EDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 6    NO 79 ABRIL DEL AÑO 2005    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co

Fundado en Medellín, el 30 de julio de 1998. Director: Julio Ernesto Toro Restrepo. Comite Editorial: Juan Guillermo Maya Salinas, Javier Ignacio Muñoz y Gonzalo Medina. Editora: Albaluz Arroyave Zuluaga. Dirección Comercial: Diana Cecilia Arbeláez. Asistente de edición: Olga Lucía Muñoz López. Web master: Santiago Ospina Gómez

Exanguino
transfusión

¿Colombia es uno de los países del mundo con mayor desarrollo en salud en proporción a los recursos destinados para ello? ¿El creciente gasto en salud en Colombia corresponde al nivel de salud de su población? ¿El país tiene un adecuado nivel en salud pública? Estas y muchas otras preguntas caben perfectamente después de enterarse que en el año 2000 Colombia ocupaba de los primeros lugares en el mundo en gasto en salud, con casi 10% del PIB; después de EU, con alrededor del 13.7%; Alemania con 10.5% y Uruguay con 10% .
Con anterioridad El Pulso ha tratado el tema del impacto que tiene el gasto del país en la salud de los colombianos. Y no por referencias, sino porque todos lo hemos sentido, lo que hoy nos cuesta la salud no tiene precedentes, y muy pocos, por no decir que ninguno, está satisfecho con lo que ha obtenido de parte de este sistema tan oneroso y al que tanto le hemos aportado, hablando exclusivamente de los actores naturales del sector, claro está.
Con decir que el sistema de seguridad social nuestro está entre los cuatro más costosos del mundo no está dicho todo; con seguridad sería peor la posición si se entrara a evaluar su eficiencia. La masa de dinero que se le ha puesto es realmente impresionante. Se estima que sólo el llamado gasto de bolsillo representa más del 2% del PIB; caben dentro de este rubro el pago directo que hacen los pacientes, como también el pago por los seguros y los planes adicionales al Plan Obligatorio de Salud, POS. Pero también hacen parte de ese gasto los copagos y las cuotas moderadoras como contribución individual. Esto es realmente una cantidad importante y muy valiosa, pues se pone con mucho esfuerzo y aún con privaciones y con sacrificio inimaginables. Adicional a este importante monto, como dineros de la salud, están las cotizaciones al régimen contributivo; los aportes que por las cajas de compensación familiar se destinan al régimen subsidiado; los aportes a las Administradoras de Riesgos Profesionales; el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito y Transporte, SOAT; los recursos del Sistema General de Participaciones originados en los impuestos nacionales, IVA, renta y demás; los aportes del Presupuesto General de la Nación; las rentas cedidas a los departamentos y distritos; el impuesto a los licores y a la cerveza; los aportes de la Empresa Territorial para la Salud, Etesa; y el Impuesto directo a las armas y municiones, entre los principales renglones. En total estamos hablando de una cifra que en el año 2000 superaba los $15 billones y que hoy fácilmente puede estar por los alrededores de los 20. Seamos sinceros: esto no está bien, ni el esfuerzo económico habla bien del sistema.
Es increíble que exista ese espantoso contraste entre lo gastado y lo obtenido. Claro que las servicios médico - asistenciales se han encarecido como resultado de los costos del equipamento y tecnología, de los antibióticos y en general de los medicamentos de última generación; también como consecuencia de la profundización en el conocimiento y de las exigencias en la especificidad del diagnóstico, pues es evidente que hoy por hoy nadie se dejaría hacer un diagnóstico y menos un tratamiento con los recursos y con el conocimiento que se disponía hace sólo 10 años. Pero todo no está allí. Los altos costos en proporción a los bajos resultados, no son consecuencia ni sólo ni principalmente de esto. También es cierto que en el medio hay ineficiencia, corrupción, y descuido. Pero a pesar de esto, tampoco todo está allí. También hay mucho, pero mucho del resultado de la lucha de la oferta y la demanda, incluidos los beneficios y excedentes de quienes la propician, la aprovechan y la operan, del fenómeno del mercado, nuevo como concepto y como fuente de dinero en el sector, y de la habilidad el gobierno para retener los aportes que son y corresponden al sector, es decir a los pacientes.
Sea como fuere, no es la gente de la salud la que se ha quedado con los réditos de un negocio que mueve semejantes sumas. Muy por el contrario. Son ellos los que por la necesidad se han resignado a trabajar por menos, mucho menos, de lo que se paga en un oficio no calificado. Tampoco son los centros asistenciales que, con contadas excepciones, todos se han venido abajo, entre otras razones porque no les llegan pacientes, o si les llegan, es en condiciones contractuales desventajosas y muchas veces humillantes, pero que se aceptan para no morir de inmediato.
Tampoco son los pacientes quienes se han beneficiado de ese impresionante caudal de dinero. Por el contrario, para ellos sólo se destina el resultado de una fracción de lo producido por el capital invertido en forma reverberante en papeles colocados a mediano y largo plazo en el mercado financiero, incluso por el propio gobierno, que maneja allí más de un billón y medio de pesos, y algunos excedentes de lo invertido en clínicas y en equipos mejores que los de los médicos. Aclarando que esta barbaridad la permite y alienta el sistema, hay que admitir que esto no corresponde, ni mucho menos, a un sano sistema de salud; esta situación es, hablando en términos médicos, el equivalente a una exanguino transfusión.
 




Arriba

[ Editorial | Debate | Opinión | Monitoreo | Generales | Columna Jurídica | Cultural | Breves ]

COPYRIGHT © 2001 Periódico El PULSO
Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin autorización escrita de su titular
. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved