MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 256 ENERO DEL AÑO 2020 ISNN 0124-4388
elpulso@sanvicentefundacion.com
La COP25, celebrada en Madrid en diciembre, fue un fracaso, así lo declararon desde la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y los líderes ambientales del globo, los aterradores efectos del aumento en la temperatura seguirán produciéndose.
Las cataratas Victoria, entre Zimbabue y Zambia (África), se han secado casi por completo, en diciembre el río sufrió la peor sequía de la historia, lo que preocupa a quienes viven del turismo en la región, pero mucho más en los ambientalistas que piensan en las próximas generaciones y el impacto que sufrirán los ecosistemas por el cambio climático.
De las aguas del río Zambeze (arriba de las cataratas) sale la electricidad para gran parte de esas dos naciones, y el agua potable que sale de sus grifos, detrás la devastadora escena de las cataratas secas se vive el drama de no contar con ninguno de los dos servicios. El presidente de Zambia, Edgar Lungu, lo ha llamado “un crudo recordatorio de lo que el cambio climático está haciendo a nuestro medio ambiente”.
Casi con toda certeza, las temperaturas medias de los últimos cinco años y de la década serán las más elevadas de las que se tiene constancia. Según la Organización Meteorológica Mundial, todo apunta a que 2019 será el segundo o tercer año más cálido del que se tienen datos y esto se debe a los cambios exacerbados por las emisiones de gases de efecto invernadero fruto de la actividad humana. Las concentraciones de dióxido de carbono en la atmósfera alcanzaron un nuevo máximo histórico en 2018, y en 2019 no dejaron de aumentar.
En la Antártida, las extensiones de hielo registraron valores mínimos sin precedentes en algunos meses de 2019. Jonathan Fowler, portavoz de la Organización explica que “el aumento del nivel del mar se ha acelerado desde que hay mediciones por satélite porque se está derritiendo la capa de hielo en Groenlandia y la Antártida, según el informe. El océano, que actúa como un amortiguador, absorbiendo calor y dióxido de carbono, está pagando un precio muy alto”.
Para Michelle Bachelet, alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos: “entre los múltiples retos a los que se han enfrentado los derechos humanos desde la Segunda Guerra Mundial, quizás sea la emergencia climática mundial la que representa una amenaza de mayor magnitud. Desde su repercusión sobre el derecho a la vida, la salud, la alimentación, el agua y la vivienda, hasta nuestros derechos a vivir sin discriminación, al desarrollo y la autodeterminación, sus efectos se sienten ya en todos los ámbitos”.
Sin embargo, mientras en Zimbabue y Zambia se vive esta sequía y en el polo norte se produce el deshielo, en Madrid los representantes de casi 200 países que firmaron con bombos y platillos el Acuerdo de París (2015) le hacían el quite a sus responsabilidades para frenar la emisión de gases de efecto de invernadero que calentarán al planeta entre tres y cinco grados centígrados para finales de este siglo.
La ciencia demostró ante la ONU cuáles son los efectos del cambio climático en los ecosistemas y en la vida de los seres humanos.
De acuerdo con la Declaración sobre el estado del clima mundial, que lleva la firma de los científicos de la Organización Meteorológica Mundial, las mismas emisiones de gases que producen el efecto invernadero son de la contaminación del aire, origen de la muerte prematura de siete millones de personas al año. Además, solo en 2018, la cantidad de personas vulnerables de más 65 años expuestas a olas de calor aumentó en 220 millones con respecto a la media del período de referencia comprendido entre 1986 y 2005.
En otro informe publicado por la Organización Mundial de la Salud se destaca que solo uno de cada cinco países ha diseñado estrategias para mitigar los efectos de este fenómeno. En el informe, que se basa en una encuesta llevada a cabo en más de 100 países, esta agencia de la ONU señala que únicamente el 38 % de los países cuenta con recursos para ejecutar parcialmente su estrategia nacional en materia de salud y cambio climático, y menos del 10 % destina recursos suficientes para su plena ejecución.
El estudio, realizado por un equipo de 250 científicos y expertos de más de 70 países y publicado por la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, que se celebró en Nairobi (Kenia) en marzo pasado, asegura que el mundo tiene a su disposición la ciencia, la tecnología y las finanzas necesarias para encaminarse hacia el desarrollo sostenible, pero aún falta un mayor esfuerzo de líderes públicos, empresariales y políticos que se “aferran a modelos obsoletos de producción y desarrollo”.
“La información científica es clara. La salud y la prosperidad humanas están directamente relacionadas con el estado del medio ambiente. Este informe construye una perspectiva de la humanidad: nos encontramos en una encrucijada. ¿Continuamos por nuestra ruta actual, que nos llevará a un futuro sombrío, o escogemos el camino del desarrollo sostenible? Esa es la elección que deben hacer nuestros líderes políticos, ahora”, aseguró Joyce Msuya, directora ejecutiva interina de ONU Medio Ambiente.
La COP25 se suponía que iba a ser la más importante, porque se tendrían que tomar medidas extraordinarias para lograr el objetivo trazado en el Acuerdo de París, intensificar los esfuerzos para limitar el calentamiento global a 1.5 ° C por encima de las temperaturas preindustriales y a impulsar el financiamiento de la acción climática.
Pero los representantes de las potencias estuvieron a la defensiva, privilegiando la producción y el consumo por encima de los intereses del planeta, la única excepción fue la Unión Europea, quien se había comprometido a alcanzar la neutralidad carbono en 2050, pero su posición no sirvió de mucho.
Se formaron dos grupos: “Quien quiere ir más deprisa y quien quiere escudarse en lo que hasta ahora ha sido insuficiente, para (así) no seguir avanzando”, resumió la ministra española para la Transición Ecológica, Teresa Ribera.
Al respecto, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, manifestó que “la comunidad internacional ha perdido una oportunidad importante de demostrar una mayor ambición en materia de mitigación, adaptación y financiamiento para enfrentar la crisis climática”, y sentenció: “No debemos rendirnos y no me rendiré”.
Para Greenpeace “la fuerte y silenciosa presión ejercida por los lobbies de los combustibles fósiles y de corporaciones, que solo defienden sus propios intereses, han socavado los avances de la COP25”, y agregó que el miedo a que sus lucrativos negocios se vieran afectados ha hecho que ejercieran toda su influencia para evitar un acuerdo multilateral que abordara de forma decidida la emergencia climática.
“Se preveía que esta COP fuera técnica, pero finalmente ha sido más bien política y hemos visto cómo operan los grupos de presión de los sectores más contaminantes que torpedean las negociaciones, así como la profunda desconfianza de la juventud hacia la clase política”, señaló Jennifer Morgan, directora de Greenpeace Internacional.
Además de Greenpeace, los lamentos también se escucharon desde WWF, REV Ocean, One Ocean y de importantes figuras mundiales como la joven Greta Thunberg. Todos aseguran que cada vez será más difícil parar esta debacle para la humanidad.
Tel: (4) 516 74 43
Tel: (4) 516 74 43
Cel: 3017547479
diana.arbelaez@sanvicentefundacion.com