EDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 8    NO 97 OCTUBRE DEL AÑO 2006    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co

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De prohibido a obligatorio

La reciente despenalización del aborto en los casos establecidos por la Corte Constitucional, pone a pensar en muchos aspectos que la sentencia misma entraña. Están muy claros los casos en los cuales no hay pena; pero todo no para allí.
Para los casos de verdadera urgencia, es decir, en los casos llamados de vida o muerte, está establecido que ninguna institución puede negarse a recibir el paciente. Hasta ahora, esta obligación de forma tan contundente sólo se presentaba en los casos ya dichos, y con todo la razón. En los demás casos que se requería servicio médico, no estaba taxativamente dicho que las instituciones, por encima de cualquier consideración, tenían que recibirlos. Se respetaba con ello el nivel de desarrollo científico y tecnológico de la entidad, y el nivel de formación y capacitación del personal médico y paramédico. No todo el mundo sabe de todo y no todo el mundo es capaz de todo. Ahora con la sentencia que despenaliza el aborto -en los casos establecidos en ella- las entidades no pueden negarse a practicar el procedimiento. Los profesionales podrán argumentar objeción de conciencia, pero la entidad no; ellas no podrán hacerlo hasta el punto de que si no se dispone de recursos para la atención de la paciente, se le debe buscar otra entidad que realice el procedimiento. Estamos entonces no solo ante la despenalización del aborto, sino ante la propuesta, o más específicamente, ante la inducción de la deshumanización de los hospitales y la dicotomía de funciones y criterio del médico que aduce objeciones de conciencia, pero que debe remitir el caso para que se realice en otra entidad.
El tema tiene su componente moral muy importante. Pero actualmente parece que razones de este tipo son poco menos que desestimables. Y aunque ello en la realidad no es así, para el pensamiento presente y en gracia de discusión, demos por aceptado no tocar este aspecto.
La sociedad entera reclama hospitales humanizados, que exhiban altos niveles de sentimientos excelsos, que se compenetren con la angustia, con la soledad que el enfermo siempre siente -aún estando acompañado-, que sean capaces de brindar comprensión, y en una palabra, que logren en su trabajo diario, expresar los mejores sentimientos de todos y cada uno de sus empleados. Porque eso es un hospital; son las voces y sentimientos aunados; son las intenciones y las actitudes compartidas; son las preocupaciones y los proyectos de todos y de cada uno. Pero sobre todo, un hospital es la expresión de toda una sociedad, manifestada en la vida diaria de unos, de quienes laboran en el mismo entorno, de quienes realizan sus tareas particulares apuntando en un solo sentido, manifestado en forma del quehacer permanente y en cada acto y en cada tarea, y aceptando siempre conscientemente y con humildad, porque ello lo saben de antemano, que en medicina solo se puede “curar a veces, aliviar a menudo y consolar siempre”. Pero no, esto no vale. La sentencia pretende que la organización vaya por un lado y su gente, los hacedores de ella, vayan por otro. Es el criterio técnico legal aplicado, sin consideración alguna, a lo humano. Es la expresión del mundo de hoy visto también en la expresión de querer hacer las cosas, y al verse sin argumentos, despersonalizar los propósitos. Es aplicar algo así como que al juez, en su quehacer, se le debe exigir que falle en derecho, y ahora, que el médico también lo haga, que proceda en derecho, pero como se pone de presente la objeción de conciencia, entonces bueno, que lo hagan las entidades, y si éstas también protestan, entonces que sean las públicas, que al fin y al cabo, ellas no son de nadie, o mejor son del Estado y él ahora está diciendo qué debe hacer el médico.
Por esto hemos creído que el tema de la despenalización del aborto es solo un síntoma, y que en él se pasó de la despenalización a la obligación, y que se pasó de penalizarse al abortista para penalizar a quien no lo es.
El asunto contiene aspectos de temas médicos, de temas morales y legales, todos muy importantes. Pero contiene aspectos humanos no despreciables y consideraciones interesantes frente al rumbo de la sociedad. Independiente de la posición individual, de las creencias y de los pareceres, la despenalización del aborto no es de generación espontánea. Tampoco es un hecho aislado, autónomo, independiente. Es una consecuencia de una serie de fenómenos sociales que van penetrando en la cultura y van conduciendo el pensamiento de manera insensible hacia otros lares, unas veces no preconcebidos y otras sí, que se van tejiendo con paciencia por esas mentes. Es por esto que todo lo que en estos campos suceda, debe ser debatido y analizado muy, muy cuidadosamente, ya que existen corrientes que desean instaurar un Estado mandón y amenazante de las libertades del hombre.
Para esto, advirtamos acá y para tipificar un poco lo antes dicho que, en términos generales, el embarazo ectópico es quirúrgico y que las anomalías congénitas que son incompatibles con la vida, son incompatibles con la vida. De manera que al menos en estos dos aspectos, haber despenalizado el aborto no resultó ser ninguna novedad. Cabe entonces preguntarse: ¿qué subyace en la sentencia sino lo mencionado antes?

 
 




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