MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 253 OCTUBRE DEL AÑO 2019 ISNN 0124-4388
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Del vecino país, Ecuador, nos cuentan que acaba de completarse el proceso de actualización de lo que allá se llama el Cuadro Básico de medicamentos y aquí se conocía como el listado de medicamentos del POS, que después de la Ley Estatutaria fue cambiado por el más moderno “listado de medicamentos del Plan de Beneficios en Salud”, PBS. Este listado, en Ecuador, en Colombia y, hoy en el mundo entero, determina que se pagará con recursos públicos. Los que no queden en la lista no se pagará con el dinero de los ciudadanos. Nada más. Nada menos.
Estos listados son herederos de la “Lista de Medicamentos Esenciales de la Organización Mundial de la Salud” concepto ligado a la Atención Primaria de la OMS de la segunda mitad del siglo pasado, y que propuso la meta “Salud para todos en el año 2000”. Adoptados con entusiasmo por los países en desarrollo, permitieron a los gobiernos concentrar los escasos recursos de los países pobres, en aquellos medicamentos seleccionados por ser los más eficaces, los más seguros y los que se dirigían a las patologías de mayor prevalencia en cada país.
Con el tiempo, esta postura evolucionó hacia un concepto mucho más técnico para financiar con recursos públicos solamente aquello que fuera realmente útil (hay demasiada charlatanería de “culebrero” en la oferta de medicamentos, para no mencionar los que han necesitado inventar la enfermedad/indicación) y que, en los casos en los que fuera posible, demostrara ser mejor que lo que se venía utilizando. ¿Por qué? Porque, a diferencia de lo que sucede con las demás ramas de la ciencia y la tecnología que con el avance se obtienen reducciones de precio y masificación del uso, los medicamentos nuevos, siempre serán más caros. La “Presión Tecnológica”.
Al evento de presentación del nuevo listado, la décima revisión, asistió el Presidente de la República, doctor Lenin Moreno que en sus palabras alusivas al acto, dijo:
“Que doloroso que hayan pasado años desde la última actualización del cuadro de medicamentos. ¡Cuántos descubrimientos desde entonces, que habrían salvado tantas vidas”.
Uno se tiene que preguntar. ¿Quién le habló al oído al Presidente Moreno para que hubiera pronunciado justamente esas palabras? Habría podido decir que el Ministerio de Salud había liderado un largo y complejo proceso de concertación con muchas instituciones para garantizar que los medicamentos respondan a la mejor evidencia científica, al perfil epidemiológico del país y a los principios de la Organización Mundial de la Salud en cuanto a calidad, eficacia, eficiencia terapéutica, seguridad, accesibilidad y uso racional. Eso dijo la Ministra de Salud. Pero el Presidente se quedó con la imagen de la desactualización. “Nadie se quedará al margen del sistema de salud” agregó el Presidente Moreno de acuerdo con el comunicado de prensa oficial, y resaltó que existe un procedimiento de autorización por excepción que se haría más fácil y más oportuno.
¿Estaba tan desactualizado el listado ecuatoriano? ¿Tantas vidas se perdieron? La impresión que nos queda, es que más que la ciencia o la política pública o la conveniencia de las mayorías, el que tiene la sartén por el mango es el marketing farmacéutico. El Lobby que susurra que lo mejor es lo más nuevo, y que lo más nuevo es lo más caro porque es lo mejor, y que los ministerios de salud solamente quieren pagar ibuprofeno y acetaminofén, además de genéricos, para ahorrar mientras sacrifican a la gente que se hubiera podido beneficiar de las innovaciones. Cuantas vidas se perdieron…
Pero parece ser que en Ecuador el listado se ha actualizado periódicamente y juiciosamente, y de manera cada vez más tecnificada, con la incorporación de las evaluaciones de tecnología. El número de principios activos se ha casi duplicado a pesar de que las novedades no parecen ser mejores que lo que teníamos, si uno le cree a los observadores serios e independientes. No a los culebreros.
En Colombia sí que el marketing ha sido campeón. Cuando durante el proceso que terminó en la Ley 100 de 1993, el equipo del entonces Ministro de Salud, Juan Luis Londoño de la Cuesta decidió adoptar el listado de medicamentos esenciales del entonces Instituto de Seguros Sociales para incluir medicamentos en el POS (la intención era no incluirlos, siguiendo el ejemplo de las ISAPRES de Chile) debió enfrentar la brutal oposición del marketing farmacéutico y de los médicos. Especialmente los especialistas. En alguna de las reuniones de socialización de la Ley 100, se escuchó decir que se trataba de un listado “Jurásico”, en el mismísimo Club Médico.
El listado de medicamentos del POS se ha actualizado unas 15 veces desde entonces. Ifarma ha participado, cuando menos, ocho veces en los mecanismos definidos para las actualizaciones. Primero con las sucesivas comisiones asesoras de medicamentos del entonces CSSSS, luego con la pésimamente manejada CRES (que era una institución bien interesante) y ahora con los procesos participativos de inclusiones y exclusiones, que tan burocratizados se han vuelto.
Pero todos los años, en todos los escenarios, siempre especialistas mediante, brilla en letras de molde la célebre frase, el listado está desactualizado.
Pero eso no es lo realmente grave. Lo grave, en Ecuador en cifras que calificaríamos de ínfimas y en Colombia con cifras de campeonato, la judicialización es la que ha hecho trizas los procesos de selección de medicamentos; los listados. Las tutelas, los recobros y el No Pos – hoy No PBS. Del Ecuador nos llegan informes de que alguno de los medicamentos incorporados no pasó por un proceso de análisis técnico, o por una Evaluación de Tecnología. Fue una orden judicial. En Colombia, la Corte Constitucional y ciertamente médicos mediante, todos los medicamentos forman parte del sistema y se pagarán con recursos públicos, excepto los expresamente excluidos. Así dice la Ley estatutaria en salud. La que no permite utilizar recursos de la salud para intervenir las condiciones estructurales que han llevado a la muerte por desnutrición a muchos niños indígenas en Colombia. Solamente para pagar servicios médicos y medicamentos.
Concluir que la agenda del marketing farmacéutico apunta desde hace muchos años a concentrar la prescripción médica en los productos más nuevos y más caros, es una constatación que se puede atribuir a Perogruyo. Decir que esto que ha pasado en Ecuador y en Colombia también ha sucedido en Brasil y en Argentina y en Chile y en México, también es una constatación. Recientemente hemos caído en cuenta que también pasó en los Estados Unidos, si uno le cree a Nancy Patricia Pelosi, o en la Gran Bretaña, si uno le cree a Mr. Corbyn, el director del partido laborista. Los dos están presentando iniciativas legislativas para poner primero las personas que a los privilegios de los medicamentos patentados, y de altos precios.
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