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Cruzada
para
defender al Invima
Redacción El Pulso elpulso@elhospital.org.co |
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En algo así como un frente para defenderse del lobo,
se unieron los actores del mundo del medicamento y conexos
para defender al Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos
y Alimentos, Invima, de la amenaza de cierre que pretende
imponérsele mediante un decreto del gobierno nacional
y redactado en Planeación Nacional.
A pesar de sus profundas diferencias, muchas veces insalvables,
gremios como la Asociación de Industrias Farmacéuticas
Colombianas Asinfar-; la Asociación de Laboratorios
Farmacéuticos de Investigación Afidro-, que
reúne productores
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multinacionales; la Cámara
de la Industria Farmacéutica de la Andi y tres cámaras
más del gremio industrial: Salud, Alimentos y Cosméticos;
la Asociación Colombiana de Hospitales y Clínicas,
ACHC; la Fundación Instituto
para la Investigación del Medicamento en los Sistemas
de Salud, Ifarma, entre otros, e incluso el mismo Invima,
formaron causa común para decirle al gobierno nacional
que no es procedente ni conveniente cerrar o liquidar el
Invima, pero que tampoco puede mantenérsele como
está, porque el Instituto, el sector salud y todos
sus vigilados, reclaman a grito en pecho que al Invima debe
fortalecérsele para que cumpla adecuadamente sus
funciones de inspección, vigilancia y control de
los productos de consumo humano y animal.
A pesar de que la firma del decreto que acababa con el Invima
se frenó en seco durante el tiempo de facultades
especiales del presidente Uribe, gracias a la advertencia
de voceros gremiales como el presidente de la Andi, Luis
Carlos Villegas, que mostró la preocupación
del sector productivo ante la iniciativa, el gobierno tampoco
se ha mostrado dispuesto a archivarlo, sino que anunció
una reestructuración del mismo que sería presentada
en unos dos meses. Ello mantiene en la cuerda floja al Instituto
y en vilo a los actores del mundo del medicamento y de la
salud, pendientes de la decisión al respecto.
Un proyecto con contradictores
El decreto estaba listo para ser firmado el 6 de junio de
este año, y en él se trasladaban al Ministerio
de la Protección Social funciones como la expedición
de registros sanitarios; a la Superintendencia de Competencia
y Consumo, que se crearía como un ente más
grande que la Superintendencia de Industria y Comercio,
irían otras funciones como la salvaguarda de la información
que entregan los laboratorios para obtener dichos registros,
la autorización de publicidad para promover comercialización
y consumo de productos, la organización-dirección
y control de la red nacional de laboratorios, y finalmente,
la promoción, apoyo y acreditación de instituciones
para la realización de evaluaciones farmacéuticas
y técnicas, así como los laboratorios de control
de calidad, su asesoría y control de operación,
sin perjuicio del control de los entes territoriales; y
a la Supersalud, pasarían las funciones y facultades
para sancionar personas y empresas que violen las normas
regulatorias de producción y comercialización
de alimentos y medicamentos. Luego, el decreto ordenaba
la eliminación de los cuerpos directivos del Invima
y consecuentemente, la supresión del Instituto.
Aunque este proyecto de decreto se había filtrado
en el sector salud desde finales del mes de junio, el toque
de sirena fue dado por un artículo del periódico
El Tiempo el pasado 8 de julio, Ajuste/ Una liquidación
que pondría en riesgo la salud pública. Así
se proyecta dividir el Invima, del redactor Jorge
Correa; en la publicación se mostraba este intento
de desmembrar la entidad y repartir sus funciones, incluso
entre particulares, y la poca o nula simpatía que
generaba entre algunos de los gremios mencionados. Estos
argumentan en el texto, que la sola idea de que la expedición
de registros sanitarios o permisos para fabricar, comercializar,
importar y exportar medicamentos, alimentos, bebidas, cosméticos
y otros productos, se devuelva al hoy Ministerio de la Protección
Social, es una propuesta escalofriante.
Según la ACHC, el Invima controla la calidad de unos
12.000 productos comercializados en Colombia y de otros
50.000 fabricados o importados por empresas que también
vigila la entidad. Según la Andi, los sectores vigilados
por el Invima suman el 40% de la producción industrial
del país (unos 23 billones de pesos), la quinta parte
de las exportaciones industriales y el 11.2% de las importaciones;
además, autoriza el ingreso de millones de dólares
en materias primas para producir los bienes en mención
y genera el 34% del total de empleos creados por la industria
(cerca de 172.000 empleos) además de las 400.000
personas que derivan sus ingresos por distribución,
venta directa o multinivel. En exportaciones de medicamentos,
a inicios de los años 90 se exportaban 27 millones
de dólares en medicamentos y hoy día superan
los 248 millones de dólares.
De cerrarse el Invima, sus funciones se fragmentarían,
generando un verdadero retroceso y enredando mucho más
cualquier trámite relacionado con los productos de
consumo humano y animal. Además, la acreditación
de laboratorios farmacéuticos en Buenas Prácticas
de Manufactura, la cadena de distribución de medicamentos
y la farmacovigilancia (manejo de reportes de los médicos
sobre efectos secundarios o adversos de medicamentos), pasarían
a manos de particulares del sector privado, algo considerado
absolutamente inconveniente por todos los actores involucrados
en estos procesos. Sería como perder 10 años
de toda una estructuración de actividades tendientes
a mejorar la vigilancia, inspección y control de
los medicamentos y alimentos.
El senador Bernardo Alejandro Guerra Hoyos también
se pronunció contra el proyecto, por considerar que
el control o poder sancionatorio es función inherente
al Estado y no puede delegarse a particulares, porque los
convertiría en juez y parte; recordó como
el Invima recibe recursos por unos $19.000 millones anuales
por sus servicios y de ellos solo le dejan $9.000 millones,
ya que el resto va al gobierno central por estimarse como
excedentes financieros. Según el senador, con estos
recursos el Invima podría implementar una Red de
Laboratorios de Control de Calidad para medicamentos, insumos
y alimentos (que costaría unos $3.000 millones),
continuar con las Buenas Prácticas de Manufactura
que le dan reconocimiento a los productos colombianos por
calidad en el exterior, implementar las Buenas Prácticas
de Laboratorio (BPL) y de Abastecimiento (BPA), además
de descentralizar funciones en las Secretarias Seccionales
de Salud.
Por todo ello, el parlamentario antioqueño señaló
que el gobierno debe evitar a toda costa la conformación
de monopolios rentísticos en aspectos de salud y
bienestar, porque quedarían sujetos a la manipulación
de dichos monopolios; además, advirtió que
si se entrega el manejo de los mecanismos de inspección,
vigilancia y control a quienes ya controlan la producción
y los canales de distribución, esa hegemonía
llevaría a una mayor descomposición de este
mercado, generando el caos total en la salud pública.
Y en carta del presidente del Colegio Nacional de Químicos
Farmacéuticos, Jorge Olarte, al Departamento Nacional
de Planeación, éste afirma que siempre se
ha considerado como uno de los grandes logros del país
en control sanitario, la creación del Invima para
vigilancia y control exclusivo de medicamentos, alimentos,
productos médico-quirúrgicos, licores y demás
productos que inciden en la salud individual o colectiva.
Recordó además que los países más
desarrollados en este tipo de control, cuentan con organismos
fuertes y totalmente autónomos para proteger la salud
de los consumidores, como la Food and Drug Administration
(FDA) en Estados Unidos, la EMEA de la Comunidad Europea,
la DIGEMID en Perú, el ANVISA en Brasil, el Instituto
Rafael Rancel en Venezuela, el Instituto Nacional de Higiene
Leopoldo Izquieta Pérez en Ecuador, entre otros.
Resaltó además, que en el desarrollo del Invima
se han logrado impactos positivos como la lucha contra la
falsificación de medicamentos incluso con reconocimiento
internacional, y el decomiso de productos adulterados o
en mal estado, con una nómina de apenas unas 200
personas, entre empleados fijos y contratistas. Por ello,
afirma Jorge Olarte, desintegrar al Invima es un retroceso
sanitario que deja a Colombia en desventaja frente a mercados
extranjeros que ya trabajan con altos estándares
de control sanitario.
Sería un contrasentido
cerrar el Invima: ACHC
Juan Carlos Giraldo Valencia, director de la Asociación
Colombiana de Hospitales y Clínicas (ACHC), considera
al Invima una creación afortunada de la Ley 100 que
ha ido evolucionando favorablemente en su adaptación
al sistema de seguridad social. Enfatizó como superó
el represamiento en concesión de licencias y autorizaciones
necesarias para hacer operativo el tema sanitario de su
competencia, por lo que parece un contrasentido el hecho
de que una vez ha madurado con un tamaño estructural
adecuado y cierta autosostenibilidad, el Estado quiera desmembrarlo,
quitarle funciones o desaparecerlo.
La pregunta de fondo en estas disyuntivas, indicó,
es: ¿Cuál es la relación costo-beneficio
de esa decisión? Uno cree que estas decisiones responden
a una macropolitica de reestructuración del Estado,
en la línea de que el Estado ideal es uno muy pequeño;
nos parece que esto se debe poner en la balanza y mirar
si se gana más desapareciendo unas funciones y ahorrando
unos costos de funcionamiento de esa entidad o si se consigue
mucho más teniéndola viva para ejercer esas
funciones.
El doctor Giraldo explicó como el Invima ha hecho
una defensa excepcional de su funcionamiento y de su permanencia
dentro del Estado colombiano, al poner en blanco y negro
lo que hace el Instituto, cuáles serían los
escenarios con y sin Invima, mostrando uno bueno, uno regular
y uno malo. El Ministerio de la Protección Social
ha dicho que tomará todos estos elementos, incluidos
los presentados por la industria farmacéutica y los
gremios, para presentar una propuesta intermedia, con lo
cual queda en el ambiente que sí se va a avanzar
hacia un proceso de reestructuración, no tan profundo
como inicialmente se había dicho. Para evitar especulaciones,
sería conveniente que el gobierno presentara su posición,
buscando consenso entre las diferentes propuestas.
Concluyó Giraldo Valencia que en un momento problemático
tan severo como el que vivimos, las únicas entidades
que no pueden en ningún momento ser desmanteladas,
fusionadas, desmembradas y desaparecidas, son las entidades
de vigilancia y control, sino que al contrario, habría
que darles una capacidad punitiva, investigativa y de acción
mucho más grande, porque eso al final es lo único
que salva el sistema. Son el cien de la balanza. Si
se debilitan o se entregan sus funciones a otras entidades
públicas o privadas, definitivamente no va a haber
confianza dentro del sistema.
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de empresa, la unidad de sus negocios de salud, pensiones
y riesgos profesionales bajo una sola administración
central fuerte.
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Cajanal y Caprecom:
una segunda oportunidad
Resoluciones
y acuerdos logrados en medio de un clima de desesperación,
le dieron una nueva oportunidad a la Caja de Previsión
de Comunicaciones - Caprecom- y a la Caja Nacional de Previsión
-Cajanal-, que estuvieron en vilo hasta último momento,
para seguir funcionando.
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