MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 268 ENERO DEL AÑO 2021 ISNN 0124-4388 elpulso@sanvicentefundacion.com icono facebook icono twitter

Buenos deseos entre nubarrones

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Es apenas natural por estas calendas que los buenos deseos circulen, y aunque en este año atípico lo han hecho ante todo a través de las redes sociales, sin el abrazo que generalmente los acompaña, es evidente que luego de un 2020 que nos afectó a todos, una profunda sinceridad se percibe en cada mensaje que se aúna a la ya tradicional frase: ojalá os podamos reunir pronto. Por lo menos entre los que continuamos conservando el distanciamiento social y las medidas de bioseguridad, que en Colombia parece que somos pocos.

El asunto es que pasada la emoción de la llegada del año nuevo, y terminado el pequeño paréntesis ocasionado por las festividades, es necesario, casi urgente, que el país, con las autoridades a la cabeza, regrese a la cruda realidad de la pandemia para evaluar si con lo hecho hasta ahora es suficiente y lo único que nos queda es esperar los resultados de una vacunación que no ha empezado en Colombia y que en el mejor de los escenarios se extendería hasta mediados de 2022.

Las últimas semanas de diciembre se caracterizaron por las medidas de aislamiento, con toques de queda parciales en algunas ciudades, que fueron tomadas por las autoridades locales, mientras el gobierno nacional insistía en la necesidad del autocuidado y anunciaba el plan de vacunación que se implementará en el primer trimestre de 2021.

Sin embargo enero comenzó con un panorama absolutamente oscuro. La ocupación de camas UCI esta nuevamente desbordada y rayando con las alertas rojas en ciudades como Bogotá, Cali, Medellín, Cúcuta, entre otras; los hospitales han llegado de nuevo a sus topes, hay escases de medicamentos esenciales para la atención en las unidades de cuidados intensivos e intermedios, y el talento humano se encuentra agotado por la carga de trabajo sin contar los muchos casos de profesionales incapacitados como efecto de la Covid-19.

Por otro lado, es evidente también que la pandemia en Colombia no ha disminuido en su impacto. El promedio de nuevos casos diarios es casi el mismo de lo que se presentaba cuando se afirmó que estábamos en el pico, por allá en el mes de agosto y septiembre. Después de esos meses que se consideraron críticos, lo que sucedió fue un estancamiento y entramos en una especie de meseta propiciada entre otras cosas por la disminución en las pruebas que pasaron de las casi cincuenta mil, a promedios diarios de 35 mil. Curiosamente, cuando en diciembre se aumentaron las pruebas, el número de casos nuevos volvieron a superar los diez mil al día, y eso no es una coincidencia.

Y es que si bien la esperanza de la vacuna puede estar más cercana, no se puede dejar a esa expectativa el manejo total de la pandemia. El país hace semanas tiene alrededor de 200 muertes al día como consecuencia del Covid, lo que equivale a que un avión 747 se cayera cada día y fallecieran todos sus pasajeros, caso ante el cual con seguridad se habría tomado la medida de suspender todos los vuelos hasta solucionar el problema de fondo.

En Colombia parece que nos estancamos en la fase de mitigación sin que se piense siquiera en una fase de superación, a menos que, como parece ser, esta se dejará al curso que tome la enfermedad cuando la mayoría de personas estén vacunadas, ¿y mientras tanto, cuantos deben enfermar y morir?

Y acá hay que hacer un llamado de alerta, si el manejo de la mitigación en Colombia no ha logrado un buen resultado, disminuir drásticamente los casos de contagios y de muertes, no se puede esperar una solución mágica con la vacuna, puesto que su aplicación tomará meses, y la logística que conlleva es tal que no es pesimista prever que las metas de 120 mil vacunados al día no se cumplan a cabalidad. Un par de datos: al 31 de diciembre China, con toda su capacidad, estaba vacunando 187.500 personas al día, el Reino Unido, con uno de los sistemas de salud más fuertes del mundo, llegaba a las 24.915 dosis diarias; Colombia, ha insistido el ministro Fernando Ruiz, espera vacunar 120 mil compatriotas al día para alcanzar la primera fase de inmunización.

Si algo nos enseñó el 2020 fue a volver a reconocernos como seres humanos necesitados de la solidaridad, a redescubrir la importancia de las cosas simples en el diario vivir, a redimensionar el valor de la vida, y por esa razón, más allá de los razonamientos macro, el país debe preguntarse si frente al Covid-19 debemos seguir bajo la política de mitigación o comenzar a dar pasos firmes hacia la superación. Pero para lograrlo, y más allá de la esperanza en los efectos de la vacuna, o de las medidas gubernamentales que pueden ser duras, nadie lo niega, el esfuerzo también recae en que las personas deben asumir su responsabilidad sociales e individual. Las pautas de autocuidado han sido ampliamente difundidas y son claras, es un asunto de asumirlas y practicarlas.


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