MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 318 MARZO DEL AÑO 2025 ISNN 0124-4388
“Uno ve el retroceso de estos pacientes que vienen controlados y que tienen una buena calidad de vida, pero cuando falta el medicamento durante uno, dos o tres meses, empieza el deterioro de su función pulmonar”, relata con preocupación la doctora Catalina Velásquez, presidenta del Comité de Fibrosis Quística de la Asociación Colombiana de Neumología Pediátrica. Su testimonio refleja la dramática situación que enfrentan miles de pacientes crónicos en Colombia, donde la falta de medicamentos se ha convertido en una crisis que amenaza vidas.
La realidad es alarmante: 290.836 colombianos presentaron reclamos el año pasado por problemas relacionados con la entrega de medicamentos. Detrás de cada número hay una historia de angustia y espera, con pacientes que deben aguardar para recibir sus medicamentos vitales. Y si a eso se le suma el alto subregistro de pacientes que no reclaman formalmente, se entiende aún más la magnitud de la crisis.
De hecho, según cifras de la Superintendencia Nacional de Salud, el total de reclamos asociados a la no entrega de tecnologías en salud, entregas inoportunas e incompletas está concentrado en cinco EPS, que representan el 68,16 %. Estas son: Nueva EPS, Salud Total, Sanitas, EPS Sura y Coosalud.
En la edición de enero, compartimos las historias de Carlina Ruiz Rodríguez y María Alcira Bayena de Torres, quienes llevaban meses esperando sus medicamentos, y aún los siguen esperando.
Desde enero de 2024, el Invima advirtió sobre el desabastecimiento de Nevirapina suspensión oral, un medicamento vital para el tratamiento a niños con VIH. La razón: “la baja rentabilidad y escasez en la materia prima”, según el único laboratorio que lo producía. Esta situación se convirtió en el presagio de una crisis más profunda que hoy afecta a pacientes con cáncer, enfermedades autoinmunes y otras condiciones crónicas.
“Los pacientes y sus familias viven con la angustia de no saber si el próximo mes tendrán el medicamento que necesitan para mantenerse estables”, describe Velásquez, pintando el panorama de incertidumbre que envuelve a miles de hogares colombianos.
Para los pacientes con leucemia, linfoma y mieloma múltiple, la situación es igualmente dramática. “Terminación de convenios con IPS, cierre de servicios, desabastecimiento de medicamentos... son los problemas más frecuentes a los que se están enfrentando los pacientes, en un sistema de salud en crisis que se deteriora ante los ojos de todos”, denuncia Yolima Méndez, directora de Funcolombia.
La Asociación Colombiana de Reumatología advierte que sus pacientes, quienes sufren de artritis reumatoide, lupus y otras enfermedades autoinmunes, están viendo cómo sus condiciones se deterioran por la interrupción de tratamientos.
Y es que como lo dice Jaime Arias, exministro de Salud, “muchos pacientes desisten de tomarse los medicamentos porque no se los entregan y no los pueden pagar… lo que podría aumentar la tasa de mortalidad”.
De otro lado, es importante mencionar otras consecuencias que agudizan la atención para pacientes crónicos y de alto costo. Según la Asociación Colombiana de Sociedades Científicas (ACSC), entidad gremial que agrupa a más de 72 organizaciones de médicos especialistas en el país, alertó: “No podemos permitir que la crisis actual del sistema siga creciendo. Diferentes problemáticas que están afectando a los pacientes, de persistir, van a ocasionar un número mayor de decesos en el país de los que hubo durante la pandemia”.
Los pacientes, por su parte, han denunciado la falta de medicamentos, el cierre de servicios, la escasez de citas médicas y el incremento en los costos de bolsillo para acceder a la atención. Denis Silva, representante de Pacientes Colombia, fue enfático en señalar que la situación es insostenible: “El Gobierno no esperó a la reforma para destruir el sistema y los pacientes pasamos a ser las víctimas. Solo la unidad de todos los actores del sector podrá salvarnos, porque esta crisis nos afecta a todos los colombianos”.
La agudización de la crisis en Antioquia está bastante diagnosticada, de acuerdo con Luis Hernán Sánchez, presidente de la Asociación de Empresas Sociales del Estado de Antioquia (AESA).
“Particularmente, la EPS Savia Salud, cuando fue intervenida, cambió de proveedor en 31 municipios. Y ahí empezó el problema porque ese nuevo proveedor del medicamento, que no contrata con el hospital, sino con cualquier farmacia del pueblo, no siempre entrega a tiempo, hay muchos faltantes y los medicamentos no llegan en adecuadas condiciones”, asegura Sánchez.
Y a esa misma práctica se fueron sumando otras EPS. Es así como en un mismo municipio, así sea muy pequeño, pueden existir dos o tres farmacias dispensando medicamentos a usuarios de diferentes EPS, pero en todas se presentan largas filas, reclamos y pacientes que no reciben la atención adecuada.
“Con estos otros proveedores empezaron a aumentar los faltantes y las quejas, lo más grave es que el paciente se queda sin recibir en medicamento y no tiene herramientas para exigirlo, simplemente sigue yendo a la farmacia a ver si ya llegó, mientras su enfermedad empeora. Entonces, estos pacientes empezaron a llegar a urgencias del hospital mucho más complicados, y muchos fueron remitidos a centros de alta complejidad”, lamenta el presidente de AESA.
Lo que sí es cierto es que la entrega de medicamentos es uno de los factores financieros más críticos para las EPS. Según la Superintendencia de Salud, solo en el caso de la Nueva EPS, el costo anual de los medicamentos para pacientes de alto costo y con enfermedades crónicas no transmisibles es de más de $1 billón al año, es decir, $110 mil millones mensuales.
A ello se suma, que la falta de acceso a medicamentos esenciales para enfermedades crónicas, como la fibrosis quística, tiene un impacto directo en el aumento de los reingresos hospitalarios. Cuando los pacientes no reciben sus tratamientos de manera oportuna, su estado de salud se deteriora rápidamente, lo que provoca complicaciones graves como infecciones, y descompensaciones. En el caso de la fibrosis quística, el Ministerio de Salud había explicado que “la ausencia de enzimas pancreáticas impide una adecuada absorción de nutrientes, lo que conduce a desnutrición, debilidad del sistema inmunológico y mayor vulnerabilidad a infecciones respiratorias”. Además, la falta de continuidad en los tratamientos incrementa los costos sanitarios a largo plazo, ya que las intervenciones médicas de emergencia y las estancias hospitalarias son más costosas.
Como siempre que se habla de la crisis en el sector salud, no hay una única razón, sino muchas causas que confluyen para dejar en jaque a un sistema ya muy debilitado. Por un lado, las lógicas económicas de oferta y demanda, no solo en Colombia, sino a nivel a global, afectan la disponibilidad a precios razonables de muchos activos. Pero de otro lado, está la incapacidad del sistema de sobrevivir con los recursos disponibles.
Ana María Vesga, presidenta de Asociación Colombiana de Empresas de Medicina Integral (ACEMI), resume que “los pagos extemporáneos e insuficientes del gobierno a las EPS han afectado su capacidad para pagar a los laboratorios”. La situación es tan grave que hasta la Corte Constitucional tuvo que intervenir, ordenando al Ministerio de Salud ajustar la Unidad de Pago por Capitación (UPC) de 2024 por considerarla insuficiente.
La cartera tiene tres meses para desarrollar una herramienta que permita calcular adecuadamente la UPC, lo que podría aliviar a las EPS, pero, de momento, hay duda sobre la posibilidad real de que las entidades logren entregar los medicamentos que sí se encuentran en los dispensarios del país.
Mientras tanto, la Superintendencia Nacional de Salud comenzó a tomar medidas. Ya sancionó a dos grandes gestores farmacéuticos: Audifarma y Sumiprocesos, con multas de 230 y 250 salarios mínimos, respectivamente (más de $330 millones).
En el caso de Audifarma, la Superintendencia encontró que había deficiencias en los reportes de información e incumplimiento reiterado en la dispensación de medicamentos ambulatorios en el departamento de Caldas, afectando a los usuarios del sistema de salud pertenecientes a las EPS con las que se habían suscrito los contratos.
Y en relación con Sumiprocesos, gestor farmacéutico que suscribió contrato con una EPS Indígena para operar en el departamento de La Guajira (en su momento), se encontró, como resultado de un proceso de auditoría, evidencia de irregularidades en la entrega de dispositivos médicos, la no entrega de la información requerida y la no suscripción del plan de mejoramiento que, por disposición legal, deben presentar para subsanar las conductas evidenciadas.
De acuerdo con la entidad, la dispensación de medicamentos no es una responsabilidad única de las EPS. Los gestores farmacéuticos firman contratos que los obligan a la atención de los usuarios, y los retrasos en los pagos no es razón para que dejen de cumplir con sus responsabilidades contractuales.
“Existe un vacío jurídico por la falta de reglamentación de los gestores farmacéuticos y operadores logísticos de tecnologías en salud”, explica el superintendente Nacional de Salud, Giovanny Rubiano. “Sin embargo, esto no los impide actuar, puesto que, como sujetos vigilados, les asisten deberes claramente establecidos en la Ley Estatutaria”.
De hecho, el superintendente avanzó en un sentido: “He pedido eliminar las autorizaciones para pacientes con enfermedades crónicas. Si se padece una enfermedad que requiere tratamiento de manera prolongada, el usuario no debe estar pasando por trámites de autorizaciones y otras barreras de acceso a las tecnologías en salud y tratamientos que requiere para su atención. Las EPS no solo deben tenerlos identificados, sino que tienen que facilitar el acceso y la disponibilidad a estas tecnologías y a su tratamiento”.
Pero estas acciones parecen insuficientes ante la magnitud del problema, si bien las autorizaciones son la primera talanquera con la que se encuentran los pacientes, de nada sirve que no las necesiten si, finalmente, cuando lleguen a reclamar sus medicamentos, no están disponibles.
El ministro de Salud y Protección Social, Guillermo Alfonso Jaramillo, reconoce la gravedad de la situación: “Si no se atiende esta situación a tiempo, no solo se puede afectar su desarrollo normal, sino que incluso podría ocasionar la muerte”, especialmente refiriéndose a los pacientes pediátricos.
Y cada EPS trata de darle solución a su manera. Por ejemplo, para Kemer Ramírez Cárdenas, agente especial interventor de EPS Sanitas, es claro que “los pacientes con enfermedades crónicas y de alto costo deben recibir sus tratamientos sin barreras ni demoras. En EPS Sanitas estamos implementando soluciones estructurales, alineados con el plan de trabajo aprobado por la Supersalud, que garanticen la disponibilidad y acceso ininterrumpido a los medicamentos y tecnologías en salud esenciales para su bienestar”.
Según dice, está en curso un ejercicio de evaluación de cierre de brechas en casos relacionados con servicios de pacientes de alto costo, asegurando que cuenten con el acceso oportuno a los tratamientos.
“Queremos garantizar que nuestros afiliados reciban los tratamientos con acceso oportuno y continuo a los servicios de salud. Seguiremos fortaleciendo nuestras estrategias y optimizando nuestros procesos para cumplir con este objetivo fundamental”, puntualiza Ramírez.
Pero la solución no va a estar en manos de una EPS, ni siquiera en manos de cada una de ellas. La solución, según los expertos, requiere de una coordinación sin precedentes entre el Ministerio de Salud, el Invima, los laboratorios, los gestores farmacéuticos y las EPS. “La única estrategia efectiva para prevenir y abordar los problemas de abastecimiento es el trabajo articulado, constante y riguroso”, enfatiza Vesga.
Mientras los actores del sistema buscan soluciones, miles de pacientes continúan en la incertidumbre. Como resume el exministro Arias: “El remedio es plata. Sin una inyección de recursos, esta crisis podría prolongarse indefinidamente”.
La pregunta que queda en el aire es cuánto tiempo más podrá el sistema sostener esta situación antes de que el daño sea irreparable. Mientras tanto, miles de colombianos siguen esperando, con la esperanza de que mañana sea el día en que sus medicamentos finalmente lleguen.
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