Los estudios con un gusano de sólo un milímetro,
ni uno más, permitió a dos británicos
y un norteamericano ganar el Premio Nobel de Medicina 2002.
Se trata del parásito Caernorhabditis elegans, del
que los científicos elaboraron el mapa genético
y conocieron el comportamiento de sus células infectadas
en una enfermedad degenerativa, proceso del cual concluyeron,
es similar en el cuerpo humano. Estos descubrimientos serán
trascendentales para la elaboración de medicamentos
y tratamientos para enfermedades como el sida, el cáncer
y otros males degenerativos.
El gusano Caenorhabditis elegans, modelo para la investigación
de los merecedores al Premio Nobel, además de su mínima
longitud tiene la ventaja de ser transparente, lo que permitió
que fuera más indicado que otras especies para el estudio
en el microscopio.
Los laureados
El primero en investigar el gusano fue el científico
John E. Sulston, de nacionalidad británica y 60 años
de edad, quien en 1990 publicó el mapa genético
del animal.
A las investigaciones de este hombre discreto, de barba y
sandalias, se unieron el también británico Sydney
Brenner, de 75 años de edad y el norteamericano Robert
Horvitz, de 55 años de edad.
Sydney Brenner convirtió el gusano en un "nuevo
organismo modelo" para la comprensión de los procesos
de muerte celular, como los que se presentan en el cáncer,
lo cual permitió demostrar que diferentes mutaciones
pueden ser vinculadas a genes específicos y a efectos
peculiares en el desarrollo de órganos. Y Robert Horvitz,
descubrió el comportamiento de los genes frente a las
enfermedades degenerativas y cuáles de ellos controlan
la muerte celular; además, demostró la existencia
de genes parecidos en el hombre.
El Premio Nobel de Medicina 2002 fue atribuido al trabajo
en equipo de estos tres hombres y a sus descubrimientos particulares
sobre los genes, a partir del estudio de la vida y la muerte
de las células del gusano, que les permitieron comprender
mejor los orígenes de las enfermedades ligadas a la
degeneración de las células en los humanos,
como son el cáncer, las afecciones neurodegenerativas
y los ataques de apoplejía.
El trabajo
Los científicos descubrieron la forma en que los genes
regulan el desarrollo de órganos y el proceso del "suicidio"
de las células e identificaron los genes que intervienen
en la regulación de la "muerte programada"
de las células, es decir, el proceso que permite mantener
un número apropiado de células en los tejidos,
para lo cual algunas de ellas reciben la orden de morir en
vez de continuar multiplicándose.
Según los científicos laureados, el cuerpo humano
está formado por cientos de tipos de células
diferentes, que proceden todas del embrión que, al
irse dividiendo, va generando continuamente nuevas formaciones
celulares que maduran y se especializan para ir constituyendo
los diversos órganos y tejidos del cuerpo. En los seres
humanos hay cientos de tipos celulares que se especializan
y se transforman en varios tejidos y órganos, como
la sangre, los músculos y el sistema nervioso.
Afirman que en el cuerpo adulto, también surgen diariamente
un alto número de células nuevas y simultáneamente
a esa multiplicación se da, tanto en el embrión
como en las personas adultas, un proceso natural de muerte
de otras células para equilibrar el número de
las mismas en los tejidos y órganos. Ellos lograron
seguir minuciosamente la multiplicación y especialización
celular desde el embrión hasta el individuo adulto
Sulston dijo que los primeros trabajos con el nemátodo
(gusano) sobre el trazado del genoma humano, facilitarán
progresos médicos y avances en la lucha contra varias
enfermedades y así realizar grandes progresos en el
campo de la biología.
Los tres laureados compartirán la suma de diez millones
de coronas suecas (un poco más de un millón
de dólares) y recibirán las insignias del premio
en Estocolmo el próximo 10 de diciembre, de manos del
rey Carlos Gustavo de Suecia.
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