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Hospital San Vicente y Huellas Sanadoras: Una alianza en pro del bienestar

Por: Manuela Hernández Perdomo
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Las tardes de viernes en el Hospital San Vicente Fundación de Medellín tienen un tinte diferente. Unos pocos, reunidos en la zona de la fuente, ven con sorpresa a los invitados del día. En las puertas, el invitado entra con su carnet y uniforme, una pañoleta le rodea el cuello y una sonrisa se le pinta en el rostro. Es de los pocos que puede darse el lujo de no usar tapabocas en medio de la contingencia sanitaria. Con pasos firmes recorre las avenidas de la institución, mientras varias personas, con los brazos abiertos lo reciben a él y a sus compañeros, ha llegado un grupo de perros voluntarios felices con su labor.

Aunque la estrategia parezca nueva, las propiedades curativas de las mascotas dentro del ámbito médico han sido utilizadas por siglos. La Fundación Affinity de España explica que esta práctica era usada en Grecia como apoyo terapéutico en los templos y era promovida por los romanos.

En momentos más contemporáneos, la escuela de formación Nibuka, también de España, relata que en el siglo IX Bélgica empieza con la “Therapia Naturelle”, la cual consistía en formar vínculos entre la persona y el animal mediante el cuidado de este; pero su verdadera exploración a profundidad no se dio sino hasta el siglo pasado, cuando en Estados Unidos y Europa las enfermeras, médicos y psicólogos realizaban estudios con perros, caballos e incluso burros, para el tratamiento de pacientes mentales, infantes, personas con discapacidad, reclusos y veteranos de guerra. En este recorrido de décadas, el término “Pet-Therapy” fue acuñado por el psicólogo Boris Levinson en 1953.

El artículo “Intervención asistida con animales (IAA): Análisis de la situación en España”, publicado en 2015, asegura que la International Association of Human-Animal Interaction Organizations (IAHAIO) define la Terapia Asistida por Animales (TAA) como una “intervención en la que de manera intencional se incorpora un animal como parte integral del tratamiento con el objetivo de promover la mejoría en las funciones físicas, psicosociales y/o cognitivas de las personas tratadas”.

Dependiendo de los objetivos terapéuticos que se deseen alcanzar, y bajo la dirección de profesionales de la salud capacitados, pueden clasificarse bajo la denominación de Educación Asistida con Animales (EAA), en la cual se persiguen objetivos educativos entre los que se desarrollan habilidades de lectoescritura y cálculo, y Actividades Asistidas con Animales (AAA), en las cuales no se tienen objetivos terapéuticos definidos, pero se promueven beneficios motivacionales, educativos y recreativos que aumentan la calidad de vida de las personas.

Isabel Cristina Arroyave, líder de Experiencia del Paciente del Hospital San Vicente Fundación Medellín, explica que el Programa de Intervención Asistida con Animales del Hospital es un proyecto que se viene gestando hace tres años a partir de situaciones estresantes para pacientes, familias y colaboradores. En palabras de Arroyave, la iniciativa tiene como objetivo primario: “sacar de la rutina mediante estrategias y espacios que cambien el chip, para que el cerebro y la mente se relajen”.

El proceso está siendo llevado a cabo de la mano de la Fundación Huellas Sanadoras, una entidad sin ánimo de lucro que nace con el fin de dar un acompañamiento con animales a personas hospitalizadas, con base en un modelo de experiencias norteamericanas vivenciado por Carolina Escobar, oncóloga paisa radicada en Texas, que trajo la iniciativa para ayudar a pacientes colombianos.

Eugenio Henao, magíster en educación y director técnico de las intervenciones asistidas en la Fundación, asegura que “la alianza con el Hospital es interesante e importante para la ciudad porque permitió atender a los profesionales en salud, además de ser innovador porque los servicios regularmente se piensan para los pacientes, no para el personal, que durante muchos meses ha estado bajo presión por la pandemia”.

Acompañantes durante la pandemia

En las rígidas puertas de la sala Cristo Rey y la UCI Médica se lee en un cartel pequeño “Por favor no entrar acá, hay pacientes COVID”. A través de una ventana las enfermeras, que tienen a un paciente intubado a su lado, desvían la mirada para ver a los peludos visitantes, y en los ojos se les marca una sonrisa, de esas que, bajo este ambiente, se cubren con la N95. “No por dios, quién viene ahí”, “Ay, que rico salir”, “Yo quiero salir”, exclaman mientras tocan el vidrio con las manos.

Aunque Henao asegura que las intervenciones son simples, hace hincapié en que no son fáciles, como muchos podrían pensar. Por el contrario, su simplicidad las hace contundentes, sin embargo, conllevan conocimiento, planeación y logística extensa, que involucra al personal médico, el cual establece los objetivos a trabajar, y a los adiestradores, quienes constantemente deben estar entrenando en conductas y ejercicios a los perros. “No es una terapia alternativa, es una ayuda, una articulación con lo que ya se viene trabajando en la salud y educación”.

Isabel expresa que las IAA tal vez llegaron en el momento necesario por cuanto vivir la realidad del COVID, genera un alto estrés.

La actividad del día está enfocada en el trabajo en equipo y la comunicación clara, adelantada mediante el juego e interacción entre colaboradores y mascotas. Una vez se cambian, algunas personas que hasta hacía unos minutos estaban encerrados en las salas COVID, dejan de lado por unos minutos la agobiante realidad de la pandemia.

“Qué es esto tan maravilloso, que hermosa sorpresa”, responde una mujer mientras se inclina para acariciar a los voluntarios de cuatro patas. Arroyave afirma que, aunque la experiencia entró en vigencia desde mediados de julio, la acogida ha sido masiva por parte de la comunidad hospitalaria, haciendo que semana a semana aumente la expectativa frente a las visitas.

“Tenía recelo porque son personas adultas en condiciones extremas, en áreas de alto riesgo, lo cual podría ser más estresante que beneficioso, pero la respuesta ha sido tan positiva que incluso algunos han decidido cambiar turnos para poder estar en las actividades”, comenta Eugenio admitiendo que no dimensionó el nivel de recibimiento que tendría la iniciativa.

En esta primera etapa se está trabajando con los colaboradores, pero en una segunda se cree que los beneficios para los pacientes serán grandes para minimizar el estrés, aumentar la adherencia a los tratamientos, incrementar defensas y el mejorar el estado de ánimo.

Existen retos. Desde Huellas Sanadoras se observa el tema como una apertura para la apuesta de las IAA, y desde el Hospital se convierte en un desafío para garantizar su perdurabilidad en el tiempo.


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