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Producción de hospitales públicos en Colombia: ¿Una caída programada?

Redacción El Pulso
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E ficiencia y eficacia se han convertido en condiciones cada vez más exigidas a las instituciones de salud, la necesidad de producir más, mejor, y con una utilización óptima de los recursos disponibles, parece ser la fórmula ideal con la cual los economistas y administradores del sistema pretenden que se deben obtener los resultados. La eficacia se define como la capacidad de alcanzar un efecto esperado tras la realización de una acción, por su parte la eficiencia se entiende como el uso racional de los medios disponibles para alcanzar un objetivo determinado, en otras palabras, cumplir un objetivo con el mínimo de recursos posibles y en el menor tiempo.

Sin embargo, lo que parece que se ha olvidado en esta ecuación para hacerla más exitosa, es que las condiciones externas de las instituciones de salud terminan en Colombia convirtiéndose en el factor primordial, o por lo menos de gran importancia, para la obtención de resultados, y así lo demostraría el análisis y estudio efectuado por ACESI sobre la operación de las Empresas Sociales del Estado entre los años 2012 y 2017, periodo que corresponde todo al gobierno de Juan Manuel Santos.

La información se tomó de los reportes presentados por los hospitales públicos al Ministerio de Salud y Protección Social y almacenada en el sistema SIHO, y muestra comportamientos y tendencias que a la luz de las cifras, y en opinión del doctor Luis Alberto Martínez, presidente de ACESI, resultan preocupantes y se explican ya sea en medidas del gobierno nacional que han afectado el funcionamiento de las ESE, o en algunos casos a características del sistema que impiden que la red pública cumpla a cabalidad con su deber ser.

Si bien el sistema de salud colombiano desde la Ley 100 se maneja bajo criterios de mercado y competencia, la doctora Zuluaga hace énfasis en que para cualquier gobierno en el mundo descuidar a las instituciones públicas de salud, que atienden a la mayoría de la población, es una vergüenza y tras ocho años su dictamen es contundente: “deja postrado al sector y casi aniquilado”.

Producción de servicios

Resulta significativo observar que el número de consultas médicas realizadas en los Hospitales públicos muestra una tendencia a la baja desde su punto más alto de producción en el año 2014 donde se efectuaron casi 37 millones de consultas, para caer en 2017 a menos de 34 millones.

Esta falta de acciones para presionar el pago de deudas por atenciones prestadas tuvo en el gobierno Santos una gran paradoja señalada por Olga Lucia Zuluaga y fue la aprobación en la ley 1438 de 2011, de un artículo, el 80, que creó la clasificación de las ESE según parámetros de riesgo fiscal y financieros, ignorando para Zuluaga que “los estados financieros y contables de los hospitales públicos no dependen exclusivamente de una gestión con austeridad, transparencia y buen manejo de los recursos, sino de un problema estructural del sector provocado por la falta de vigilancia a las EPS. Si un hospital no tiene las herramientas legales para obligar a que le paguen sus deudas, apoyado por el propio estado, es imposible que la ecuación matemática financiera funcione”.

Esta disminución ostensible se da por varias razones, que explica el doctor Martínez, la principal, el cierre de servicios en muchos hospitales producto de la falta de liquidez, renuncia de médicos y la falta de pago de los diferentes pagadores, la otra causa es la incidencia de los programas de saneamiento fiscal y financiero y los programas de gestión integral de riesgo en salud, los cuales le amarran las manos a los hospitales, no los dejan producir, y los obligan a tratar de disminuir todos los costos y gastos a como dé lugar, lo que incide en menores atenciones a la población en la búsqueda de ahorros de recursos para sobrevivir.

Una situación contraria, pero aún más preocupante para la salud de la población, se ve en el aumento de los casos de consultas de urgencias atendidas por médicos especialistas, las cuales han ido en incremento, pasando de casi un millón 65 mil consultas en 2012 a más de un millón 600 mil en 2017. “Esto es consecuencia de la menor atención en consulta médica ambulatoria que conduce a la población ante los procesos de salud enfermedad, que no dan espera, a consultar por las áreas de urgencias, lo que redunda en más atenciones especializadas por urgencias y una población que sufre porque aumenta su carga de enfermedad, generando más costos en la atención y haciendo que el sistema de salud sea insostenible” afirma Luis Alberto Martínez.

El caso de las cirugías muestra la misma línea de comportamiento, cuando no se atiende a la población de manera oportuna y temprana, sus patologías se agravan y terminan en gran medida en cirugías, como lo muestra la tendencia en ascenso de cirugias realizadas en hospitales públicos.

El contraste en las tendencias entre las consultas por medicina general, por especialistas, y las cirugías practicadas, en un lapso de seis años, ratifica también la perdida en la capacidad resolutiva de los primeros niveles de atención, el país ha presenciado sin que se produzca una reacción oportuna, como cada vez los tratamientos se remiten más a los altos niveles de complejidad, fenómeno que no necesariamente obedece a ausencia de capacidades, y responde a otras características más de mercado, como es la concentración dela contratación por parte de las EPS de los servicios en los grandes centros urbanos, agudizando una de las barreras de acceso más críticas del sistema: el acceso a los servicios.


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