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El Vigía
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La
Hepatitis C es un serio problema de salud pública que
no recibe la suficiente atención por parte de los Estados,
de la comunidad científica y la población general.
Probablemente si miramos el problema desde su magnitud, tal
vez haya muchos otros problemas más frecuentes, pero
si lo miramos desde la severidad y la vulnerabilidad, pocos
con tan alta evolución hacia la cronicidad y las complicaciones,
y tan altamente resistente.
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Se estima que en el mundo hay más de 170 millones de
personas infectadas, de las cuales aproximadamente el 15% están
en América y Europa, y 75% en Asia y África, con
unas 250.000 a 350.000 muertes al año. Según datos
de la Organización Mundial de la Salud de 1999, la prevalencia
es muy variable entre países, pasando de 0.003 en Suecia,
1% en Colombia, a 18.1% en Egipto. |
La infección
es producida por un virus que no ha podido caracterizarse suficientemente:
esto hace que no se disponga de pruebas diagnósticas
altamente sensibles y específicas. Sin embargo, el principal
problema radica en que la mayoría de las infecciones
son asintomáticas, y por lo tanto el diagnóstico
y la intervención se hacen de una manera tardía.
El mecanismo de transmisión del virus es principalmente
por vía parenteral, lo que explica su alta prevalencia
en usuarios de drogas intravenosas, hemofílicos y hemodializados;
también puede transmitirse por vía sexual, por
accidente ocupacional y por otros mecanismos en menor frecuencia,
aunque en un porcentaje de los casos no se conoce la fuente
de infección.
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Hasta
el 60% a 85% de los pacientes infectados por el virus pueden
evolucionar a una hepatitis crónica, y de estos un 20%
a una cirrosis y en un menor porcentaje a un carcinoma hepato-celular.
Esto por sí solo habla de un problema con un pronóstico
sombrío.
Con base en lo anteriormente expuesto, no hay duda que los esfuerzos
deben centrarse en la prevención de la transmisión
del virus, controlando los principales factores de riesgo, máxime
cuando no se dispone de vacuna y el tratamiento no es totalmente
efectivo. Un elemento clave en la prevención es la educación
a la comunidad científica y a la comunidad general acerca
de la infección y sus mecanismos de transmisión;
deben realizarse actividades específicas en poblaciones
de más alto riesgo como drogadictos, hemodializados y
personas con promiscuidad sexual; es necesario disponer de estudios
de sero-prevalencia que permitan conocer mejor la magnitud del
problema; los bancos de sangre deben tener un proceso de selección
y tamizaje de donantes con los más altos estándares
de calidad; debe enfatizarse el uso de medidas de protección
y el evitar conductas de riesgo en el ambiente ocupacional.
Aunque la Hepatitis C es un problema serio y difícil
de atacar, hay una serie de medidas de prevención que
debemos impulsar y practicar.
soox@elhospital.org.co |
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