Opinión |
¿Si
hay Derecho?
por
Arturo Yepes Alzate
Manizales
La
Constitución del 91 catalogó como fundamental el derecho
a la salud, en cuanto es conexo con el de la vida. Para desarrollar
este precepto se expidió la Ley 100, de cuya aprobación
han transcurrido más de siete años y unos cinco de
estar en plena aplicación. Observemos algunos resultados:
Los
afiliados al régimen contributivo (léase EPS públicas
y privadas), padecen de servicios restringidos, red de servicios
insuficientes y con mora en sus pagos, y en casos como el Seguro
Social, sufren la peor atención, porque se contrae sólo
a las urgencias y acciones derivadas de tutelas, y Cajanal sin red
que preste el IV nivel, es decir la atención en enfermedades
de alta complejidad.
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La
Constitución del 91 catalogó como fundamental el
derecho a la salud, en cuanto es conexo con el de la vida.
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En el régimen subsidiado (léase
ARS públicas y privadas), las administradoras se han acogido
a la ley 550 para burlar sus pagos a la red pública, poniendo
en peligro los hospitales municipales y departamentales, los alcaldes
han peculado por doquier al destinar los dineros de obligatoria asignación
al régimen subsidiado a otros fines, los certificados del Sisbén
se han repartido con criterios de favoritismo, los giros del Fosyga
presentan atrasos de dos meses y han cerrado las Empresas Solidarias
de Salud.
Para
el régimen de vinculados (léase población sin
seguridad social que crece aceleradamente año a año),
los recursos son insuficientes por parte del Estado. Los municipios
no aportan al sistema, los hospitales públicos con graves
problemas estructurales y financieros no dan abasto para atender
pacientes a quienes la red privada rechaza porque no es solidaria
frente a la población de escasos recursos, y además
se ha incrementado la cultura del no pago por parte de quienes requieren
los servicios.
Finalmente,
los planes complementarios (léase medicina prepagada), han
tomado nuevamente auge, pero funcionan con tarifas muy bajas, tomadas
del Plan Obligatorio de Salud, y por esto los contratos están
plagados de letra menuda que ayuda a eludir muchas de
las actividades que prometen los vendedores de pólizas y
permite elevar glosas a las instituciones prestadoras de salud para
retardar los pagos.
El
panorama es caótico, desalentador y preocupante. Lo más
grave, es que han sido muchos los esfuerzos para ajustar todas las
fallas descritas, pero son insuficientes los resultados.
¿Qué
hacer? ¿Expedir más leyes? Creemos que no. Normas
y más normas, reformas y contrarreformas, no son otra cosa
que pérdida de tiempo y aplazamiento de las soluciones. Se
requieren entidades sólidas, valor civil, respeto por el
diseño normativo del sistema y capacidad sancionatoria con
mano firme. Sobran más diagnósticos, necesitamos hechos
que nos permitan recuperar la credibilidad en un sistema que agoniza
en medio de muchas leyes que por lo prolijas nunca llegan a aplicarse.
¿De
quién es la responsabilidad de la salud de los colombianos?
Todos al unísono contestamos: del Estado. ¿Pero dónde
queda la responsabilidad social, el autocontrol, los estilos de
vida sanos, la responsabilidad frente a nosotros mismos?
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Se
requieren entidades sólidas, valor civil, respeto por el
diseño normativo del sistema y capacidad sancionatoria
con mano firme. Sobran diagnósticos, necesitamos hechos
que nos permitan recuperar la credibilidad en un sistema que agoniza
en medio de muchas leyes que por lo prolijas nunca llegan a aplicarse.
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De ahí la invitación a que hagamos
la siguiente reflexión: siempre los recursos serán
insuficientes si de aliviar la enfermedad se trata. Gobernantes,
entidades del sistema y usuarios, debemos esforzarnos conjuntamente
en mantener la salud, y en financiar la atención de la enfermedad,
pero no únicamente con los dineros del Estado. Somos nosotros
como ciudadanos responsables también por los actos que atentan
contra nuestro propio bienestar. Nos corresponde eliminar el descuido,
los malos hábitos, el alicoramiento, las conductas imprudentes,
la violencia.
Nos
falta mucho para alcanzar el ideal de municipio saludable. Dejemos
de engañarnos tras un eslogan y mejor comprometamos nuestra
conducta para superar una realidad que hoy nos golpea con la fuerza
contundente de los hechos: En salud...!No hay derecho!
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muy poco vi hacer el ridículo a un intelectual que, a principios de
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Cartas al Director
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