MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 311 AGOSTO DEL AÑO 2024 ISNN 0124-4388

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El arte de dar vida debe ser tratado con dignidad

Autor
Por: Andrea Ochoa Restrepo
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En un día de mayo, María, una joven madre de 28 años, se dirige al hospital local para dar a luz a su segundo hijo. A diferencia de su primer parto, en el que se sintió más como un objeto que como una persona, esta vez tiene esperanzas de una experiencia diferente. Mientras camina por los pasillos, recuerda la frialdad de los médicos, la falta de explicaciones y el trato impersonal que recibió hace cuatro años. Hoy, sin embargo, ha escuchado hablar de la humanización del parto y espera con ansias un trato más respetuoso y digno.

La humanización en salud reproductiva responde a una necesidad evidente: mejorar el trato hacia las mujeres y sus familias, y evitar que los procesos asistenciales desdibujen la dignidad humana. Esta transformación requiere una expansión urgente de conocimientos y prácticas que promuevan la humanización del embarazo, el preparto y el parto, convirtiéndose en un aspecto crucial en el ámbito de la salud.

Históricamente, la naturalización de los procesos reproductivos ha llevado a una homogeneización de las gestantes, ignorando sus diferencias individuales. En muchos hospitales, se ha instaurado un patrón cultural de atención centrado en la mecanización de los procesos, relegando a las mujeres a meros sujetos pasivos de sus propios partos. Este fenómeno, conocido como violencia obstétrica, refleja las complejas relaciones de poder en el ámbito de la salud, donde la discriminación e inequidad social y de género son frecuentes, especialmente entre las mujeres más pobres.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció este problema en 2014, promulgando la Declaración sobre la “Prevención y erradicación de la falta de respeto y el maltrato durante la atención del parto en centros de salud”. Esta declaración subraya la necesidad de acciones enérgicas, diálogo, investigación y apoyo para enfrentar este grave problema de salud pública que afecta los derechos humanos de las mujeres. La OMS insiste en que el personal de salud debe desempeñar un papel central en el trato hacia las mujeres, asegurando una experiencia positiva durante el parto.

En Latinoamérica se han consolidado evidencias sobre el parto digno y respetado. Los estudios abarcan desde la revisión del cumplimiento de las recomendaciones de la OMS hasta la valoración de la atención inadecuada del parto como una forma de violencia estructural y de género. En Colombia, las investigaciones han abordado la perspectiva de las mujeres sobre el trato recibido, las inequidades sociales y su relación con la atención durante el parto, y el seguimiento de las recomendaciones de la OMS. Además, tanto la literatura científica como la prensa regional han tratado el tema, destacando la necesidad de cambios profundos en el sistema de salud.

El derecho a la salud en Colombia se enmarca en un enfoque de derechos humanos, género e intersectorialidad. El Estado tiene la responsabilidad de respetar, proteger y garantizar el goce efectivo de este derecho fundamental. En este contexto, la comprensión y empatía de la atención es un pilar fundamental de la política pública colombiana en salud sexual y reproductiva. El Ministerio de Salud y Protección Social ha establecido recomendaciones centradas en el parto humanizado, buscando minimizar complicaciones en la gestación, parto y puerperio.

En Colombia, el Modelo Integral de Atención en Salud (MIAS) ha establecido Rutas Integrales de Atención en Salud (RIAS) para 16 grupos poblacionales con diferentes riesgos, incluyendo a la población en estado materno perinatal, que se benefician de las Redes Integradas de Servicios de Salud (RISS). Según cifras de la Organización de Naciones Unidas (ONU), la OMS y la Consejería Presidencial para la Primera Infancia, este grupo enfrenta significativos desafíos para acceder a servicios de salud, especialmente en zonas rurales.

Estos desafíos están influenciados por factores que afectan la decisión de buscar atención y el tiempo que se tarda en recibir un servicio adecuado y apropiado, lo que genera fallas en la atención de salud para madres gestantes. Como resultado, los indicadores de morbilidad materna extrema y mortalidad están por debajo de las metas establecidas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

La atención humanizada del parto implica observar una serie de atributos en el cuidado a la gestante, permitiéndole una experiencia reproductiva satisfactoria.

Pese a de los lineamientos que visibilizan la necesidad de promover el parto humanizado en Colombia y la reciente Ley de parto digno, respetado y humanizado (Ley 2244 de 2022), se requieren más esfuerzos para mejorar la atención materna y promover prácticas más humanizadas en este ámbito. El estudio sugiere la necesidad de revisar y ajustar la calidad de la atención materna para mejorar la empatía, la motivación y la comunicación entre el equipo de salud con las mujeres y sus familias durante la atención materna.

Hellen Maldonado Pinzón, del ICBF subraya la importancia de reconocer y erradicar las formas de violencia obstétrica, como los controles médicos rápidos y deshumanizados y la falta de consentimiento informado, que vulneran a las mujeres gestantes. Maldonado enfatiza que las madres deben estar plenamente informadas y acompañadas durante el parto para proteger su bienestar emocional. Por su parte, la ginecobstetra Catalina Valencia, presidenta de la Asociación Antioqueña de Medicina Materno Fetalreconoce que la violencia obstétrica es una realidad que debe eliminarse y aconseja a las gestantes exigir un trato respetuoso y una comunicación efectiva por parte del personal de salud para asegurar una experiencia positiva durante el embarazo y parto.

Según el doctor Richard James Orozco González, médico ginecobstetra y coordinador del servicio de Ginecobstetricia del Hospital San Juan de Dios de Armenia, Quindío, “buscamos que la mujer sea el centro y protagonista de su propio parto”. “No queremos que las decisiones se tomen por ellas, sino que tengan la capacidad de tomar decisiones informadas sobre su atención médica”. El enfoque en el parto humanizado busca minimizar la intervención médica innecesaria. Las decisiones deben ser tomadas por la madre, permitiéndole seguir los tiempos naturales del parto. Respetar la fisiología del parto es esencial, evitando procedimientos innecesarios.

El Dr. Orozco González subrayó la necesidad de un ambiente cálido, digno y libre de abusos, donde la comunicación efectiva con la paciente sea una prioridad, asegurando que se brinde información completa para tomar decisiones informadas. El parto humanizado se caracteriza por un trato cálido y digno hacia la madre, el bebé y la familia. Los profesionales de la salud deben garantizar que no haya regaños, insultos ni excesos.

La ginecóloga Salomé Hinojosa, cofundadora de “ACUNAR” y experta en parto humanizado, destaca que “humanizar el parto significa devolverles el poder a las mujeres, permitiéndoles tener una experiencia positiva al ejercer sus derechos y cumplir con sus deberes, como informarse adecuadamente sobre el proceso”. Experiencias en la atención

“Hubo un momento en que sentí que me tapaban la nariz y no podía respirar. Cuando pregunté, me dijeron que me sentara y esperara a que pasara, sin investigar el motivo. Es muy desagradable porque te mantienen sola todo el tiempo, sin saber si es de día o de noche. Además, al papá del bebé no le permitían entrar; solo había llamadas esporádicas, breves y directas”, relata Ximena Rodríguez.

A pesar de la controversia, técnicas como la maniobra Kristeller, que se utiliza para acelerar el nacimiento en la fase de expulsión, siguen usándose en casos complicados. La OMS considera actualmente esta técnica una mala práctica por la falta de evidencia científica que respalde su uso.

El parto es una experiencia que involucra a varias personas, y es fundamental que el personal médico garantice una atención respetuosa y adecuada. Sin embargo, algunos procedimientos pueden resultar incómodos, dolorosos o incluso violentos.

Camila Acosta comparte su experiencia positiva: “Fue un parto inducido. Tuve que esperar hasta que me administraran un medicamento para iniciar las contracciones... y recuerdo que tuve el acompañamiento constante del ginecólogo, las auxiliares de enfermería y el médico interno”.

La humanización del parto implica respetar la fisiología del embarazo y el parto, intervenir solo cuando sea necesario, reconocer las condiciones socioculturales de las gestantes, ofrecer apoyo emocional y garantizar su privacidad y autonomía. Es crucial que el personal de salud esté presente y atento a las necesidades de las mujeres, proporcionando un cuidado amable y comprometido.

María finalmente entra en la sala de parto, acompañada por el personal asistencial que la calma y le explica cada paso del proceso, respetando su tiempo y espacio. Experimenta el apoyo emocional y la calidez que tanto deseaba. Al escuchar el primer llanto de su bebé, María siente que ha sido testigo de un cambio significativo en la atención de salud reproductiva en Colombia.



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