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Víctimas
del huracán Katrina:
Pagaron justos por pecadores
Ricardo
Restrepo Guzmán, MD Corresponsal Boston, Estados Unidos
- elpulso@elhospital.org.co |
Han pasado 4 años
desde aquel fatídico ataque a las torres gemelas y unas
pocas semanas desde aquel terrible huracán llamado Katrina.
En estas dos calamidades, el pueblo estadounidense se estremeció
ante la magnitud de la catástrofe, y el mundo entero
confirmó que nada ni nadie es invulnerable al sufrimiento.
En estos dos sucesos, la gran diferencia radicó en el
motivo y las razones de cada uno de los incidentes. El primero
de ellos ocurre en una de las zonas mas poderosas del planeta,
Nueva York; el otro en un Sur que históricamente se ha
visto marcado por las diferencias raciales y socioeconómicas.
La respuesta a los atentados fue inmediata, coordinada y podría
decirse efectiva, no pudiéndose decir lo mismo de Katrina,
que se anunció una semana antes de llegar a su destino
y que hasta un día antes de la catástrofe, los
habitantes de esas tierras sureñas (Mississippi, Louisiana
y Alabama) observaban en las pantallas de sus televisores, creyendo
más en ellos mismos o la respuesta de su gobierno que
en el poder de la naturaleza.
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En consecuencia se
habla de aproximadamente 1.000 muertes, pérdidas millonarias,
ciudades y pueblos arrasados y destruidos, multitudes de desplazados,
y una población minoritaria en su mayoría afro-americana
y en gran parte hispana que se preguntan en dónde está
la equidad, la ayuda, el soporte humanitario para reconstruir
sus vidas.
Muchos opinan que se pagó cara la falta de prevención
ante un desastre anunciado, cuestionan a un gobierno que quizás
hubiera tomado otro tipo de acción si se tratara de una
zona de menos pobreza y donde las minorías no fueran
mayoría.
Hospitales en emergencia
Al cierre de esta edición, todavía la
ciudad de Nueva Orleáns estaba bajo control de las autoridades
y no se permitía la entrada de sus ciudadanos, por temor
a aumentar el caos existente. Los hospitales todavía
se encuentran en período de recuperación y sin
tener capacidad de atención para la comunidad. Durante
el paso del huracán, muchos hospitales mantuvieron sus
instalaciones abiertas y albergaron damnificados por tres días
consecutivos. Lo que nunca se pronosticó fue la respuesta
en caso de una emergencia como la vivida. Mientras todos los
hospitales del área tenían un plan de emergencia
y evacuación, ninguno se preparó para una catástrofe
de tal magnitud y cada uno respondió de forma diferente
durante las horas que siguieron a Katrina. Médicos, enfermeras
y personal hospitalario pasaron de practicar medicina de alta
tecnología y recursos, a una atención del
tercer mundo, como muchos titulares de prensa definían
la situación.
La comida en hospitales se redujo de tres raciones a una al
día, médicos y enfermeras debido al mal funcionamiento
de las plantas eléctricas trataban de mantener vivos
a sus pacientes conectados a ventiladores por medio de la compresión
manual de aparatos de resucitación. A su vez se requirió
el uso del triaje en pacientes, utilizando números del
1 al 3 para indicar qué individuos debían ser
considerados más críticos que otros. En sí,
las escenas dentro y fuera de los hospitales eran dantescas,
a tal punto que muchos se preguntaban si los sucesos registrados
tenían lugar, verdaderamente, en los Estados Unidos de
Norteamérica. |
Hoy el pueblo
norteamericano se pregunta qué habría
pasado si los billones de la guerra hubieran estado
disponibles para salvaguardar las vidas perdidas por
Katrina.
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La falla de ventiladores,
diálisis, monitores cardíacos, desencadenó
una crisis en los diferentes servicios hospitalarios durante
cuatro a cinco días, tiempo que tomó al gobierno
federal en actuar por medio de FEMA (Federal Emergency Management
Agency, o en español, Agencia Federal para el Manejo
de Emergencias), institución catalogada después
de los incidentes como inepta y poca preparada para este desastre.
Hospitales alrededor de la ciudad de Nueva Orleáns se
enfrentaron a situaciones infrahumanas, en las cuales las aguas
nauseabundas por la descomposición y muerte eran albergadas
por insectos, alimañas y reptiles, convirtiendo un lugar
donde se buscaba seguridad y bienestar en una prisión
infernal. Personal hospitalario y pacientes veían al
pasar los días, como morían pacientes que con
la suficiente prevención hubieran podido ser evacuados
y puestos a salvo. Hospitales como el Memorial Medical Center
fueron memoria de seres humanos que murieron sin las más
mínimas condiciones de atención: 45 cuerpos fueron
descubiertos dos semanas después del huracán.
Cuando se preguntaron por culpables, su director expresó:
Si quieren encontrar un culpable, pregúntenselo
a Bush.
Otros hospitales, entre ellos el Methodist Hospital, contactaron
a su base de operaciones administrativas fuera de su estado
para pedir ayuda, la cual si hubiera llegado a tiempo hubiera
evitado muerte y desolación entre pacientes y personal
médico. Tal es el caso de Universal Health Services en
Philadelphia, que envió inmediatamente a sus hospitales
ayuda de emergencia, pero ésta fue confiscada en el aeropuerto
y destinada a otro lugar por la agencia federal FEMA. Esta ayuda
incluía combustible para los generadores eléctricos
del hospital, agua, comida y helicópteros para evacuar
a los pacientes más comprometidos. Se requirió
entonces, debido a la confiscación por parte de la agencia
federal, que para evitar contratiempos toda esta ayuda se iniciara
desde Lafa-yette, a 130 millas de Nueva Orleáns.
Y ahora...
Dos semanas después del paso de Katrina, tenían
que rodar cabezas, y la primera fue la del director de FEMA,
Michael Brown, quien con la frase renunciaré a
la posición de director para no distraer la atención
de los esfuerzos, creyó solucionar parte del cuestionamiento
a un gobierno que se enfrenta a una guerra contra un fantasma
llamado terrorismo y a una catástrofe natural presagiada
pero inesperada en proporciones. Esta historia es una de muchas
en esta catástrofe, la cual representa la realidad de
un gobierno y el despertar de una sociedad después de
la tormenta, pues hoy el pueblo norteamericano se pregunta qué
habría pasado si los billones de la guerra hubieran estado
disponibles para salvaguardar las vidas perdidas por Katrina.
Más que nunca, podemos pensar en aquel dicho que profesa:
Pagarán justos por pecadores . |
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