MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 291 DICIEMBRE DEL AÑO 2022 ISNN 0124-4388
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Uno de los megas de cualquier sistema de salud es la sostenibilidad financiera, al igual que la ganancia en salud y el interés propio del paciente, las cuales permiten la garantía de continuidad, la supervivencia, y la viabilidad. Por lo tanto, es fundamental que la recaudación, mancomunación y asignación de los fondos disponibles logren compensar el gasto en salud con el fin de mantener el ciclo y flujo adecuado.
En el caso de las aseguradoras en salud, se precisa que es importante que el modelo de gestión del riesgo en salud, las formas de compra de servicios y controles a la administración permitan hacer un manejo eficiente de la siniestralidad, donde los ingresos por compensación o liquidación mensual de afiliados logren cubrir los costos de producción de servicios. Sin embargo, actualmente se evidencia que el sistema de salud en su diseño primigenio no asegura una operación con un cierre financiero adecuado, lo que se traduce en inviabilidades para toda la cadena de agentes intervinientes en salud.
A su vez, se ha indicado que los ingresos solo cubren los costos de producción y una parte del gasto administrativo, por lo que al final se reporta una pérdida contable, que es propiamente el insumo para incrementar el deterioro del patrimonio. Es decir, si no se logra una mayor eficiencia en la gerencia del gasto en salud, mediante un efectivo modelo de gestión del riesgo, acompañado de un conveniente esquema de contratación o acuerdo de voluntades y de controles en las actividades administrativas de soporte, no será posible lograr los resultados con equilibrio y también se dificultará el cierre efectivo para las partes y para el sistema en general. Frente a ello y con el fin de mitigar los problemas patrimoniales es necesario revisar el modelo, en este será necesario que se aumenten los incentivos para la Atención Primaria en Salud y se implemente una hoja de ruta donde se presente la articulación de redes integradas e integrales.
A septiembre 31 de 2022, las hoy 26 EPS que consolidaron informes financieros en la Supersalud, reportaron ingresos aforados por un valor de $48.9 billones, con un costo asociado de producción de $48.4 billones, para un resultado bruto de solo $468 975 millones, lo cual generó un margen bruto 0,96 %, es decir que de cada $100 de ingresos por UPC en EPS, el costo de producción de los servicios de atención en salud fueron de $99.04, dejando un margen muy estrecho para el cubrimiento de los respectivos gastos administrativos.
Precisamente los gastos administrativos fueron de $2.9 billones, lo que corresponde a una participación de 5,87 %, es decir que por cada $100 de ingresos operacionales, las 26 EPS tuvieron en conjunto un gasto de $5.87.
Con un gasto administrativo a septiembre de $2.9 billones, la pérdida operativa se ubicó en $2.4 billones y para un margen de -4,91 %. Es decir que la operación no fue rentable a este corte y se proyecta mayor para el cierre del mes de diciembre, es entonces que los ingresos cubrieron los costos, pero no los gastos, ello explica el valor billonario en deudas del sistema que solo a septiembre entre EPS e IPS es de $16.6 billones.
A este resultado negativo se le suman otros ingresos no operacionales de $1.2 billones y en esa misma medida se le descuentan los otros gastos no operacionales de $64 007 millones, para un resultado en el agregado general como excedente neto de - $1.2 billones. En otras palabras, las pérdidas promedio por mes del sistema de salud en Colombia en 2022 para las 26 EPS fueron de $48 565 millones. No obstante, es preciso señalar que 14 EPS registraron pérdidas contables, las 12 restantes aportaron un excedente al cierre de septiembre.
En lo que respecta a la ecuación contable, los activos totales fueron de $19.5 billones, con pasivos de $20.7 billones, lo cual genera en consecuencia un patrimonio negativo de - $1.3 billones. O lo que es lo mismo, la ecuación es ampliamente desigual, donde el resultado negativo equivale a 6,67 % del valor de los activos. Un patrimonio negativo es un inductor que puede señalar una causal técnica de disolución y liquidación, por lo que es un indicador altamente sensible que advierte un riesgo de continuidad de un negocio en marcha.
De la ecuación anterior, se observa un desempeño negativo en la pérdida de autonomía y gobernanza, toda vez que el nivel de endeudamiento es del 106,48 %. De conformidad con el indicador anterior, la solvencia financiera es negativo del 6,48 %.
En contraste, hasta junio de 2022 la pérdida neta era de - $353 031 millones, al trimestre siguiente el valor se incrementa en 3.45 veces, y se sitúa en $1.2 billones. La condición expuesta es más evidente, aun dado que el patrimonio es negativo y que las pérdidas acumuladas de ejercicios anteriores a esta fecha están en $3.6 billones y el defecto patrimonio adecuado a septiembre de 2022 se ubicó en - $979 000 millones como resultado neto, pese a que las EPS deficitarias reportaron una insuficiencia patrimonial de - $3.8 billones.
En conclusión, el indicador de peor pronóstico en materia financiera es justamente el registrar una pérdida contable, pues es el precursor o mayor inductor que desencadena una serie de indicadores que están vinculados con su desempeño y si este ya viene negativo desde el mismo resultado operativo, es aún más dramático porque puede estar mostrando una pérdida de valor económico, empresarial, continuidad y viabilidad del negocio, pérdida en gobernabilidad y autonomía y un deterioro de la inversión.
Hoy se observan deudas billonarias en prestadores, deterioro de indicadores de permanencia y solvencia, patrimonios negativos que superan los aportes de capitales, lo cual las hace inviables desde el marco de la legalidad y al final todo esto afecta la salud de las personas y con ello en interés del paciente y sus familias, es decir que no se cumple el propósito de cualquier sistema de salud, de vivir más y mejor a costos razonables, lo que supone ser sostenible, satisfactorio en ganancia en salud.
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