MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 10    No. 131  AGOSTO DEL AÑO 2009    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

El Vigía
La Hepatitis C es un serio problema de salud pública que no recibe la suficiente atención por parte de los Estados, de la comunidad científica y la población general. Probablemente si miramos el problema desde su magnitud, tal vez haya muchos otros problemas más frecuentes, pero si lo miramos desde la severidad y la vulnerabilidad, pocos con tan alta evolución hacia la cronicidad y las complicaciones, y tan altamente resistente.
Se estima que en el mundo hay más de 170 millones de personas infectadas, de las cuales aproximadamente el 15% están en América y Europa, y 75% en Asia y África, con unas 250.000 a 350.000 muertes al año. Según datos de la Organización Mundial de la Salud de 1999, la prevalencia es muy variable entre países, pasando de 0.003 en Suecia, 1% en Colombia, a 18.1% en Egipto.
La infección es producida por un virus que no ha podido caracterizarse suficientemente: esto hace que no se disponga de pruebas diagnósticas altamente sensibles y específicas. Sin embargo, el principal problema radica en que la mayoría de las infecciones son asintomáticas, y por lo tanto el diagnóstico y la intervención se hacen de una manera tardía.
El mecanismo de transmisión del virus es principalmente por vía parenteral, lo que explica su alta prevalencia en usuarios de drogas intravenosas, hemofílicos y hemodializados; también puede transmitirse por vía sexual, por accidente ocupacional y por otros mecanismos en menor frecuencia, aunque en un porcentaje de los casos no se conoce la fuente de infección.
Hasta el 60% a 85% de los pacientes infectados por el virus pueden evolucionar a una hepatitis crónica, y de estos un 20% a una cirrosis y en un menor porcentaje a un carcinoma hepato-celular. Esto por sí solo habla de un problema con un pronóstico sombrío.
Con base en lo anteriormente expuesto, no hay duda que los esfuerzos deben centrarse en la prevención de la transmisión del virus, controlando los principales factores de riesgo, máxime cuando no se dispone de vacuna y el tratamiento no es totalmente efectivo. Un elemento clave en la prevención es la educación a la comunidad científica y a la comunidad general acerca de la infección y sus mecanismos de transmisión; deben realizarse actividades específicas en poblaciones de más alto riesgo como drogadictos, hemodializados y personas con promiscuidad sexual; es necesario disponer de estudios de sero-prevalencia que permitan conocer mejor la magnitud del problema; los bancos de sangre deben tener un proceso de selección y tamizaje de donantes con los más altos estándares de calidad; debe enfatizarse el uso de medidas de protección y el evitar conductas de riesgo en el ambiente ocupacional.
Aunque la Hepatitis C es un problema serio y difícil de atacar, hay una serie de medidas de prevención que debemos impulsar y practicar.
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