MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 16    No. 227  AGOSTO DEL AÑO 2017    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

Migración de venezolanos
genera nuevas necesidades en salud

Juan Carlos Arboleda Z. - elpulso@sanvicentefundacion.com

Colombia no ha sido un país propenso a recibir migrantes; un antecedente se presentó en los años 40 cuando miles de libaneses arribaron a la costa norte huyendo del conflicto independentista que vivía su país, aunque fueron apodados todos de manera general como “turcos” , debido a que sus pasaportes tenían esa procedencia; acá se radicaron, la mayoría se adaptó e incluso han alcanzado lugares de privilegio en nuestra sociedad. En los últimos meses, la recepción de ciudadanos venezolanos que llegan a Colombia ha sido tan masiva que comienza a sentirse en todas las esferas: “A la peluquería a la que asisto , quien me atiende es una venezolana”, señala alguien; “yo veo vendedores ambulantes que inician diciendo: “amigo, yo soy de Venezuela y para ayudarme estoy vendiendo…” indica un taxista; y en los centros de salud de las ciudades fronterizas y las principales capitales del país, se comienza a hacer familiar en las áreas de recepción la frase: “buenas, yo vengo de Venezuela y necesito saber si acá me pueden atender…”.


Para enfrentar este último aspecto de la migración venezolana, fue que el Ministerio de Salud y Protección Social expidió la Circular 025 de 2017 que dicta a las autoridades territoriales y de salud los parámetros de atención a una población que hasta ahora se comporta de manera flotante y que ha sido recibida sin muchos tropiezos, pero que en un futuro podría acarrear problemas en cuanto a la capacidad de las instituciones para atenderlos y del mismo Sistema General de Seguridad Social para cubrir los costos que esto conlleva.

Contexto general

Si bien es el puente fronterizo Simón Bolívar, que comunica a San Antonio del Táchira con Cúcuta, donde se observan las mayores multitudes de venezolanos pasando hacia Colombia, otros sitios de ingreso como la Guajira, Arauca, o cualquier lindero en los santanderes también es utilizado por miles de personas, y dentro de ellos muchos abrigan la esperanza de quedarse por un periodo de tiempo indefinido casi siempre expresado en la frase: “hasta que las cosas mejoren”. Es este grupo poblacional quien más demanda servicios aún no cuantificados. Datos de Migración Colombia muestran que de 202.624 personas que ingresaron en 2010, la cifra saltó a 329.478 en 2016, cambiando radicalmente la relación migratoria entre ambos países. En los años setenta, del siglo pasado, miles de colombianos migraron hacia Venezuela buscando aprovechar la bonanza petrolera que demandaba mano de obra barata para una economía en crecimiento. Cuántos compatriotas fueron a vivir al vecino país es difícil de saber; en Venezuela se hablaba de cuatro millones llegados entre 1973 y 1979, pero un cálculo más realista indica que podría estar por los lados del millón.

La nueva realidad es que son los venezolanos quienes vienen a Colombia desde 2005 cuando se dio el despido masivo de 18.000 trabajadores de Petróleos de Venezuela (Pdvsa). Esta primera ola pertenecía a una clase adinerada que de alguna forma se insertó bien en los círculos sociales y de poder y comenzó a ejercer cierta oposición desde el exterior a las políticas de Hugo Chávez. Una segunda ola se puede ubicar alrededor de 2010 esta vez encabezada por empresarios que buscaban salvar sus capitales de posibles expropiaciones, la alta inflación y la devaluación del bolívar. La tercera ola la conformaron personas de clase media y media-baja a partir de 2014, después de las protestas contra el gobierno de Maduro y la motivación fue el desencanto ante el deterioro económico de su país y la pérdida de oportunidades, lo que motivó a que muchas familias enviaran sus hijos a estudiar principalmente a Bogotá y otras ciudades. La que se puede empezar a llamar la diáspora venezolana llega, según cálculos de Migración Colombia, a 1´046.708 personas que se han quedado como residentes en el país, siendo la oleada de los recientes meses mucho más variopinta, de todas las clases sociales, diversos niveles de educación y una motivación basada en el desespero y miedo de lo que podría pasar con hechos políticos como la Asamblea Constituyente y la represión a las protestas contra el gobierno de Nicolás Maduro.

Medidas de choque en salud

Ante el fenómeno migratorio, tal vez la declaración que más reúne el sentir nacional es la del gobernador Eduardo Verano de la Rosa, quien dijo a SEMANA: “Cuando los colombianos llegaban al Zulia eran bien recibidos, ahora debemos corresponderles recibiéndolos bien y vincularlos a nuestros programas sociales porque la mayoría son colombianos o sus hijos”. Esta última referencia es cierta pero también es cierto que muchos de los llegados no tienen ningún tipo de arraigo con Colombia y por lo tanto su indefensión es mayor.

Las directrices emitidas por el Ministerio de Salud y Protección Social de Colombia en la Circular 025 de 2017 están encaminadas en tres direcciones: atención por parte de las IPS; comportamiento de las Entidades Administradoras de Planes de Beneficios (EAPB), y una serie de medidas generales. Las instrucciones para las EAPB son simples: garantizar el aseguramiento de la población migrante y la gestión integral del riesgo en salud de la misma, siempre y cuando dicha población cumpla con los decretos 2353 de 2015 (de afiliación al SGSSS) y 1459 de 2016 (afiliación de migrantes colombianos repatriados) pero que además presenten un documento válido de identidad (cedula de extranjería, pasaporte, permiso especial de permanencia, carné diplomático, o salvoconducto de permanencia).

En relación con las IPS la Circular señala: garantizar la atención de urgencias, actualizar los planes de Emergencia Hospitalaria para responder adecuadamente al fenómeno migratorio, intensificar la búsqueda de casos a través del BAI (Búsquedas Activas Institucionales) y BAC (Búsquedas Activas Comunitarias) y fortalecer los procesos de notificación y las unidades de análisis de mortalidad para los casos de interés en salud pública.

En cuanto a las disposiciones generales estás son más ratificaciones de actividades de las entidades territoriales que, por lo menos en teoría, deberían funcionar siempre en el territorio nacional: gestionar la salud pública de la población migrante con coordinación intersectorial, capacitar al recurso humano en el manejo de la situación, verificación de las condiciones de los albergues temporales, coordinar con el INVIMA el ingreso de alimentos al país con un enfoque de gestión del riesgo. Frente a potenciales riesgos de salud pública , la Circular señala: caracterizar a la población migrante, activar equipos de respuesta inmediata ante sospecha de casos de interés en salud pública, así como notificar ante la presencia de brotes y situaciones de alerta, fortalecer las capacidades de vigilancia en SP, implementar estrategias de información al viajero en cuanto a signos de alarma y rutas de atención, promover que en sanidad aeroportuaria y en otros puntos de entrada al país, se notifiquen casos de especial interés a la vez que se garanticen entornos seguros a los viajeros. Otros elementos consignados son del mismo tenor general: protección especial a los menores de edad, cuidado de los derechos sexuales y reproductivos, fortalecer espacios de convivencia, y prevenir condiciones transmisibles.

La realidad de la calle

Pero qué tan eficaces pueden ser en la práctica estas medidas. Carmen es una mujer venezolana, de mediana edad, y que camina por el paseo peatonal Junín, en Medellín , vendiendo galletas, y los fines de semana pasteles que hace en la casa de una vecina que le presta la cocina. Está alojada en una residencia donde convive con su hijo, quien padece un extraño síndrome clasificado como enfermedad huérfana. Hace meses que el niño no recibe atención y ella, mientras busca algunas monedas para entregar el cambio, aprovecha para conseguir información sobre el sistema de salud colombiano y preguntar cómo conseguir atención.

Para Leopoldo Giraldo, gerente de Metrosalud en Medellín, en este tipo de casos radica la esencia del problema: “ Tenemos una dificultad básica y es que para el paciente que es urgente tenemos una norma que protege esa urgencia y se atiende, pero gran cantidad de pacientes son crónicos, o mujeres embarazadas, niños, consultas por control prenatal, y hoy no tenemos forma de atender estas poblaciones; y si bien hay una decisión tomada, no devolvemos ningún paciente, administrativamente no hay pagador y eso nos va generando un aumento de la cartera, pero además es que el fenómeno de la migración desde Venezuela está creciendo y se agudiza.

Frente a la circular del Ministerio, el doctor Giraldo plantea dudas en su efectividad: “Si partimos del criterio que el sistema funciona para los residentes en el país, alguien que llega de Venezuela legalmente a trabajar, se afilia a la seguridad social y no hay problema, pero los que no están legalmente, no tienen un pasaporte o un documento de identidad, y no se pueden afiliar. Esta gente viene sin ninguna protección laboral, y muchos incluso están siendo explotados; empleadas del servicio doméstico que trabajan por un techo y comida, y otros miles que trabajan por lo que haya y el riesgo para esas personas es muy alto.

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