MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 3    NO 43   ABRIL DEL AÑO 2002    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

41 muertes por dengue hemorrágico en Bucaramanga reclaman más esfuerzos
Lilliana Monroy Salazar - Periodista, Medellín

Un total de 772 casos de dengue hemorrágico a diciembre de 2001, 41 muertes desde mayo de 2001 hasta hoy, es el llamado de alerta del caso de Bucaramanga, un caso con un par de paradojas que no tienen razón de ser: la contradicción de tener entre las manos una enfermedad que puede considerarse como rural, en una de las áreas metropolitanas más importantes del país, y el sumar ya 41 personas fallecidas por un virus que requiere tratamientos apenas elementales, poco costosos y fáciles de incluir en campañas de promoción.
El brote de dengue hemorrágico en Bucaramanga fue declarado el 6 de julio de 2001, cuando ya se habían presentado 51 casos que sobrepasaban en 16 el límite máximo; la epidemia fue confirmada a finales del mes de julio del año anterior, cuando ya se tenían detectados 109 casos. Según informaciones del Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública -SIVIGILA- durante el año 2001 hasta la semana epidemiológica 38, se presentaron en Santander 198.3 casos por cada 100 mil habitantes. Para noviembre pasado ya 35 pacientes habían fallecido, de los cuáles 14 de ellos provenían de Bucaramanga, Florida y Girón, 18 procedían del resto del área metropolitana de Bucaramanga y solo 3 provenían de otros departamentos. Once de ellos pertenecían al régimen subsidiado, 8 al régimen contributivo, 3 particulares y otros pertenecían a fuerzas militares, según datos confirmados por la doctora Juliana Quintero Espinoza, médica rural del Instituto Nacional de Salud, quien viajó a Bucaramanga en noviembre del año anterior junto a un equipo del Instituto para atender la emergencia.
Muchas dificultades
Según el boletín del Sistema Nacional de Vigilancia en Salud Pública, del 14 al de octubre de 2001, "en Colombia la transmisión del dengue está relacionada con la magnitud del problema social, al presentarse en ciudades con densidades poblacionales de medianas a altas, debido al desplazamiento de grandes grupos poblacionales del campo a la ciudad, a una urbanización no planificada y a las creencias y prácticas de la comunidad, que influyen en el nivel del saneamiento doméstico, que determinaron la disponibilidad de lugares de producción larval en el entorno domiciliario". También se atribuye responsabilidad al impedimento de aplicar de manera adecuada los resultados de las acciones educativas propuestas por el Plan de Acción Intensificada Integral para la Prevención y el Control Social del Dengue, plan diseñado por el Ministerio de Salud, que no tuvo el impacto necesario, entre otras causas, por las deficiencias operativas en los municipios y por la pobre capacidad de gestión y monitoreo de los departamentos y de la misma Nación, según lo afirma el boletín del Sistema de Vigilancia en Salud Pública.
También ese podría ser el caso de Bucaramanga, aunque no se admite abiertamente, y a ello puede sumarse el crecimiento de la agresividad del dengue, que se quintuplicó del 2.3% en 1998 a 9.2% en el año 2001. Y un factor que no se puede ignorar, es el hecho de que la gente consulta cuando ya es muy tarde, como lo afirma Andrés Alvarez, epidemiólogo de la Subdirección de Salud Pública de Santander, que trabaja en el control del brote.
Intentos
El epidemiólogo Andrés Alvarez explica que cuando se presentó el brote, se establecieron seis juntas de trabajo que acentuaron la notificación de casos y el establecimiento del proceso de vigilancia a través de la instalación de los centros Centinela que se encargaban, y algunos de ellos aún se encargan, de elaborar un historia especial, tomar muestras y según los resultados, dar atención.
Se intensificó el proceso de búsqueda de los criaderos y su caracterización, se exigió a las ARS y a las EPS la atención inmediata de las personas con síntomas de dengue, y se implementó una estrategia de comunicación social y educación comunitaria sobre el dengue, además de que se realizaron fumigaciones que lograron la disminución en la presentación de los casos de 111 a 78 en un solo mes.
En noviembre de 2001 se desplazó una comisión del Instituto Nacional de Salud que se encargó de sacar índices y de recoger las historias de los fallecidos por dengue, cuyos resultados serán entregados este mes de abril.
En la segunda semana del pasado mes de marzo, se realizaron fumigaciones en cada foco de dengue reportado y nueve cuadras a la redonda de la vivienda donde se presentó, además se pidió una fumigación masiva que no se desarrolló por costos, peligrosidad y poca probabilidad de efectividad.
Estrategias... ¿efectivas?
En la segunda semana del pasado mes de marzo, comenzó la reactivación de los centros de vigilancia Centinela, con los que se busca mantener la vigilancia virológica, y ya se están teniendo reuniones de comités de activación.
Hay un plan de fumigación activa constante sobre casos reportados, se está vigilando que las empresas privadas encargadas de fumigar cumplan las técnicas del Ministerio de Salud, se continúa la búsqueda del virus en los laboratorios y se realizó recientemente una capacitación en las exigencias que deben cumplir todas las EPS y las ARS en función de una enfermedad en salud pública. Todos estos planes se comenzaron a intensificar a principios de enero.
A mediados de marzo pasado comenzó una campaña radial contra el dengue y se tiene planeado realizar las jornadas provinciales de salud pública, donde se trate el dengue de manera prioritaria. Existe además el proyecto de incluir al dengue en el programa Escuela Saludable.
El gran interrogante en este momento es ¿por qué a pesar de los esfuerzos realizados por las autoridades médicas y gubernamentales de Bucaramanga, el mes de diciembre finalizó con 62 casos de dengue hemorrágico, el mes de febrero con 68 y el mes de febrero con 48 casos? La pregunta habría que extenderla hasta Antioquia, que presenta este año 306 casos de dengue clásico hasta la primera quincena de marzo, y 8 casos de dengue hemorrágico, uno de ellos con consecuencias fatales en el barrio Santa Cruz de Medellín.
Frente a la persistencia de un virus que ya cumple casi un año en una situación más que crítica y que se presenta con mayor frecuencia en barrios de clase media alta en el área Metropolitana de Bucaramanga, es necesario que alguien responda si las estrategias empleadas para combatirlo están llegando de manera efectiva a su público y si es obligatorio replantear de manera inmediata, el mecanismo para hacer que la ciudadanía cambie sus hábitos frente a una enfermedad que comienza como inofensiva, pero que ante la ignorancia y quien sabe qué otros factores, ha matado ya a 41 personas en una de las principales ciudades capital de Colombia.
También es necesario que alguien pueda explicar, por qué el sistema de salud pública de Colombia se ve en graves aprietos cada comienzo de año con las típicas oleadas de calor, siempre predecibles, que propician el clima necesario para que nazcan miles de nuevos Aedes Aegyptys, mosquito transmisor del dengue, en una situación de epidemias cíclicas cuyos efectos y secuelas aumentan, en vez de disminuir, en este país que brilla por la falta de promoción y prevención de enfermedades absolutamente prevenibles.

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