidad, que
influyen en el nivel del saneamiento doméstico, que
determinaron la disponibilidad de lugares de producción
larval en el entorno domiciliario". También
se atribuye responsabilidad al impedimento de aplicar de
manera adecuada los resultados de las acciones educativas
propuestas por el Plan de Acción Intensificada Integral
para la Prevención y el Control Social del Dengue,
plan diseñado por el Ministerio de Salud, que no
tuvo el impacto necesario, entre otras causas, por las deficiencias
operativas en los municipios y por la pobre capacidad de
gestión y monitoreo de los departamentos y de la
misma Nación, según lo afirma el boletín
del Sistema de Vigilancia en Salud Pública.
También ese podría ser el caso de Bucaramanga,
aunque no se admite abiertamente, y a ello puede sumarse
el crecimiento de la agresividad del dengue, que se quintuplicó
del 2.3% en 1998 a 9.2% en el año 2001. Y un factor
que no se puede ignorar, es el hecho de que la gente consulta
cuando ya es muy tarde, como lo afirma Andrés Alvarez,
epidemiólogo de la Subdirección de Salud Pública
de Santander, que trabaja en el control del brote.
Intentos
El epidemiólogo Andrés Alvarez explica que
cuando se presentó el brote, se establecieron seis
juntas de trabajo que acentuaron la notificación
de casos y el establecimiento del proceso de vigilancia
a través de la instalación de los centros
Centinela que se encargaban, y algunos de ellos aún
se encargan, de elaborar un historia especial, tomar muestras
y según los resultados, dar atención.
Se intensificó el proceso de búsqueda de los
criaderos y su caracterización, se exigió
a las ARS y a las EPS la atención inmediata de las
personas con síntomas de dengue, y se implementó
una estrategia de comunicación social y educación
comunitaria sobre el dengue, además de que se realizaron
fumigaciones que lograron la disminución en la presentación
de los casos de 111 a 78 en un solo mes.
En noviembre de 2001 se desplazó una comisión
del Instituto Nacional de Salud que se encargó de
sacar índices y de recoger las historias de los fallecidos
por dengue, cuyos resultados serán entregados este
mes de abril.
En la segunda semana del pasado mes de marzo, se realizaron
fumigaciones en cada foco de dengue reportado y nueve cuadras
a la redonda de la vivienda donde se presentó, además
se pidió una fumigación masiva que no se desarrolló
por costos, peligrosidad y poca probabilidad de efectividad.
Estrategias... ¿efectivas?
En la segunda semana del pasado mes de marzo, comenzó
la reactivación de los centros de vigilancia Centinela,
con los que se busca mantener la vigilancia virológica,
y ya se están teniendo reuniones de comités
de activación.
Hay un plan de fumigación activa constante sobre
casos reportados, se está vigilando que las empresas
privadas encargadas de fumigar cumplan las técnicas
del Ministerio de Salud, se continúa la búsqueda
del virus en los laboratorios y se realizó recientemente
una capacitación en las exigencias que deben cumplir
todas las EPS y las ARS en función de una enfermedad
en salud pública. Todos estos planes se comenzaron
a intensificar a principios de enero.
A mediados de marzo pasado comenzó una campaña
radial contra el dengue y se tiene planeado realizar las
jornadas provinciales de salud pública, donde se
trate el dengue de manera prioritaria. Existe además
el proyecto de incluir al dengue en el programa Escuela
Saludable.
El gran interrogante en este momento es ¿por qué
a pesar de los esfuerzos realizados por las autoridades
médicas y gubernamentales de Bucaramanga, el mes
de diciembre finalizó con 62 casos de dengue hemorrágico,
el mes de febrero con 68 y el mes de febrero con 48 casos?
La pregunta habría que extenderla hasta Antioquia,
que presenta este año 306 casos de dengue clásico
hasta la primera quincena de marzo, y 8 casos de dengue
hemorrágico, uno de ellos con consecuencias fatales
en el barrio Santa Cruz de Medellín.
Frente a la persistencia de un virus que ya cumple casi
un año en una situación más que crítica
y que se presenta con mayor frecuencia en barrios de clase
media alta en el área Metropolitana de Bucaramanga,
es necesario que alguien responda si las estrategias empleadas
para combatirlo están llegando de manera efectiva
a su público y si es obligatorio replantear de manera
inmediata, el mecanismo para hacer que la ciudadanía
cambie sus hábitos frente a una enfermedad que comienza
como inofensiva, pero que ante la ignorancia y quien sabe
qué otros factores, ha matado ya a 41 personas en
una de las principales ciudades capital de Colombia.
También es necesario que alguien pueda explicar,
por qué el sistema de salud pública de Colombia
se ve en graves aprietos cada comienzo de año con
las típicas oleadas de calor, siempre predecibles,
que propician el clima necesario para que nazcan miles de
nuevos Aedes Aegyptys, mosquito transmisor del dengue, en
una situación de epidemias cíclicas cuyos
efectos y secuelas aumentan, en vez de disminuir, en este
país que brilla por la falta de promoción
y prevención de enfermedades absolutamente prevenibles.