MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 6    NO 77    FEBRERO DEL AÑO 2005    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

Plan Nacional de Salud Ocupacional:
buenas intenciones para muy pocos colombianos

Juan Carlos Arboleda Zapata - elpulso@elhospital.org.co
El pasado 15 de diciembre, el ministro de la Protección Social, Diego Palacio, dio a conocer en Bogotá el Plan Nacional de Salud Ocupacional 20032007, resultado del trabajo realizado durante 6 meses por una comisión integrada por representantes de los empresarios, las Administradoras de Riesgos Profesionales (ARPs) públicas y privadas, trabajadores y el Ministerio, con aprobación final del Consejo Nacional de Riesgos Profesionales. Su objetivo básico es propiciar la reducción de la morbimortalidad de origen laboral, haciendo énfasis en el fomento de la cultura del auto cuidado.
Para expertos consultados por El Pulso, el Plan está lleno de buenos deseos y propone lineamientos generales, algunos provenientes de planes anteriores de la década de los 90's, pero deja dudas

sobre su viabilidad financiera, su real capacidad para ampliar cobertura y lo que es más grave: no toca de fondo el problema principal de la salud ocupacional, como es el manejo de la informalidad laboral a través de su inclusión al sistema tal y como está, o la creación de nuevos modelos especiales de aseguramiento en riesgos profesionales.
El Plan
El desarrollo del Plan era una tarea pendiente ordenada por el decreto 1295, que desde su expedición en 1994 no había sido ejecutada, y la intención del gobierno es que el Plan oficie como norte de la salud ocupacional. Su elaboración comenzó a fines de 2003 y se basó en la revisión de diferentes documentos, entre ellos los dos planes anteriores expedidos en la década pasada, la política pública en el mundo del trabajador, el Manifiesto Democrático de Álvaro Uribe y normatividad internacional.
El Plan tiene 4 objetivos: desarrollo de una cultura en prevención de riesgos y salud ocupacional, con fuerte énfasis en el auto cuidado; fortalecimiento de las diferentes instancias del sistema (ARP, trabajadores, empleadores, juntas de calificación de invalidez y red nacional de comités); fortalecimiento científico y técnico, con un sistema de información y otro de garantía de calidad; y ampliación de cobertura para llevar salud ocupacional a poblaciones no afiliadas al Sistema General de Riesgos Profesionales o poblaciones laborales vulnerables, con capacitación en cuidado y prevención de riesgos.
Para el doctor Juan Carlos Llano Rondón, Director General de Riesgos Profesionales del Ministerio de la Protección Social, al analizar el sistema de riesgos profesionales luego de 10 años de implementado, hay elementos que reforzar: “En fortalecimiento de la gestión, esperaríamos con este Plan terminar contando con un sistema de información y otro de garantía de calidad; también con un aumento en la cobertura, y algo fundamental, el tema de cultura. Fortalecer más las instituciones y entidades que conforman el sistema, como la inspección y vigilancia, las juntas de calificación de invalidez, la red nacional de comités. Son las grandes cosas que se esperan arroje como resultados la ejecución del Plan”.
En la ARP del Seguro Social, que cuenta con el mayor número de trabajadores afiliados (1'326.701) de las 14 que existen en el país, consideran beneficioso al Plan y con un progreso sustancial en el direccionamiento de las responsabilidades de los empleadores, como también en el nivel y el rol que deben cumplir cada una de las aseguradoras para hacer énfasis en la promoción y prevención de accidentes de trabajo y enfermedades profesionales. El doctor Álvaro Vélez, gerente nacional de Salud Ocupacional del ISS, considera importante la política de diseñar e implementar un sistema de garantía de calidad para el Sistema General de Riegos Profesionales: “Es clave que se comience a definir la estructura y los módulos con estándares mínimos de evaluación, que debe contener tanto para aseguradoras como para las empresas, un programa de salud ocupacional y medidas para establecer el impacto que ese programa debe generar en cada una de las empresas, que se evidencia en disminución del ausentismo laboral, de los accidentes de trabajo y de la probabilidad de desarrollar enfermedades profesionales”.
¿Qué le faltó al Plan?
Un aspecto cuestionado por especialistas, es la difícil viabilidad financiera para la ejecución del Plan, aunque el doctor Llano señala la existencia del Fondo de Riesgos Profesionales, cuenta adscrita al Ministerio de la Protección Social, con recursos que llegan del 1% de todas las cotizaciones mensuales que reciben las ARP, las multas que se generan en el sistema, donaciones, y presupuestos de la Nación y de las regiones, lo que al año puede sumar unos $8.000 millones de recursos base para financiar el Plan, sumado a las inversiones que tendrán que hacer las ARP, las empresas y las sociedades científicas. Otras críticas señalan la falta de medidas más radicales para el aumento de la cobertura, el no haber planteado la posibilidad de nuevos modelos de aseguramiento, y lo más grave, la falta de medidas audaces que enfrenten el problema de los riesgos profesionales en el sector del empleo informal.
El doctor Álvaro Londoño, Jefe de Salud Ocupacional del Hospital Universitario San Vicente de Paúl, y ex miembro del Comité Seccional de Salud Ocupacional de Antioquia, considera que el plan está bien estructurado, y que reúne buenos propósitos, pero afirma que “debe estar ajustado a la realidad nacional. Hay una divergencia en esas buenas intenciones con lo complejo de la situación nacional, en particular con el mayor problema del sector: el gran predominio del sector informal de la economía y la desprotección social en que se encuentra inmerso. En las iniciativas no veo nada novedoso en relación con planes anteriores, que infortunadamente no se ejecutaron”.
¿Plan subsidiado para trabajadores informales?
Según cifras de distintas entidades del Estado, el empleo informal está alrededor del 63.5%. Por lo tanto, las medidas encaminadas a aumentar la cobertura y basadas en un mayor control a la evasión y elusión de impuestos, solo están dirigidas al sector formal de la economía (sin que toquen incluso a sectores formales como las fami-empresas o mini pymes), en donde el control se vuelve casi imposible por cuanto según datos del mismo Ministerio de la Protección Social, en el país pueden existir unas 400.000 empresas y solo 281 inspectores que cumplen entre 35 y 40 funciones diferentes cada uno, haciendo que se convierta en una tarea por decir lo menos, titánica.
Una alternativa planteada por el doctor Londoño y ya presentada al gobierno a través de representantes de los trabajadores, es la creación de un régimen subsidiado de riesgos profesionales, como un nuevo modelo de aseguramiento para ampliar la cobertura. Para el dirigente de la Confederación Colombiana de Trabajadores (CTC) y representante por los trabajadores en el Consejo Nacional de Riesgos Profesionales, Víctor Pardo, el tema ya había sido abordado desde cuando se estudió la reforma al decreto 1295: “Una medida de este tipo sería la solución para los grupos de trabajadores más vulnerables y sin vinculación formal con empleadores, además de que atendería capas de la sociedad que desarrollan un trabajo con alto riesgo y cuyos ingresos no les permiten hacer una cotización completa”: Pero el señor Pardo es consciente de que sería necesario cambiar todo el esquema de cómo se mira la salud en este país: “Si la visión es de negocio, no va haber lo que estoy soñando: subsidiar sectores de la población en riesgos profesionales”.
Las aseguradoras agremiadas en Fasecolda ven con optimismo el Plan, y su director, doctor William Fadul, resaltó la participación del gremio en su elaboración y la importancia del aumento en la cobertura a los sectores más desprotegidos, uno de los retos del sistema, sin descartar inclusive la creación de un régimen subsidiado: “Toda iniciativa que se traduzca en incremento de cobertura y extensión del Sistema de Riesgos Profesionales a sectores no cubiertos, debe recibirse positivamente, pero con base en estudios serios que garanticen su sostenibilidad en el largo plazo y que no impliquen detrimento de logros actuales. El reto es obtener un adecuado equilibrio entre los beneficios que se otorgarían, población que se cubriría, recursos disponibles y sostenibilidad de largo plazo”.
La posibilidad de un plan subsidiado es descartada por el doctor Llano del Ministerio de Protección, al considerar que la financiación del sistema sería un componente muy complejo de manejar, por cuanto la actual cotización para riesgos en promedio llega a los dos puntos, mientras que en salud son 12, y si se tiene en cuenta que la actual legislación no contempla la existencia de un fondo ni de recursos que lo puedan financiar, las probabilidades son aún menores.
El tema ha sido estudiado por el Ministerio y se han hecho cálculos que mostrarían que si de los dos puntos cotizados se pasara un 1% a un fondo, no se alcanza a cubrir a 20.000 trabajadores: “No se debe pensar todavía en un Fondo de Solidaridad como lo tiene salud, sino ir evolucionando para buscar que diferentes grupos, en la medida que se formalicen vayan ingresando al sistema, pero que ellos mismos quienes paguen, porque finalmente no abrían recursos para financiarlos, y lo que se entregaría por solidaridad no cubriría mucha población”, apunta el director de Riesgos Profesionales del Ministerio.
Para la CTC, el nuevo Plan no trajo beneficios para la clase trabajadora. El señor Pardo llama la atención sobre falta de participación del sector trabajador en su discusión, y considera que el Plan no es concreto en su desarrollo: ”Tiene líneas de trabajo, pero a nosotros en concreto no nos dice a donde quiere dirigirse; no puede quedarse en meras campañas publicitarias, porque eso no produce resultados y es solo una parte del producto, no es el 100% de lo que debe hacerse. Las actividades en concreto, ¿cuáles son? Habrá que ver también donde están los recursos para realizar el Plan”, concluyó.

 
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