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El
comportamiento individual, aunque parezca inofensivo en el entramado
del sistema de salud, puede incidir en la eficiencia de la atención
médica. Por eso, desde la cultura ciudadana, se proponen
cambios de hábitos y el establecimiento de reglas formales
e informales que, desde lo individual, colaboren para un mejor
funcionamiento del sistema. |
Para un análisis
del sistema de salud desde la cultura ciudadana, habría
que iniciar por escudriñar en los comportamientos individuales.
¿Ha pedido usted una cita médica para tener una
incapacidad por guayabo? ¿Ha acudido a urgencias por
tener síntomas de una gripa? ¿Ha dejado el tratamiento
enviado por el galeno a mitad de camino? ¿Ha faltado
a la cita de un especialista y no la ha cancelado a tiempo?
¿Celebra cuando alguien prefiere cotizar a salud sobre
el mínimo cuando tiene ingresos superiores? ¿Siendo
médico, ha promovido un medicamento por encima de otro
de similares características, por convenios que tiene
con una empresa farmacéutica? |
Hacer una reflexión
sobre comportamientos como estos, que no necesariamente están
reglamentados, puede multiplicarse, transformarse e incidir
en el comportamiento del sistema de salud.
La cultura ciudadana, puede ir más allá de cambiar
comportamientos en el tráfico y la convivencia. Por medio
de la ley, la moral y la cultura como sistemas de regulación
que tiene el ser humano se pueden contener, o motivar, comportamientos
que lleven a un uso racional y compartido de un bien colectivo
con recursos limitados como el caso de la salud. |
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Giancarlo Chiappe, director de educación de Corpovisionarios,
la entidad liderada por Antanas Mockus, habló en el
seminario Retos de la Seguridad Social en Colombia,
que se realizó en la Universidad de Antioquia el 28
de abril sobre los aportes de la cultura a la seguridad social.
Un primer mecanismo de motivación es el miedo,
el temor ante la reacción de los otros, de la sanción
legal o de la culpa por no cumplir con los preceptos autoimpuestos;
el segundo mecanismo de motivación es la respuesta
voluntaria y autónoma del cumplimiento de las normas
por parte de los ciudadanos.
La excusa es que
Chiappe cree que es posible la construcción
de confianza; la clave, para el experto, está en ser
responsables con imagen propia de los demás,
es decir, ser consciente que las decisiones individuales también
afectan a los demás debido a los problemas de coordinación
y cooperación parte de lo que hacemos es cómo
parte de las creencias colectivas que hay es acerca de cómo
somos, terminan convirtiéndose en comportamientos que
producen pérdidas o ineficiencias en el sistema,
explica.
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La cultura ciudadana,
puede ir más allá de
cambiar comportamientos en el tráfico y la convivencia.
Por medio de la ley, la moral y la cultura como sistemas
de regulación que tiene el ser humano se pueden
contener, o motivar, comportamientos que lleven
a un uso racional y compartido de un bien colectivo
con recursos limitados como el
caso de la salud.
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Aunque sea difícil
de creer, el sistema de salud se reciente con una cita médica
de especialista que no sea cancelada a tiempo. Como usuario
sólo se tiene la información de la cita que incumplió,
sin embargo, a una escala superior se tendrá un costo
aún más delicado: Negarle el acceso a otro ciudadano
que estará en lista de espera para ser llamado. Son esos,
de acuerdo al experto, los microcomportamientos que la
gente percibe que no son graves, pero en el agregado, calculemos
cuánto le vale eso al sistema.
Las reglas, que legítimamente instaura el Estado, pueden
quedarse cortas debido a las reglas informales asumidas colectivamente
por los ciudadanos y que pueden ser bien vistas, pero terminan
siendo un atajo individual que va en detrimento el interés
colectivo. Por tanto, de acuerdo a Chiappe, no se puede esperar
que las reglas del gobierno lo resuelvan todo, sino que se requiere
de la promoción de la autorregulación, por medio
de reglas tácitas que garanticen el derecho a la salud.
El experto lo ejemplifica así los médicos
tienen sus códigos de honor, tienen sus formas de interactuar,
y eso, puede ser tan o más poderoso que un incentivo
que se ponga formalmente desde el gobierno; de igual forma
podría suceder con la industria farmacéutica o
de cada ciudadano.
Un código adicional, por ejemplo, como ciudadanos es
actuar con un pensamiento preventivo y precavido de accidentes.
Sin embargo, esta etapa la considera el experto un paso aún
mucho más avanzado, pues sociedades como la nuestra,
por muchos motivos históricos nos hemos vuelto individualistas
y cortoplacistas, entonces a largo plazo mis acciones afectan
a las de terceros y cómo eso vuelve a la larga como en
un circulo.
El silencio: No soy sapo
El silencio cómplice puede ser el comportamiento
más grave que desangra el sistema de salud. Un ciudadano,
que sin necesitar los beneficios del Sisbén o reporta
con un mínimo a salud y pensión cuando devenga
un sueldo mayor, puede tener beneficios temporales e individuales
que regresarán como crisis colectiva.
Lo más peligroso de todo esto, según Chiappe,
es que esos comportamientos pueden ayudar a construir una serie
de incentivos perversos en los que se envíe el mensaje
de que robar al sistema, vale la pena pues al fin y al
cabo alguien va a entrar a salvarlo sin ninguna responsabilidad.
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