MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 253 OCTUBRE DEL AÑO 2019 ISNN 0124-4388
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La planificación siempre será la mejor estrategia para proyectarse con una cierta certeza de éxito hacia el futuro, y si bien en el sector de la salud, donde intervienen tantas variables, pueden ser difícil pronosticar comportamientos incluso a mediano plazo, si se pueden efectuar proyecciones basándose en lo que se conoce y en las tendencias.
El Acuerdo de Punto final ha sido recibido con un optimismo moderado, entre otras razones, por la experiencia de quienes hemos transitado por el sistema de salud durante las últimas dos décadas y sabemos que la crisis actual obedece a la acumulación de problemas, que fueron de manera oportuna señalados, y anunciados, pero que no tuvieron una respuesta correctiva oportuna y focalizada en los elementos que la generaban. De ahí una de las preguntas que todos se hacen ¿Cómo garantizar la no repetición?
Dentro de dos años llegará a su fin la vigencia del Conpes 155 que estableció la Política Farmacéutica Nacional (PFN) vigente y por lo tanto le corresponde al actual gobierno evaluar los logros alcanzados, plantear la nueva política, y dejarla con los dientes suficientes para ser ejecutada sin demasiados tropiezos, y esta tarea es un complemento fundamental para la no repetición de la crisis y para sentar las bases de la sostenibilidad del sistema en el futuro mediato.
Es un hecho ampliamente analizado que la presión que ejerce el complejo médico industrial sobre los sistemas de salud y su financiación es un problema global que afecta incluso a las economías del primer mundo. Nadie puede desconocer que en una sociedad del conocimiento, la innovación y el desarrollo son factores presentes que no darán marcha atrás, y que por lo tanto continuarán presionando los costos del sector. De ahí que la racionalidad en el gasto sea una estrategia a tener en cuenta.
La PFN debe ser la herramienta de planificación sectorial que le permita al país contener, o por lo menos modular, el crecimiento del gasto en el componente de medicamentos, y si bien este es solo uno de sus objetivos, es de la articulación integral de sus metas que Colombia podría pensar que la sostenibilidad de nuestro sistema deje de ser una utopía.
La PFN debería incluir acciones hacia la promoción de una industria farmacéutica nacional, con lo que no solo se lograría regular los precios a través de la sana competencia, sino que también se apoyaría a otros renglones de la economía con la generación de empleo calificado y la transferencia de conocimiento. Pero la política también debería incluir una redefinición del papel del Invima y del IETS para que el ingreso de nuevas tecnologías al país responda realmente a nuestras necesidades, se ajusten a la capacidad del sistema, pero además, y mucho más importante, para que realmente sean opciones que aporten de manera significativa en la salud de las personas.
Hace años que no se desarrollan productos farmacéuticos que de manera tangible mejoren a sus predecesores, sin embargo sus costos si son muy superiores y la presión que ejercen sobre el sistema son significativos, y estas deben ser consideraciones que las agencias de regulación deben comenzar a tener al momento de expedir autorizaciones, sin embargo esa directriz debe quedar consignada en algún lado para que no sea la voluntad del directivo quien la introduzca en los manuales, y la PFN puede ser ese soporte normativo.
Colombia debe garantizar a sus ciudadanos que en el futuro mediato el SGSSS tendrá como satisfacer las necesidades sanitarias de la población, de ahí que las discusiones en torno a la sostenibilidad del sistema sean del primer orden, y racionalizar los gastos es una estrategia que puede ser efectiva si es bien planificada, la oportunidad está servida en la renovación de la PFN.
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