MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 293 FEBRERO DEL AÑO 2023 ISNN 0124-4388
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En un salón de clase una joven estudiante de 20 años esperaba una llamada de su mamá para salir del aula e irse a su casa, mientras esto ocurría y los minutos pasaban, Karen, así la llamaremos, quiso compartir su experiencia sobre la dependencia, ansiedad y angustia que le genera estar desconectada del celular, ella manifestó que debido a esto está medicada.
“En el momento de yo desconectarme totalmente del celular, de este mundo, de no tener ningún contacto o ninguna señal, mi modo es autolesionarme, al sentir esa ansiedad, al no tener contacto con los demás”, manifestó la estudiante mientras enseñaba su mano derecha, la cual estaba lesionada por sus uñas.
Señaló que esa ansiedad le causa ganas de llorar, dijo también que, “empiezo a mover demasiado los pies, no soy capaz de quedarme quieta, me sudan las manos, me da mal genio, como el que ya nos tenemos que ir, ya me quiero ir, mucha impotencia al estar desconectada del celular cuando no hay señal o se acaba la batería”.
También asegura que este tipo de situaciones le genera angustia, “en realidad necesito el celular, cuando no lo manejo me da impotencia no tenerlo en la mano, yo creo que lo que causa la ausencia del celular es al no estar conectados con las redes sociales, yo necesito estar conectada, debo saber algo, necesito ver algo, debo leer publicaciones, dependo de él”.
Como este testimonio se repite en varios estudiantes universitarios que dependen emocionalmente del celular y estar conectados en las redes sociales, este es el caso de Carolina Zapata, quien también en la actualidad recibe tratamiento de especialistas.
“Me genera mucha ansiedad que una persona me responda en las redes sociales o que no me conteste, o cuando estoy hablando con alguien, siento que me debe responder inmediatamente, me da un cosquilleo en el cuerpo, a veces tiemblo, sudo mucho, me da mal genio y me coge una lloradera horrible”, indicó mientras pasaba el celular de una mano a la otra.
Debido a estos testimonios, surge la investigación de un grupo de docentes del Politécnico Grancolombiano, quienes se enfocaron en este síndrome, que es el miedo a perderse de algo, un síndrome que se relaciona con el malestar psicológico general. El proyecto de investigación se enfocó en analizar qué es el FOMO, cómo surge, sus causas, efectos, y la manera en que los estudiantes del Politécnico Grancolombiano son conscientes del impacto que tiene en ellos, ya que actualmente cada estudiante se encuentra interconectado por medio de las redes sociales, y en muchas ocasiones se ven envueltos en la ansiedad que genera el no estar presente en eventos sociales importantes.
Para comenzar, el síndrome FOMO (siglas de ‘fear of mising out’), se trata de un tipo de ansiedad que se produce en los sujetos usuarios de las redes sociales. El término fue acuñado por Dan Herman: es un síndrome que se relaciona con el malestar psicológico general y aunque es una expresión nueva, toda la vida ha existido, pero con la constante evolución que ha tenido el internet y los medios por donde los seres humanos se relacionan digitalmente, se ha vuelto una problemática imprescindible para abordar, teniendo en cuenta que es considerada una patología digital que trae diversas desventajas para los cibernautas, esencialmente si se trata de las poblaciones más jóvenes, adolescentes entre 13 y 19 años, e incluso que ya está migrando a las poblaciones más adultas.
La pandemia del COVID-19 incrementó el uso de redes sociales y el consumo de internet, ya que era el único medio que nos permitía relacionarnos y comunicarnos, lo cual generó que los índices de la dependencia a las redes sociales aumentaran. Relacionado con lo anterior, la pandemia hizo que las personas se comenzaran a preocupar por su entorno y por lo que los rodeaba, lo que provocó que hoy día las personas quieran mantenerse informadas de las últimas noticias, y con las diversas problemáticas que vive el mundo hoy en día, es imposible negar que perderse de lo que pasa en el mundo digital y físico resulta ser una necesidad humana, que se convirtió en un problema.
Según la investigación, el FOMO se ha convertido en un síndrome que, desde la comunicación digital, puede ser estudiado, comprendido y analizado en todas sus dimensiones, debido a que nos sirve para entender una de las problemáticas de las áreas de estudio, así como comprender la dinamización de las redes sociales como un ‘arma peligrosa’ que las grandes empresas usan para generar que el usuario sea más dependiente de los dispositivos móviles.
Patricia Bustamante Marín, comunicadora social- periodista, doctora en Ciencias de la Comunicación y docente universitaria, manifestó que la investigación se llevó a cabo con fines académicos y con el propósito de ofrecer un aporte al sector de la salud y al sector académico, desde el análisis de un fenómeno creciente y que requiere especial atención.
“De hecho, las conclusiones de la indagación evidencian la necesidad de generar planes y programas de acciones preventivas orientadas a la comprensión de qué significa el FOMO, cuáles son sus implicaciones tanto a nivel individual como social y cómo se puede contribuir desde el ámbito personal, familiar y social a su prevención o eventualmente, a su tratamiento terapéutico”, señaló Bustamante.
Por eso, desde la carrera de Comunicación Digital, investigan para entender y analizar qué es el FOMO y cuáles son sus repercusiones a corto, mediano y largo plazo para que, así mismo, se trabajen en estrategias de apropiación de las TIC que se puedan dar a conocer desde la comunicación misma, y que sirvan para crear conciencia cibernética en los estudiantes universitarios, para prevenir todo tipo de problemáticas, especialmente psicológicas y académicas.
Según los docentes y especialistas en salud mental, aseguran que el FOMO fue ocupando un espacio importante en los hogares debido a que está pendiente a la ubicuidad e instantaneidad de las redes sociales, un compañero silencioso que se infiltró en la vida de los estudiantes y en los hogares.
Frente a esta situación, los académicos comenzaron a indagar sobre la manera en que este síndrome FOMO afecta el mundo de la vida y el rendimiento académico de los estudiantes, por eso se centran en identificar las prácticas de consumo de tecnología y redes sociales de los jóvenes, buscan conocer los contenidos, mensajes y narrativas digitales que producen el mayor impacto en los jóvenes consumidores, por lo que también trabajan para analizar la relación existente entre el consumo de tecnología y los estados particulares de ansiedad o trastornos psicológicos en los estudiantes universitarios.
Los investigadores plantearon una ruta metodológica con un método cualitativo, descriptivo y fenomenológico, recolectaron información bajo la observación directa in situ para el registro de las prácticas de consumo digital de los estudiantes y variables asociadas al mismo, como contenidos, interacciones, entre otros.
Para obtener mejores resultados en el análisis, realizaron entrevistas a psiquiatras, psicólogos, estudiantes de pregrado que ya han sido diagnosticados con ansiedad y depresión crónica, además grupos focales con estudiantes de los programas de Mercadeo y Publicidad, Diseño Gráfico y Comunicación Digital.
Según los académicos, los resultados de la investigación fueron preocupantes, pues los estudiantes manifestaron que cuando se sienten desconectados del celular o de alguna red social “se sienten renegados”, “es algo existencial porque lo hace sentir a uno como fuera de lo social, y uno quiere estar incluido”, otro estudiante manifestó que “se siente como un vacío porque un celular ya es parte de uno”.
Dentro de los hallazgos preliminares identificaron que las prácticas de consumo digital están asociadas a diferentes intereses: con fines académicos o de trabajo; entretenimiento, interacción con otras personas; sin embargo, las prácticas de consumo están motivadas por largas horas de procrastinación.
Susana Castañeda Flórez, magister en Comunicación Digital e investigadora, dice que la responsabilidad que tienen los docentes universitarios es estar atentos de la salud de los estudiantes en todos los aspectos, incluso desde el ámbito digital.
“Nosotros como escuela de Comunicación Digital tenemos una responsabilidad en dos vías: una, atender esos estudiantes que se están formando y dos, crear contenido con ética y responsabilidad que no permitan que nuevos jóvenes sigan cayendo en esa adicción a la sensación de perderse algo del universo digital. Hoy ese fenómeno, ese síndrome de FOMO necesita que la educación prevenga cuando los aspectos digitales se empiezan a volver nocivos, el alcance de un clic tiene muchos aspectos positivos, pero en ocasiones desencadena en un fenómeno negativo”.
Añadió que las universidades deben tener un espacio permanente de análisis y prevención, así como la facultad de Artes Visuales y el programa de Comunicación Digital se preocupan por crear este tipo de investigaciones en el que involucran también a los estudiantes.
El consumo digital de los estudiantes investigados toma casi el 100 % de su tiempo para el uso de los aparatos electrónicos, más de un 90 % de los estudiantes entrevistados coinciden en que no pueden vivir con serenidad cuando no están con el celular o se sienten desconectados.
Otro de los hallazgos es que el FOMO interfiere en las acciones de la vida cotidiana, en los hábitos de estudio y, por lo tanto, en la disciplina, la concentración y la capacidad de aprender y generar conocimiento. Los investigadores manifestaron que los estudiantes dicen ser conscientes de las situaciones que les rodea, aseguran que los celulares nos hacen “estúpidos”, piensan que todos se quieren comunicar, que nos creemos importantes; al mismo tiempo.
Ramón Acevedo, médico psiquiatra, señaló que en Colombia en relación con el síndrome de FOMO, la investigación demuestra que los estudiantes que sufren este síndrome presentan mayor tendencia a sufrir de cuadros de ansiedad y depresión, y bajo rendimiento académico.
También aseguró que los síntomas más frecuentes que presentan los jóvenes que sufren el síndrome hacen un uso excesivo de los aparatos electrónicos, incluyendo el celular, para mantenerse en las redes sociales, además sienten un gran malestar y molestia con los familiares, con los amigos que les critican el mantener siempre conectados.
Acevedo enfatizó que hay varios miedos, entre ellos es “a que otras personas de su entorno estén teniendo experiencias muy gratificantes y estimulantes de las que ellos están excluidos, también se sienten frustrados o enfadados cuando tienen que cumplir labores académicas, laborales o familiares que les hace desconectarse de las redes, sienten miedo permanente cuando no están al lado de su celular o su tablet, ya que manifiestan que se están perdiendo cosas muy importantes que suceden en las redes y en la vida de los demás”.
También existe la necesidad permanente de publicar en redes todo lo que hacen y más cuando consideran que son divertidas y positivas, evitando mostrar las negativas, empiezan a considerar mucho más importante las relaciones virtuales que las relaciones reales con las personas, además sienten ansiedad, sensación de soledad, sensación de abandono, incluso de exclusión por no participar en las actividades virtuales.
El médico psiquiatra aseguró que los jóvenes que sufren el síndrome, tienen fobia social o ansiedad y para ellos es mucho más fácil tener amigos y relacionarse con las personas desde la virtualidad y menos desde la presencialidad. “Son personas inseguras, fantasiosas, pero a la vez obsesivas, ya que permanentemente de forma constante quieren estar mirando las redes para no sentirse excluidos, pero también sufren de una fobia que es el miedo extremo a dicha exclusión a no poder acceder a través de las redes a lo que las demás personas están haciendo. Presentan una bajo autoestima y en muchos casos desarrollan cuadros depresivos que pueden llegar a ser muy graves”.
Según los investigadores y personal de la salud, hay que entender las diferentes adicciones que se pueden dar a través de las tecnologías, puesto que puede haber adicciones al juego, adicciones a las redes, en este caso el síndrome de FOMO o adicción a determinados contenidos como en la pornografía. Por lo tanto, según Acevedo, “no podemos considerar que la tecnología es la causa de este síndrome porque este tiene como causas factores psicológicos y mentales de la persona que lo desarrolló, entre los cuales está la baja autoestima, la soledad, la fobia social, el mismo trastorno obsesivo-compulsivo, y el aprendizaje por modelado, ya que los niños y las niñas que viven en hogares donde los padres, tíos, abuelos, cuidadores, mantienen pegados a los aparatos electrónicos aprenden que es a través de estos aparatos que se puede conocer el mundo”.
Para los investigadores este síndrome lleva a los jóvenes a un aislamiento social, la baja autoestima, la fobia social para estas personas, el relacionarse aún con personas de su propia familia le es muy difícil y mucho más con los compañeros de colegio o de universidad. Además, encontraron familias donde la comunicación entre los miembros está casi perdida y los jóvenes y niños tienen acceso desde tempranas edades a los celulares o tablets, allí empiezan a conocer el mundo y a relacionarse con las personas a través de las redes sociales, de ahí que consideren que el mundo de la virtualidad es más importante que el mundo real, sienten que desconectarse de las redes es desconectarse de la vida y por ello dejan de estudiar, trabajar, dormir y muchas veces hasta de comer, ya que el desprenderse del celular o de la tablet y no poder estar en las redes sociales les hace sentir tanta angustia y ansiedad en muchos casos, como dicen los algunos estudiantes prefieren morir antes de desconectarse.
Pablo Andrés Zapata García, docente y psicólogo clínico manifestó que: “En un mes puedo atender 140 pacientes, entre la modalidad virtual y presencial, de los cuales 20 de ellos presentan relación directa con el síndrome de FOMO y unos 22 podrían tener relación indirecta con él”. Zapata aseguró que incrementó alrededor de cinco consultas al mes por el malestar asociado al síndrome.
Harvey Mardu Murcia Quinones, director de la Escuela Comunicación Artes Visuales y Digitales, hace un llamado a las instituciones de educación superior, “Asumir los efectos contemporáneos para que podamos ser mucho más efectivos frente a los desafíos que estamos teniendo a partir de la digitalización”. Señaló que no es un fenómeno de los contenidos, dice que tiene que ver con las relaciones sociales y dimensiones psicologías y afectivas.
Paula Andrea Velásquez Calle, coordinadora académica programa de Comunicación Digital, advierte que “es un tema pertinente y oportuno porque estamos indagando sobre lo que le está pasando a nuestros jóvenes, los últimos indicadores de Medicina Legal dicen que, desde el 2021 hasta julio de 2022 aumentó el suicidio en Colombia, en ese periodo perdieron la vida 4 159 personas, de las cuales 1 714 eran menores de 29 años”.
“Para prevenir el desarrollo del síndrome FOMO es necesario mejorar los niveles de comunicación al interior de la familia, enseñar el uso adecuado de las redes sociales, estar atentos a los problemas mentales y psicológicos que puede tener el niño, la niña o el joven, y desde la familia educar a los padres para que puedan identificar a tiempo qué está pasando con sus hijos con relación al uso de las nuevas tecnologías y al uso de las redes sociales”, puntualizó Ramón Acevedo.
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