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Sobredosis
que matan, intoxican o embarazan
Patricia
Vargas - Periodista, Medellín |
Adriana (nombre ficticio de una protagonista verdadera) salió
de su casa un viernes de mayo en la tarde, con un grupo de
amigos. Era normal encontrarse con otros de su edad para cerrar
la semana. Apenas tenía 14 años. A las 7 de
la noche una de sus amigas la llevó a un centro de
urgencias, a donde ingresó muerta. La leal cómplice
de otras fiestas contó que toda la tarde inhaló
cocaína.
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Este
caso permite ilustrar una cifra que tiene preocupados a los
profesionales del servicio de toxicología del Hospital
San Vicente de Paúl: hasta mayo habían fallecido
cuatro personas por sobredosis de cocaína: dos varones
luego de intensas jaranas, un joven que prestó su cuerpo
para transportar la droga y Adriana
Más
emociones?
El
médico toxicólogo Ubier Gómez afirma
que la intoxicaciones recientes ocurren por consumo de dosis
altas, especialmente, de cocaína. Los consumidores
están cambiando los hábitos: Anteriormente los
adolescentes y los jóvenes inhalaban entre uno y tres
gramos cada vez, .ahora lo hacen entre 20 y 30 gramos al día..."Si
tenemos en cuenta que la dosis letal de la cocaína
es de 10 gramos en un consumo agudo, estas personas superan
ampliamente una dosis letal: consumen aproximadamente un gramo
cada hora, y como son jóvenes, aparentemente el organismo
les tolera a algunos sin causar muchos daños".
Agrega el profesional que "muchas veces estos jóvenes
consultan en los servicios de urgencias por cuadros de arritmias
cardiacas, con ansiedad, agitación, sensación
de pánico, de dolor retroesternal y sensación
inminente de muerte, o porque pueden presentar cuadros confusionales
agudos y estados de locura transitoria, más conocida
como psicosis exotóxica". Lo grave es que, en
ocasiones, cuando estos pacientes llegan a los servicios de
urgencias son atendidos con medicamentos no indicados: calmantes
como el aloperidol, y antiarrítmicos o antihipertensivos
como el propanolol, que pueden empeorar la sintomatología
del paciente y desencadenar convulsiones o arritmias. "Hemos
tenido casos de pacientes que permanecen relativamente estables
durante 24 ó 36 horas pero que después se descompensan
con dolor retroesternal, personas que llegan infartadas y
pueden presentar síntomas hasta tres días después
del último consumo". Sí a esto se suma
que la mayoría de las personas no consumen la cocaína
como droga única sino concomitantemente con licor,
se genera un compuesto derivado de la mezcla denominado cocahetileno,
el cual produce vasoconstricción de las arterías
coronarias, que aunada al aumento de la frecuencia cardiaca
generada por la cocaína pueden desencadenar una arritmia
o un infarto.
A experimentar
Los toxicólogos se encontraron con una verdad de a
puño: hay una fuerte tendencia de la juventud a experimentar
con nuevas drogas: el éxtasis, la heroína, no
sólo inyectada, también en otras formas, por
ejemplo inhalada; el LSD, el yagé, muy de moda entre
los universitarios, y los grandes consumos de sicotrópicos
que antes se usaban en pequeñas cantidades. Ya no se
ingiere una sola benzodiazepina, conocida popularmente como
"Roche", sino que consumen 5 ó 6 pastas;
ya no fuma un solo cigarro de marihuana de 10 gramos, sino
5 ó 10. La realidad es aplastante, según el
doctor Gómez: "estamos en un tiempo en que las
personas se retan, experimentando con su propio cuerpo para
ver el grado de tolerancia, y cada quien aprende a identificar
hasta dónde puede llegar. Recientemente un paciente
llegó intoxicado y contó que su organismo puede
"aguantar" hasta 20 gramos de cocaína: comienza
sin lograr detenerse y cuando se le acaba el dinero camina
por Laureles mirando en qué balcones hay sillas, se
las roba y las vende por 10 ó 20 mil pesos y nuevamente
compra cocaína. Así repite su ronda hasta cuando
amanece y no puede robar más.
Inconscientemente los consumidores buscan liberarse de la
adicción mediante una sobredosis que degenere en un
evento grave como un infarto o un estado convulsivo que los
lleve a la muerte.
Logran su cometido? Sí, porque los pocos infartos que
no matan, dejan secuelas graves, particularmente en la gente
muy joven. Ellos llegan a presentar convulsiones tónico-crónicas
generalizadas, de esta forma quedan con lesiones cerebrales
que pueden aparecer incluso después de que los síntomas
iniciales de la intoxicación se abatieron. Pacientes
que ingresaron a los centros asistenciales con cambios electrocardiográficos
sutiles, sugestivos de algún grado de lesión
leve, y diez o doce horas después de permanecer asintomáticos,
fallecen súbitamente. También logran su cometido
por la accidentalidad, por la agresividad que genera en muchos
de los consumidores, o por la combinación de drogas
sicotrópicas. Por ejemplo una combinación peligrosa
y casi siempre mortal es la de cocaína con éxtasis,
porque ambas son estimulantes, generan arritmias cardiacas,
hipertensión y convulsión.
Consumos que matan
Hace pocos años tres hombres jóvenes murieron
en un apartamento de Belén por una sobredosis de éxtasis
mezclada con cocaína. En la misma época ocurrió
otro caso similar, de esos que suceden entre los denominados
consumidores sociales, de fines de semana. Tanto el anterior
caso como el que a continuación detallamos sucedió
en circunstancias muy parecidas. Tres amigos se reúnen
para inyectarse heroína y experimentar por primera
vez sus efectos. Dos de los muchachos murieron casi inmediatamente,
pues esa droga produce mucho sueño, más cuando
no se tiene experiencia en su manejo. El tercero se salvó
porque se quedó dormido con la primera cantidad de
heroína aplicada. Lo hallaron con la jeringa aún
puesta en el brazo, sin acabar la acción de llevar
el émbolo hasta el fondo, de ahí que se encontraran
restos de la droga en el envase
Son historias de nunca acabar. Un profesional de 31 años
falleció luego de inhalar heroína, hecho que
le produjo depresión respiratoria, destrucción
muscular (porque se le bajó tanto la presión
que la sangre no irriga los músculos y, en consecuencia,
se destruyen. Como si lo anterior fuera poco, este hombre
tuvo al mismo tiempo falla renal y hepática.
Se podrían relatar otros casos, sólo que la
misma ley establece los límites para proteger la intimidad
de las familias en cuyo seno ocurren las dramáticas
historias, sin permitir a la fiscalía darlas a conocer
a la luz pú
blica, es decir, a la prensa.
Revelaciones que preocupan
En un informe preliminar del Comité de Vigilancia Epidemiológica
que opera en Medicina Legal en Medellín, sobre consumo
de drogas y mortalidad violenta en 1999, los investigadores
hallaron preocupantes revelaciones: tomaron muestras de orina
y sangre de 350 cadáveres que ingresaron entre el 10
de mayo y el 5 de agosto de 1999. Del total, el 89% (313)
corresponde a muertes violentas, en 112 (32%) detectaron ingesta
de alcohol, y en 63 de los cuerpos analizados hallaron registros
de alcohol "compatibles con embriaguez aguda alcohólica".
Los estudiosos encontraron otras preocupantes cifras que denotan
cómo se modificó la relación existente
entre muertes violentas y consumo de licor, dando un giro
a la creencia popular, pero sobre todo a las evaluaciones
que se hacían el pasado reciente, según las
cuales en la mayoría de los homicidios el licor acompañaba
a la víctima y/o al victimario. Las estadísticas
confirmaron cómo la marihuana y la cocaína fueron
posicionadas en la delantera de las drogas empleadas en el
que podríamos llamar "escenario del crimen".
En el 42.3% de los cadáveres analizados había
rastros de marihuana, en el 35.7% de cocaína, en el
32% de alcohol y en el 2.9% otras drogas.
Pero también hallaron señales de policonsumos.
En 53 cuerpos hubo la mezcla simultánea de alcohol
y cocaína, en 90 casos evidencia de cocaína
y marihuana, en 33 más del riesgoso coctel alcohol,
cocaína y marihuana, y en dos cuerpos, concretamente
dos mujeres, el consumo simultáneo de cuatro drogas.
Frente a este último caso, la hipótesis de los
investigadores se encamina a establecer que fueron drogadas
en grado extremo para poder violarlas sin que pusieran resistencia.
Lo más llamativo para los epidemiólogos fue
verificar que en el 69% de los casos, es decir en 240 de los
occisos, su trágica muerte estuvo precedida del consumo
de alguna droga. Por grupos de edad, los jóvenes entre
los 15 y 24 años apenas sí ingirieron alcohol,
pero en su lugar consumieron otras drogas; en tanto que el
etílico se halló con mayor frecuencia en los
jóvenes de 20 a 29 años, y que en un 60 por
ciento de las muerte violentas de menores de 14 años
se detectó la presencia de alguna droga.
¿Hay más drogas?
Por supuesto que sí. Los toxicólogos miran con
asombro como los tiempos cambian y de qué manera...
Hace 10 años en Colombia apenas había un reporte
de cuatro casos de consumidores de heroína durante
los doce meses del calendario, hoy los especialistas atiendencuatro
por mes, 48 al año, con el agravante de la percepción
que tienen los colombianos sobre las manifestaciones externas
de un rumba. La tendencia es a creer que quien no muestra
evidencias de borrachera, estuvo en una "rumba zanahoria",
percepción generalizada entre los padres de adolescentes
que los lleva a evitar tratar el tema de la fármaco-dependencia,
en forma preventiva con ellos, afirma el toxicólogo
Ubier Gómez. Los progenitores, bien por desconocimiento,
bien por ignorancia, no saben que hoy los adolescentes ingieren
grandes cantidades de anfetaminas como el éxtasis,
se tornan hiperactivos, bailan sin descanso, toman "ríos"
de agua y cuando regresan a su hogar, no evidencian la ingesta
de "la reina de la noche o la pepa del amor", como
popularmente denominan los muchachos a la costosa pastilla
($40.000 acompañada del refrescante líquido).
Sin embargo, las secuelas se pueden percibir muy sutilmente
al comienzo, pero con el paso del tiempo se hacen más
marcadas: los padres no se explican cambios drásticos
en el comportamiento de los hijos, pues el éxtasis
como anfetamina afecta el cerebro, altera el comportamiento,
la atención, la concentración, la memoria, causando
irritabilidad y agresividad. Si a estos "juguetes"
o "ruedas", como suelen denominar los jóvenes
a estas pastas, se les mezcla licor y benzodiazepinas (Roches),
pueden internarse en un túnel donde no hay conciencia
por varias horas. Es el momento que aprovechan los violadores
para someter, sin resistencia alguna, a las adolescentes,
jóvenes e incluso a mujeres maduras, como en el caso
descrito en este artículo.
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No futuro para la
prevención
Pero como si el creciente consumo de
drogas no fuera causal de preocupación para la salud
pública del país, otro hecho se tiene que agregar.
Desde hace tres años no se tienen registros confiables
sobre el impacto de ese consumo, pues las entidades que trabajan
con drogadicción, por problemas económicos derivados
de la época recesiva que campea por todo el país,
y del actual sistema de atención en salud definido
en la Ley 100 del 93, abandonaron el cuestionario que llenaban
los participantes en los programas para centralizar la información
y llevarla al "VESPA". De esta forma se conocía
la incidencia del consumo de drogas, los rangos de edad, y
las tendencias de consumo por grupos poblacionales, entre
otros datos. Se diseñaban estrategias poblacionales
para atacar el problema de la drogadicción.
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Las pocas campañas
de prevención en los últimos 36 meses se basan,
en buena parte, en datos presuntivos y no concretos, hecho
que conlleva un factor de riesgo en el enfoque de las mismas.
En consecuencia cada institución elabora su programa
de acuerdo con su "experiencia" y, por supuesto,
con datos muy fragmentarios. No somos temerarios en afirmar
que lo poco que se avanzó en el primer periodo de los
90 en cuanto a prevención de la fármaco-dependencia,
fue borrado con el abandono estatal a las estrategias para
controlar el consumo de drogas. Porque si se había
caminado dos pasos, en los últimos tres años
el desacelere, prácticamente convertido en parálisis,
ha hecho que retrocedamos cuatro, y que en cambio ahora nos
aventaje, y con una larga distancia, el consumo de drogas.
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...De la selva hasta nosotros
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Martha
Cecilia Rodas O..
La moda, la búsqueda de respuestas místicas o
de instantes de alucinación, han traído al escenario
del consumo de drogas sicoactivas en las ciudades una planta
que produce mucho más que viajes a otras esferas.
"Parece ser que el consumo del yagé ha sido común
durante varios milenios en las comunidades indígenas
del extremo noroeste de América del Sur", sostiene
la doctora Ana María Giraldo, del Departamento de Toxicología
del Hospital Universitario San Vicente de Paúl. Su uso
medicinal y religioso, en la mayoría de los casos, le
ha permitido a los chamanes y sus comunidades diagnosticar enfermedades,
proteger al pueblo de desastres, comunicarse con los antepasados,
las plantas, los animales y los espíritus, defenderse
de los enemigos, adivinar el futuro y liberar el alma de su
confinamiento temporal.
El empleo del yagé en estas culturas está basado
en un conocimiento profundo de las plantas y sólo es
usado en rituales y ceremonias mágicoreligiosas. Comúnmente
se conoce como yajé, yagué, yagé, ayahuasca,
enredadera de los muertos, enredadera de las almas, bejuco del
alma, soga del ahorcado o escalera a la Vía Láctea.
Los indígenas, en cambio, le llaman caapi, gahpí,
kahpí, mihí, dapá y pildé.
Del rito al pito, el smog
¡la
urbe!
Como la curiosidad no tiene límites y los cuentos que
llegan sobre esta planta desde la selva son tan fantásticos,
los hombres y mujeres urbanos(as) también quieren experimentar
estas sensaciones. Es el espacio en el que el consumo de drogas
es más frecuente e indiscriminado, pues no corresponde
a un grupo social específico, atraviesa todos los estratos
socio-económicos y niveles culturales. Claro está,
no todos le jalan a lo mismo, pues los costos dependen del tipo
de producto y las opciones dependen del tipo de consumidor.
Es ahí, en ese punto, en el que el bejuco del alma hace
su aparición en el escenario urbano. Esta es una planta
alucinógena, que no genera adicción y que no tiene
un costo muy alto.
En algunos círculos sociales, más interesados
en cuestiones antropológicas, sociológicas y culturales,
se ha detectado el consumo. Su interés particular es
de carácter intelectual, no obedece a ningún tipo
de adicción a las drogas, aunque en algunos pueda serlo
así. Sin embargo, los consumidores sociales de drogas
se acercan a este tipo de producto por snobismo, moda o falta
de identidad.
De cualquier manera, para que el yagé produzca las alucinaciones
de las que tanto hablan los chamanes falsos y verdaderos que
han llegado a las ciudades a traernos esta planta, sólo
causa ese efecto después de que aparece dolor abdominal,
vómito y diarrea en quien lo ha ingerido. Si nada de
eso ocurre, la voz de la naturaleza no se escuchará,
a menos que el consumidor tenga mucha imaginación.
Con las plantas rituales hay que tener cuidado y respeto. Y
como dice el médico Ignacio Vergara, "abordar para
una audiencia científica un tema como el de las plantas
sagradas, es exponerse a irrespetar las plantas sagradas, o
a la audiencia científica o, en el peor de los casos,
a ambas".
Por ahora no hay estadísticas relevantes sobre el consumo
de yagé en las ciudades. Más bien es evidente
el auge de las sustancias psicoactivas, que tampoco es nuevo,
y la ignorancia de quienes se acercan a él, hasta en
la forma de consumirlo. El yagé se ingiere por vía
oral, es una bebida amarga, una especie de aromática
que se prepara con la corteza de la planta. Después,
es necesario un buen guía y, por si las dudas, un médico
a la mano. Los efectos posteriores a la alucinación,
que puede prolongarse durante cuatro horas, son distintos en
cada paciente. |
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