MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 7    NO 91   ABRIL DEL AÑO 2006    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

El pasado mes de febrero, en este mismo medio, se presentó una discusión extensa sobre la política hospitalaria, una propuesta que se esperaba con urgencia, para que diera vuelta a la crisis; sin embargo, el ambiente en el que se ha recibido es de escepticismo.
Me atrevería a decir, luego de leer y escuchar a involucrados y analistas, que el sentimiento generalizado sobre los problemas hospitalarios es una mezcla de resignación y pesimismo. Resignación de ver que las cosas no van a mejorar mientras no se conciba un cambio en el modelo de regulación de la prestación de servicios, y pesimismo porque en las condiciones vigentes los hospitales públicos y el Seguro Social están condenados de antemano. Es difícil creer que los hospitales públicos y el Seguro por ejemplo, serán competitivos llevando a cuestas costos pensionales enormes y un régimen laboral desventajoso. Los demás prestadores por su parte, saben que las tarifas serán cada vez más duras y que el balance de poder no está a su favor, ni lo estará en los próximos cuatro años.
Aún así, avanzamos hacia una especie de predestinación, como si supiéramos que tenemos que seguir hasta el borde del abismo.
Es decir: aunque la política hospitalaria era esperada, no fija cambios en el modelo de regulación de la prestación ni ofrece un espacio de transición, lugar que es necesario porque en muchas partes del país no operan condiciones de competencia y transparencia, imponiéndose la corrupción y el clientelismo.
Al país le está pasando como si se le hubieran acabado las ideas. Tanto, que muchos dicen que los hospitales son así: en crisis.
Se han buscado salidas
Es necesario recordar que el país y los gobiernos en particular, siempre se han ingeniado alternativas atrevidas para solucionar los problemas hospitalarios. Disposiciones como crear el Sistema Nacional de Salud -SNS-, o constituir un Fondo Nacional Hospitalario, son un ejemplo. También la liquidación de las entidades que ordenó la Ley 10, y la creación de las empresas solidarias, el saneamiento de los pasivos pensionales, la descentralización, la Ley 100 de 1993, la creación de juntas directivas y la creación de los hospitales como Empresas Sociales del Estado -ESE- y últimamente las reestructuraciones. Todas estas iniciativas se acompañaron de programas financiados ampliamente para compra de equipos, y de apoyo gerencial, e incluso para enjugar los faltantes. Es decir, hemos hecho el esfuerzo de presentar sucesivamente ideas vigorosas, por lo que mal podría decirse que el Estado no le ha prestado atención al problema. Sin embargo, se nos está acabando el repertorio.
Aunque las reestructuraciones son motivo de críticas, y se vienen haciendo desde hace 8 años, continúan siendo casi la única receta para el problema hospitalario. Esto nos ha acostumbrado a convivir con asuntos negativos como el gasto de dineros de salud en deudas pensionales, o la vinculación del régimen subsidiado con el clientelismo. También sabemos que el régimen laboral de estos hospitales no es competitivo, pero parece que no puede hacerse mucho. Estamos atorados. Por eso, aunque deseamos que la nueva política hospitalaria fuese un cambio de rumbo definitivo, se percibe más bien como una invitación del Ministerio a reflexionar y a concebir otra vez un salto triple mortal hacia adelante.
¿Cuál es el nudo?
Sería muy importante mirar porque estamos atascados. Se me ocurre en particular que no somos capaces de proponer un vuelco a los problemas, porque desde hace tiempo estamos empeñados en que el único modo de regular la oferta y la demanda de servicios es a través del mercado, sin excepciones. Sin embargo, tal como van las cosas, será muy difícil que los hospitales públicos funcionen eficientemente, bajo un modelo de salud que no se los permite: Un escenario donde los hospitales públicos son disfuncionales, donde sufren la maldición de ser el "último emperador", de ser los últimos de su especie, de ser dinosaurios de su tiempo, de estar siempre en extinción y crítica. En palabras del doctor Jaime Arias sobre el ISS: "esto es como poner a competir un Ford 53 con un Ferrari último modelo".
Los dramas
Para romper con este bloqueo, debemos mirar los ejemplos en los que la regulación de los servicios bajo el mercado no funciona. Comencemos por otro caso del tristemente célebre "paseo de la muerte". Se trata del niño Johan Andrés, muerto en Barranquilla por una enfermedad de notificación obligatoria y control de salud pública (dengue hemorrágico), sin que ninguna entidad prestadora ni aseguradora lograra solucionar el problema (El Tiempo, 12 de marzo de 2006). El caso es crítico, porque el paciente no tenía las 100 semanas de cotización y según presentan las noticias, tampoco tenía dinero para pagar. Ante numerosas negativas y necesitando una Unidad de Cuidados Intensivos -UCI-, el paciente falleció.
A pesar que ya existen sancionados e investigados, esto no importa tanto como ver que justamente en la Costa Atlántica se cerraron los hospitales públicos más grandes, cosa que sí es responsabilidad del Estado. Quedaron pues sus habitantes a merced del sistema de aseguramiento y de sus propios medios, y como se ve, esa receta no es capaz de responder a todas las necesidades de la población.
No funcionó porque el régimen contributivo no significa estar protegido cuando existen períodos de carencia. No funcionó porque existen conceptos morales y éticos contradictorios. Porque es confuso decirle a un asegurador o un prestador que la salud es rentable a partir de la facturación o el ahorro, y que luego esas normas no funcionan. Es muy difícil creer que las entidades privadas pueden asumir los costos de ejércitos de personas necesitadas, sin que existan entidades públicas en una región. Es decir, no puede pedírsele a entidades privadas que se comporten como entidades públicas sin serlo, ni se puede pensar que las entidades públicas no se necesitan.
Lo que se ve es un Estado presente imponiendo sanciones, pero no se ve un orden, un dominio sobre lo que ocurre en la Costa Atlántica, ni se ven los hospitales públicos porque no hay. Es como si el sistema en general, en conjunto, hubiera fallado.
Contradicciones y regulaciones
Por otra parte, lo que ocurre en la Costa Atlántica no es un hecho inesperado. En muchas oportunidades se ha discutido que el sistema de salud colombiano es un híbrido que pretende poner en armonía mecanismos de competencia de mercado con conceptos públicos de protección social, tratando de alcanzar eficiencia y calidad. Pero el fruto de esta mezcla no es apacible; los fines particulares tratan de imponerse, del mismo modo que se le exige a entidades privadas comportarse como si fueran entidades públicas sin serlo. Sabemos que el sistema nuestro requiere ajustes porque a veces se comporta como un sistema mutual, en aspectos críticos como la afiliación o la prestación de servicios. La ausencia por ejemplo de una entidad pública que regule o cubra la oferta de urgencias o UCI en una ciudad, afecta también a las entidades privadas, sean estas IPS o aseguradoras. El papel del ISS es esencial para las EPS privadas. Esto es así porque en Colombia no hay cobertura universal, ni los regímenes tienen cobertura completa.
Los ejemplos de problemas de regulación son muchos. Por eso hace tiempo que la Universidad de Harvard sugirió un sistema de regulación mixto. En Inglaterra, luego de introducir los mecanismos de mercado para regular la oferta decidieron volver atrás, haciendo sólo cambios selectivos.
Pero nosotros todavía no nos decidimos a introducir cambios audaces. Infortunadamente, muchos obstáculos para encontrar soluciones son ideológicos o prejuiciosos. Por un lado estigmatizamos a las entidades públicas, y por otro idealizamos a las entidades privadas y a la regulación de mercado, a pesar que estos conceptos tienen un alcance limitado.
Todos estos elementos muestran que es necesario revisar la regulación de la prestación de servicios por la vía del mercado, complementándola o excepcionándola: No está funcionando adecuadamente ni responde a las necesidades del país en todos los lugares de su geografía. Mientras no se modifique el sistema de regulación de la prestación de servicios, no tendremos cambios reales en materia hospitalaria.
 
Otros artículos...
En acreditación en salud, “la buena suerte se enseña”
Bodas de oro de Medicina Interna del Hospital - 50 años al servicio de una medicina integral
En el Hospital Universitario San Vicente de Paúl - Con células madre salvan corazones y piernas
Circular 026: El cascabel al gato
Clones, altruismo y farsa
“Carta de derechos” de la población desplazada
Se busca más donación voluntaria, calidad y acceso en el sistema transfusional - Política Nacional de Sangre: para diluir errores del pasado
Compromisos de nuevos congresistas con la salud
Cambios en modelo hospitalario
En Antioquia - Recuperan promotores de Atención Primaria en Salud
Sanciones en la costa atlántica por casos de “paseo de la muerte" / Se espera confirmación de virus Hanta en Colombia / Vehículos para atención de emergencias en Medellín
Liberarán más de 100.000 cupos de régimen subsidiado en Bogotá / Balance y proyección de las Salas ERA / Ministerio invitó a denunciar extorsiones a entidades de salud
Promueven detección temprana de VPH en Colombia
Conclusiones y recomendaciones de la XVII Reunión de Alanam
Caso colombiano en el Informe Mundial de la Infancia 2006 de Unicef
 

 



Arriba

[ Editorial | Debate | Opinión | Monitoreo | Generales | Columna Jurídica | Cultural | Breves ]

COPYRIGHT © 2001 Periódico El PULSO
Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin autorización escrita de su titular
. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved