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E sta historia comienza hace casi 25 siglos de la mano de Sófocles, este autor nació en Colono cerca de Atenas, en el seno de una familia acomodada. A los 16 años fue elegido director de coro para celebrar la victoria de Salamina y en el 468 ac se dio a conocer como autor clásico al vencer a Esquilo en el concurso teatral de las fiestas Dionisiacas. Escribió 123 tragedias, con 24 victorias, hoy solo se conservan siete de sus obras. Sus escritos poseen intertextualidad, ya que se relacionan entre sí, aumentó a tres el número de actores en escena, además profundizó en la moral y psicología de sus personajes. Disminuyó el coro y aumentó los diálogos, la idea central de sus obras es la predestinación fatalista, el hombre se debate entre el poder de los dioses y la voluntad de los hombres, ante la solemnidad y la grandeza se sobrepone la humanidad.
Edipo Rey es la obra de Sófocles y de la tragedia griega más conocida hasta nuestros días. Todo comienza cuando Edipo hijo de Polibo rey de Corinto reinaba en Tebas, una mortal epidemia tenia desolado su reino. Edipo intenta calmar a su pueblo enviando a su cuñado Creonte al oráculo de Apolo en Delfos para averiguar la causa de dicha epidemia. La pitonisa revela que la peste no cesará mientras no se descubra al asesino del anterior rey de Tebas, el rey Layo. Nadie en todo el reino conoce la causa por eso llaman a su presencia al anciano adivino Tirecias, el cual revela que el asesino fue el mismo Edipo.
Edipo durante su juventud había emboscado y asaltado una carroza real en ella pereció Layo, pero hasta aquí no ha terminado la tragedia. Posterior a esto enfrentó a la antigua y famosa esfinge que asolaba Tebas, debía adivinar la respuesta de uno de sus acertijos: “Cual es el animal que en la mañana camina en 4 patas, al medio día en 2 y al anochecer en 3”, su respuesta fue contundente: “el hombre”. La ciudad estaba tan agradecida que lo proclamaron rey, desposando de esta forma a Yocasta la viuda de Layo.
Mientras Edipo se lamentaba por su suerte llegó un mensajero avisando la muerte de su padre Polibo, rey de Corinto. Tirecias reveló además que Edipo no era verdaderamente hijo de Polibo y que se había cumplido la sentencia del oráculo. Edipo era hijo de Layo y Yocasta, al nacer se profetizó que el niño asesinaría a su padre y se casaría con su madre, para evitarlo Layo atravesó las piernas del recién nacido y ordenó abandonarlo en el bosque para que muriera. El niño no murió, fue rescatado y criado por el rey de Corinto, Polibo, y se le colocó el nombre de Edipo que significa el de los pies hinchados. Efectivamente comprobó las cicatrices en sus extremidades, había confirmado la verdad, mató a su padre y se casó con su madre. No pudo soportarlo y se sacó los ojos mientras Yocasta se ahorco con sus propias trenzas.
El psicoanálisis freudiano incorpora el término de complejo de Edipo ubicándolo dentro de la fase fálica del desarrollo psicosexual, definiéndolo como el deseo inconsciente de mantener una relación sexual (incestuosa) con el progenitor del sexo opuesto y de eliminar al padre del mismo sexo (parricidio). Freud, en “Tres ensayos sobre la teoría de la sexualidad”, asegura que en los niños es recurrente la fantasía incestuosa de expulsar y sustituir al progenitor rival, es decir el padre para el niño, y la madre para la niña, pero esas ideas suscitan intensa culpa y temor al castigo.
Al igual que en la tragedia griega como en la teoría psicoanalítica, el hombre contemporáneo se pregunta constantemente por la causa de sus males, es evidente la contaminación del planeta, las nuevas pandemias y armas de destrucción masiva. Se le consulta al oráculo de las tecno-ciencias, quienes explican muy bien el funcionamiento del mundo, incluso interviniéndolo y modificándolo, pero no es capaz de responder la pregunta eterna de un: ¿Por qué? Y un ¿Para qué?
Tal vez la respuesta está en que hemos matado a nuestro Padre (Nietzsche), y la perdida de ese referente absoluto nos ha llevado a un relativismo moral que desemboca en una relación incestuosa con la Madre Tierra, abusando de ella y destruyéndola.
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