MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 7    NO 86    NOVIEMBRE DEL AÑO 2005    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

INFORME PARA EL SECTOR SALUD
Saliendo de mi tradicional informe mensual, este mes tocaré brevemente un tema que aunque no hace parte integral y técnica de los asuntos de salud, tiene que ver con cómo se informa y se tratan los debates en este sector tan sensible de la vida nacional. Me referiré a lo que se conoce como Lógica Informal, la cual se fundamenta en el arte de argumentar.
Desde tiempos de Aristóteles, con sus tratados acerca de la Retórica, hasta hoy, se han desarrollado estudios y libros de muy diferentes autores, con el fin de mostrarnos que mediante la palabra puede mostrarse u ocultarse hasta el mismo sol, aún esté enfrente de nuestros bien abiertos ojos.
Algún perspicaz lector estará intuyendo ya, que en el sector salud desde hace mucho, el uso del lenguaje es complejo, que se ofrecen estrambóticas exposiciones, y que cada cuál defiende su propia verdad haciendo acopio de cifras, gráficos, argumentos y teorías. En temas de salud, curiosamente todos defienden (defendemos) la verdad, y sin embargo es probable, que algunos estén (estemos) más o menos lejos de ella. Y lo que es peor en algunos casos, que lo sepan.
Tal vez en algún artículo pasado, conté que luego de intentar explicar a un grupo de estudios económicos que poco o nada conocían de salud, cómo funcionaba el sistema de salud colombiano y cómo se obtenía la información necesaria para la toma de decisiones, lo primero que dijeron era que los impresionaba la poca transparencia que proyectaba el Sistema, y lo fácil que era perderse en un mar de datos confusos y ambigüedades. Afortunadamente, no sabían que no tenemos un Sistema Integral de Información.
En el sector salud desde hace mucho, el uso del lenguaje es complejo. Se ofrecen estrambóticas exposiciones, y cada cuál defiende su propia verdad haciendo acopio de cifras, gráficos, argumentos y teorías.
“Las falacias, son errores, errores en los argumentos. Muchas de ellas son tan tentadoras, y por lo tanto tan comunes, que incluso tienen sus propios nombres” (1). Parece que buena parte de los debates que se surten en nuestro país, están plagados de hábiles falacias, que no nos permiten vislumbrar la verdad que detrás de ellas se esconde. Ellas se nutren básicamente de la falta de información y de la falta de método analítico de quien escucha a su hábil interlocutor, que cual encantador de serpientes, lo obnubila con sus disertaciones.
Falacias comunes en debates del sector salud
No es mi interés señalar a personas o a situaciones de la vida del sector salud que incurran en falacias, pues creo que eso aporta poco. Más bien creo que es conveniente que estemos de acuerdo en que este tema es importante y que cada vez que nos encontremos frente a un debate de salud, es bueno analizar el núcleo de los argumentos y preguntarnos que tan ajustados a la verdad pudieran estar. Recordemos que en la actualidad se desarrollan debates tan importantes como el ajuste a la ley 100 de 1993, los debates sobre Propiedad Intelectual y patentes en el marco del TLC, las discusiones sobre un Manual de Tarifas Mínimas, el inicio de la discusión sobre la Salud Pública y la ley novena, etc. Presentaré cinco importantes formas de transfigurar un argumento, todas ellas bien comunes:
- La primera gran falacia es la que se deriva de extraer conclusiones de una muestra demasiado pequeña; es la falacia de la generalización a partir de una información incompleta. En esos casos, la conclusión podría ser sorpresiva. Por ejemplo, suponer que cuando se pierde un barco en el Triángulo de las Bermudas, entonces está embrujada esa zona del mar. En este caso, se sabe hoy que emanaciones masivas de metano del fondo del mar, comunes en el Triángulo de las Bermudas, crean vacíos gigantes en sus aguas y en la atmósfera, y son éstos los que succionan todo tipo de naves hacia el fondo. Cuando no se considera la posibilidad de variables que no nos son conocidas, el error en las conclusiones puede ser fatal: sino que lo digan las miles de brujas quemadas en la Edad Media, y los que han padecido por causa de prejuicios raciales, de género, nacionalismos, etc.
Parece que buena parte de los debates que se surten en nuestro país, están plagados de hábiles falacias, que no permiten vislumbrar la verdad que detrás de ellas se esconde.
- Otra gran falacia es el olvido deliberado de alternativas. En esos casos, se proponen solo unas pocas posibilidades de análisis, encasillando o limitando al interlocutor; algo así como, “era que no se podía hacer otra cosa que...”. Se circunscribe así el análisis a unas pocas variables que interesan a quien las propone.
- La falacia Ad hominen, es para mí una de las más perversas, pues en ella se ataca a la persona y no a la idea que ella expresa; creo que estamos todos de acuerdo en que además es de las más comunes. Así que si usted se arriesga a sostener una idea, cuente con que alguien lo atacará por ser alto, bajo o inepto, rubio, desconocedor o feo, y encauzará el debate hacia esa “cualidad” que le endilgan, lejos del sitio más lejano de la idea en cuestión, y que debiera ser el motivo de la discusión.
- Otra falacia bien corriente es la denominada Falso Dilema. En estos casos se lleva la discusión a una oposición de dos únicas posiciones. Por ejemplo: está conmigo o contra mí. En estos días de enfrentamientos entre tantos actores del sistema de salud, es una falacia muy socorrida.
- Causa falsa, es aquella premisa que relaciona incorrectamente una causa y un efecto; en nuestro argot popular, lo conocemos como mezclar peras con manzanas. Por ejemplo: cuando se llevaba a cabo el debate del referendo en nuestro país, algunos plantearon que aprobarlo en parte o en su totalidad era atentar contra el orden constitucional. Lo hicieron tan bien, que ningún artículo se salvó y lograron echar por tierra cosas tan lógicas como la muerte política a quien se le demostrara legalmente su participación en hechos de corrupción. En río revuelto, ganancia de pescadores.
Por ética y desarrollo del sector: no más falacias
En fin, existen por lo menos veinte tipos más de falacias, y por supuesto no me queda otra alternativa que sugerirles el estudio y la investigación sobre el arte de la argumentación, la disertación y la retórica, recordando que en cada discusión o debate se presentan infinidad de argucias, que sólo buscan distraer la atención. No quiero decir con ello que nadie se esfuerce por dilucidar cuestiones correctamente, no. Sólo planteo que es usual que se utilicen consciente o inconscientemente este tipo de herramientas argumentativas, que definitivamente van en contravía de la ética. Sólo en la medida en que los debates del sector se realicen cada vez más sobre medidas y datos razonablemente ciertos, podremos participar de mejor manera en la obtención de una mejor salud para los colombianos.
1.Las Claves de la Argumentación. Weston, Anthony. Editorial Ariel. Barcelona, España. 2003.
 
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