MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 310 JULIO DEL AÑO 2024 ISNN 0124-4388

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Crisis explícita de salud incrementará los gastos de bolsillo

Autor
Por: Francisco De Paula Gómez Salud Pública y Seguridad Social
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Desde que la exministra de salud proclamó hace dos años la necesidad de una “crisis explícita y clara que permita a la sociedad comprender la necesidad de cambio”, y con los continuos mensajes del presidente de la República, ministros y superintendentes de salud instando a la disolución del sistema actual, respaldados por una fuerte influencia política, gremial y en redes sociales, se ha generado una inquietud sin precedentes entre la población colombiana y los actores del sistema de salud. Esta situación ha dejado a las personas comunes sintiéndose abandonadas y desorientadas, sin saber cómo proceder.

Lamentablemente, esta preocupación se ve confirmada por una serie de eventos que evidencian la validez de estas inquietudes. Por ejemplo, la implementación desastrosa del nuevo modelo de salud para 800 000 maestros públicos reveló una improvisación total y un fracaso evidente, a pesar del respaldo irresponsable del sindicato de profesores y las promesas del ministro de Salud de que sería un piloto exitoso para demostrar los beneficios de la reforma. Además, las intervenciones de la Superintendencia Nacional de Salud en varias EPS han sido más parecidas a tomas hostiles que a procesos administrativos, resultando en que más de la mitad de la población colombiana dependa ahora de unos pocos interventores designados a dedo. Incluso, importantes EPS bajo intervención están mostrando indicadores más preocupantes que antes de su intervención, como es el caso de Savia Salud, que la Supersalud ha decidido mantener bajo intervención por al menos otro año más.

Además, es evidente que el Ministerio de Salud y otros organismos pertinentes como el INVIMA, el INS y el ADRES proclaman su apertura a la participación amplia y la colaboración con todos los actores del sistema. Sin embargo, en la práctica, no están recibiendo a gremios ni representantes de muchos agentes desde hace meses, ni están respondiendo adecuadamente a sus comunicaciones o comentarios. Parece que escuchan pero no están realmente atentos a las preocupaciones de quienes están en la primera línea del sistema de salud.

Esta combinación de factores ha creado un ambiente de incertidumbre y desconfianza significativo dentro del sistema de salud colombiano, donde las decisiones y acciones parecen no estar alineadas con las necesidades y expectativas de quienes dependen del sistema para su atención médica y bienestar general.

Mientras estas complejas situaciones se desarrollan, las necesidades médicas de 52 millones de personas en Colombia son una realidad innegable. Más allá de los debates ideológicos de los políticos, la población requiere diariamente medicamentos, atención hospitalaria urgente, procedimientos quirúrgicos, consultas médicas, terapias, exámenes diagnósticos, vacunas y programas preventivos. En medio de un sistema de salud en crisis y marcadas demoras en la prestación de servicios médicos, los colombianos se ven obligados a recurrir cada vez más a sus propios recursos financieros para cubrir servicios médicos que el sistema público ya no puede garantizar adecuadamente, en un proceso evidente de deterioro.

El Gasto de Bolsillo en Salud (GBS) se define como el total de gastos que las familias realizan de manera independiente para costear servicios asistenciales, medicamentos y otras necesidades de salud que no están cubiertas por los servicios estatales de salud y seguridad social. Este incremento del GBS impacta directamente el presupuesto familiar destinado a otras necesidades básicas como alimentación, educación y vivienda, comprometiendo su economía de manera significativa.

En comparación con el promedio latinoamericano del 42,7 % del gasto total en salud, el estudio de la Universidad ICESI revela que en Colombia este gasto representa el 20,6 %, es decir, la mitad. Esto implica que por cada peso que un colombiano destina a gastos de salud, el Estado invierte cuatro pesos, aproximadamente el 20 % del total. En contraste, países como Brasil reportan un GBS del 43,9 %, México del 40 %, Chile del 34,7 % y Venezuela del 33,8 %. Así, la mayoría de los latinoamericanos deben cubrir una mayor proporción de sus gastos médicos con recursos propios en comparación con los colombianos.

Desde la perspectiva de la evaluación de sistemas de salud, entender el comportamiento del Gasto de Bolsillo en Salud (GBS) es crucial. Esto se debe a que si las familias deben gastar más de su propio bolsillo para cubrir necesidades sanitarias, probablemente indica que su sistema de salud es menos eficiente, ofrece menos cobertura o tiene prestaciones más limitadas. En el caso de Colombia, donde el GBS es comparativamente bajo respecto a otros países de la región, podría señalar aspectos positivos del sistema actual. Sin embargo, esta evidencia no parece ser considerada por el gobierno, sugiriendo falta de interés en este análisis.

Ante la incertidumbre generada por el Plan Obligatorio de Salud y la desaparición de los Planes Complementarios de las EPS, las familias colombianas están explorando alternativas como los Planes de Medicina Prepagada o Pólizas de Salud Privadas más costosas para asegurar los servicios médicos que actualmente reciben sin costos adicionales. Sin embargo, temen que estos servicios puedan ser reducidos o de menor calidad en el futuro. Estos planes privados, con coberturas más completas, tienen un costo significativo que puede oscilar entre $300 000 y $1 200 000 por mes por afiliado, lo cual es prohibitivo para personas mayores de 60 años o con condiciones preexistentes. Aunque esto beneficia a los aseguradores al aumentar sus carteras, representa una carga adicional para muchas familias que ahora deben costear seguros privados extensos, en un contexto de caída económica generalizada.

Como resultado, es probable que aumente la compra de medicamentos en farmacias comerciales, que suelen tener precios más altos, y la búsqueda de atención médica especializada en clínicas privadas y consultorios particulares. Esto se debe a la incapacidad de los servicios intervenidos por la Supersalud o mal administrados bajo influencia política. Las familias con mayores ingresos podrán costear más fácilmente estos servicios médicos privados, mientras que la población de menores recursos quedará a merced del sistema de salud, ya sea el actual en estado crítico o uno nuevo y teóricamente ideal que aún tardará en operar eficientemente.

En resumen, el Gasto de Bolsillo en Salud de las familias colombianas seguirá aumentando mientras perdure la crisis. Si el sistema de salud actual tiene un costo aproximado de $100 billones, un incremento del GBS similar al de países como Venezuela, México o Brasil significaría un gasto adicional de entre $15 y $25 billones, equiparable a un nuevo impuesto que los hogares colombianos deberán asumir.

En conclusión, detrás de los discursos y promesas de mejoras en los servicios de salud, se esconden costos significativos que no son visibles pero que continuarán aumentando. Estos costos serán asumidos por usted y su familia.

Gasto de bolsillo sobre gasto total en salud para los principales países de Latinoamérica - 20216



Fuente: Universidad ICESI


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