MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 7    NO 85    OCTUBRE DEL AÑO 2005    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

Víctimas del huracán Katrina:
Pagaron justos por pecadores

Ricardo Restrepo Guzmán, MD Corresponsal Boston, Estados Unidos - elpulso@elhospital.org.co
Han pasado 4 años desde aquel fatídico ataque a las torres gemelas y unas pocas semanas desde aquel terrible huracán llamado Katrina. En estas dos calamidades, el pueblo estadounidense se estremeció ante la magnitud de la catástrofe, y el mundo entero confirmó que nada ni nadie es invulnerable al sufrimiento. En estos dos sucesos, la gran diferencia radicó en el motivo y las razones de cada uno de los incidentes. El primero de ellos ocurre en una de las zonas mas poderosas del planeta, Nueva York; el otro en un Sur que históricamente se ha visto marcado por las diferencias raciales y socioeconómicas. La respuesta a los atentados fue inmediata, coordinada y podría decirse efectiva, no pudiéndose decir lo mismo de Katrina, que se anunció una semana antes de llegar a su destino y que hasta un día antes de la catástrofe, los habitantes de esas tierras sureñas (Mississippi, Louisiana y Alabama) observaban en las pantallas de sus televisores, creyendo más en ellos mismos o la respuesta de su gobierno que en el poder de la naturaleza.
En consecuencia se habla de aproximadamente 1.000 muertes, pérdidas millonarias, ciudades y pueblos arrasados y destruidos, multitudes de desplazados, y una población minoritaria en su mayoría afro-americana y en gran parte hispana que se preguntan en dónde está la equidad, la ayuda, el soporte humanitario para reconstruir sus vidas.
Muchos opinan que se pagó cara la falta de prevención ante un desastre anunciado, cuestionan a un gobierno que quizás hubiera tomado otro tipo de acción si se tratara de una zona de menos pobreza y donde las minorías no fueran mayoría.
Hospitales en emergencia
Al cierre de esta edición, todavía la ciudad de Nueva Orleáns estaba bajo control de las autoridades y no se permitía la entrada de sus ciudadanos, por temor a aumentar el caos existente. Los hospitales todavía se encuentran en período de recuperación y sin tener capacidad de atención para la comunidad. Durante el paso del huracán, muchos hospitales mantuvieron sus instalaciones abiertas y albergaron damnificados por tres días consecutivos. Lo que nunca se pronosticó fue la respuesta en caso de una emergencia como la vivida. Mientras todos los hospitales del área tenían un plan de emergencia y evacuación, ninguno se preparó para una catástrofe de tal magnitud y cada uno respondió de forma diferente durante las horas que siguieron a Katrina. Médicos, enfermeras y personal hospitalario pasaron de practicar medicina de alta tecnología y recursos, a una atención “del tercer mundo”, como muchos titulares de prensa definían la situación.
La comida en hospitales se redujo de tres raciones a una al día, médicos y enfermeras debido al mal funcionamiento de las plantas eléctricas trataban de mantener vivos a sus pacientes conectados a ventiladores por medio de la compresión manual de aparatos de resucitación. A su vez se requirió el uso del triaje en pacientes, utilizando números del 1 al 3 para indicar qué individuos debían ser considerados más críticos que otros. En sí, las escenas dentro y fuera de los hospitales eran dantescas, a tal punto que muchos se preguntaban si los sucesos registrados tenían lugar, verdaderamente, en los Estados Unidos de Norteamérica.
Hoy el pueblo norteamericano se pregunta qué habría pasado si los billones de la guerra hubieran estado disponibles para salvaguardar las vidas perdidas por Katrina.
La falla de ventiladores, diálisis, monitores cardíacos, desencadenó una crisis en los diferentes servicios hospitalarios durante cuatro a cinco días, tiempo que tomó al gobierno federal en actuar por medio de FEMA (Federal Emergency Management Agency, o en español, Agencia Federal para el Manejo de Emergencias), institución catalogada después de los incidentes como inepta y poca preparada para este desastre.
Hospitales alrededor de la ciudad de Nueva Orleáns se enfrentaron a situaciones infrahumanas, en las cuales las aguas nauseabundas por la descomposición y muerte eran albergadas por insectos, alimañas y reptiles, convirtiendo un lugar donde se buscaba seguridad y bienestar en una prisión infernal. Personal hospitalario y pacientes veían al pasar los días, como morían pacientes que con la suficiente prevención hubieran podido ser evacuados y puestos a salvo. Hospitales como el Memorial Medical Center fueron memoria de seres humanos que murieron sin las más mínimas condiciones de atención: 45 cuerpos fueron descubiertos dos semanas después del huracán. Cuando se preguntaron por culpables, su director expresó: “Si quieren encontrar un culpable, pregúntenselo a Bush”.
Otros hospitales, entre ellos el Methodist Hospital, contactaron a su base de operaciones administrativas fuera de su estado para pedir ayuda, la cual si hubiera llegado a tiempo hubiera evitado muerte y desolación entre pacientes y personal médico. Tal es el caso de Universal Health Services en Philadelphia, que envió inmediatamente a sus hospitales ayuda de emergencia, pero ésta fue confiscada en el aeropuerto y destinada a otro lugar por la agencia federal FEMA. Esta ayuda incluía combustible para los generadores eléctricos del hospital, agua, comida y helicópteros para evacuar a los pacientes más comprometidos. Se requirió entonces, debido a la confiscación por parte de la agencia federal, que para evitar contratiempos toda esta ayuda se iniciara desde Lafa-yette, a 130 millas de Nueva Orleáns.
Y ahora...
Dos semanas después del paso de Katrina, tenían que rodar cabezas, y la primera fue la del director de FEMA, Michael Brown, quien con la frase “renunciaré a la posición de director para no distraer la atención de los esfuerzos”, creyó solucionar parte del cuestionamiento a un gobierno que se enfrenta a una guerra contra un fantasma llamado terrorismo y a una catástrofe natural presagiada pero inesperada en proporciones. Esta historia es una de muchas en esta catástrofe, la cual representa la realidad de un gobierno y el despertar de una sociedad después de la tormenta, pues hoy el pueblo norteamericano se pregunta qué habría pasado si los billones de la guerra hubieran estado disponibles para salvaguardar las vidas perdidas por Katrina. Más que nunca, podemos pensar en aquel dicho que profesa: “Pagarán justos por pecadores” .
 

 



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