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“Para mí fue un orgullo escuchar decir al personal de salud estadounidense que los médicos y enfermeras colombianos son excelentes, inteligentes y con un conocimiento excepcional”, nos cuenta Catalina Ramírez, quien vio en los Estados Unidos la oportunidad como auxiliar de enfermería para reinventarse en su profesión.
Luego de vivir en el país la ausencia de un trabajo digno, sin respaldo institucional y sin oportunidades para crecer, decidió desarraigarse y migrar.
“La carga laboral del personal de salud es extremadamente estresante, física y mentalmente, especialmente para las enfermeras. Durante mis años de servicio como auxiliar de enfermería y laboratorio clínico en Colombia, experimenté momentos tan difíciles que me llevaron a un punto de querer salir corriendo, como el sentir hambre y no tener tiempo de comer, olvidando muchas veces que también soy un ser humano. Esto afectó mi vida personal porque llegas a tu hogar cargado de muchas emociones como depresión y ansiedad. Más que cansancio físico, sentí presión psicológica y mental”.
“De otro lado -añade Catalina-, está el no sentir respaldo y tener miedo de expresar lo que nos hace sentir mal dentro de la institución”.
Según la OCDE, en Colombia hay uno enfermero por cada mil habitantes, frente al mínimo de nueve que plantea esta organización para responder a las necesidades de salud en los países de las Américas. De esta cifra se infiere una sobrecarga laboral para quienes, día tras día, entregan más de lo esperado, hasta que se desborda su capacidad de respuesta.
El Plan Nacional Decenal de Enfermería 2020 -2030, construido conjuntamente entre las asociaciones que representan a enfermeros del país, nos muestra que además de la sobrecarga laboral, hay otros factores que acompañan el ejercicio profesional e inciden en la percepción devaluada de la profesión y el deseo de migrar a otros territorios.
Entre ellos están el desempeño de funciones diferentes a las profesionales, la insuficiente cantidad de talento humano y recursos materiales necesarios para brindar cuidado, la alta carga mental, los bajos salarios e inestabilidad laboral, y el bajo crecimiento personal y profesional, causando cansancio crónico, Síndrome de Burnout, angustia y depresión.
En Colombia hay normas y sentencias que protegen el trabajo digno, caso de las Sentencias C-614 de 2009, C- 171 de 2012 y la Ley 1751 (art. 18) que brindan respaldo al ejercicio profesional en el sector salud.
No obstante, “hay un desconocimiento progresivo de esta legislación, desde la Ley 911 de 2004 (art. 5) que establece las condiciones básicas que requiere el ejercicio de la enfermería”, estima la presidenta de la Organización Colegial de Enfermería (OCE), Cecilia Vargas González, poniendo de manifiesto la necesidad de hacer cumplir la legislación “afinando los mecanismos de seguimiento, vigilancia y control por parte los Ministerios de Trabajo y Salud”. Propuesta que se integró en el proyecto de reforma salud en el artículo 44 y el título X.
Entre tanto, para las empresas e instituciones de salud, no hay una norma vinculante que les obligue a contratar una cantidad específica de personal de enfermería para limitar la carga de trabajo, ya que en el país aún no se definen los estándares mínimos de enfermeros profesionales y auxiliares por paciente.
“Los responsables son los empleadores, puesto que de ellos dependen las condiciones de contratación”, sostiene la líder de la OCE, y añade que, si bien en el país está tipificado el riesgo psicosocial para garantizar el bienestar de los enfermeros en su lugar de trabajo, “está escrito, pero no se cumple, ya que los empresarios por ahorrar dinero no contratan el suficiente personal, y crean condiciones en el ambiente laboral que llevan a cometer errores, ponen en riesgo la seguridad del acto de cuidado y, por ende, al paciente y al mismo personal”.
En ciernes está un proyecto de investigación al respecto para determinar la ratio (número de profesionales y auxiliares por paciente), en el que vienen trabajando la Asociación Colombiana de Facultades de Enfermería (ACOFAEN) y el Consejo Técnico Nacional de Enfermería (CTNE), esperando establecer el número real de personal requerido a través de un acto administrativo que cobije todo el territorio nacional.
Según el Registro Único Nacional de Talento Humano en Salud (ReTHUS), para 2018, en el país había alrededor de 66.000 profesionales de enfermería y 220 088 auxiliares. Cifra que aumentó entre el 2015 y 2020, pasando de 11,5 x 10 000 habitantes a 14,6 x 10.000 habitantes, pero muy lejos de las cifras planteadas por la OMS de 44.5 profesionales x 10.000 habitantes.
Para 2019, 52 047 profesionales de enfermería eran trabajadores dependientes (68 % de cotizantes), 21 687 trabajadores independientes, 17 (28 % de cotizantes) y 2 789 estaban bajo otras figuras de cotización (4 %); para un total de 76 523 aportantes al sistema.
La Política Nacional de Talento Humano en Enfermería, firmada en 2022, hace énfasis en la formación continua, en especial el fortalecimiento de las competencias y la calidad de la formación en enfermería, explica Dedsy Berbesi Fernández, decana de la Facultad de Enfermería de la Universidad CES. Y agrega que “en mi concepto, la formación continua de calidad debe ser un campo de acción exclusivo de las universidades y no de las Instituciones Prestadoras de Salud”, debido a que “no hay reglamentación para la evaluación de competencias y recertificación del personal de enfermería que se exige para la habilitación de servicios de salud, y hay vacíos importantes en el componente curricular de las instituciones que ofertan estos programas”.
La presidenta de la OCE, Cecilia Vargas, añade que dentro de la Política de Talento Humano también se han propuesto becas para el acceso a la educación, “una política que debe adelantarse con entes territoriales, empresarios y el CTNE responsables de su ejecución”.
Lo cierto -revela Vargas- es que en el país faltan especialistas de enfermería en las diferentes áreas de cuidado y no hay incentivos, puesto que no se tiene escalafón para el reconocimiento de los estudios de posgrado. Incluso se paga igual a una enfermera de pregrado que a una de posgrado.
La enfermera Carmen Lora pudo constatar esta realidad en su experiencia profesional: “Tuve la oportunidad de especializarme en cuidado crítico, pero la mayoría de las especializaciones de cuidado no son tenidas en cuenta en las instituciones y más en la Costa Atlántica”.
Colombia cuenta hoy con 35 programas de especialización en enfermería, 13 programas de maestría y dos doctorados en Enfermería. El SNIES reporta 3 586 profesionales con posgrado en el país, principalmente en cuidado crítico, urgencias y oncología.
En cuanto al pregrado, hay 48 programas académicos de enfermería. De ellos, 23 tienen Acreditación de Alta Calidad y cinco cuentan con Acreditación Internacional otorgada por ARCUSUR22, dentro del convenio MERCOSUR. Entre 2013 y el 2018 egresaron 23 139 estudiantes, alrededor de 3 857 graduados por año, según el Sistema Nacional de Información de la Educación Superior (SNIES).
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