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Tener la sensación de caminar a oscuras a plena luz del día. Sentir que se está desorientado, aun cuando se tiene una brújula en la mano diestra y un mapa en la siniestra (versión antigua de los modernos GPS que portan nuestros celulares)... y aunque se alcancen grandes y pequeñas realizaciones, sentir como si no se hubiera hecho nada importante, ni trascendental ni significativo.
Y no, no estamos hablando de una depresión porque no es propiamente la pérdida de sentido lo que se está experimentando. Hablamos que a pesar de ser conscientes de una vida rica interior, el gozo y la satisfacción de varias acciones de nuestra vida parecen esfumarse. Y digo que no es depresión porque se tiene claridad de que se está en un camino de perfección pero estamos sin luz. Esto es lo que distintas tradiciones religiosas y espirituales llaman la noche oscura del alma.
De ella habló San Juan de la Cruz pero también han hablado otros maestros de distintas tradiciones religiosas. Y conocer este fenómeno espiritual es relevante porque muchos pacientes pueden llegar a experimentarlo en el ocaso de sus vidas. La primera actitud y la más importante es la de la compasión y evitar soluciones instantáneas, cual si de un positivismo tóxico se tratara. La noche oscura del alma no precisa una mágica solución ni sencillamente regalarle una linterna o encender a la luz al alma angustiada por su oscuridad.
La senda de la noche oscura del alma es personal y nadie puede recorrerla por nosotros. Quizá lo más importante que podemos afirmar es que muchos seres humanos han salido profundamente fortalecidos después de una noche oscura que puede durar hasta varias décadas (como en el caso de Santa Teresa de Jesús o la misma Teresa de Calcuta). Cuando las distintas prácticas espirituales no producen ninguna emoción sensible, hemos de recordarnos una vez más que las distintas vivencias y prácticas espirituales no buscan simplemente exaltar los sentidos sino básicamente crecer en profundidad y fortalecernos para caminar aún en medio de la noche sin otra luz que nuestra esperanza de llegar a algún punto específico.
También conviene recordar que el camino siempre es incierto y que así en nuestra mente existan unas rutas claramente definidas y así los dibujos sean milimétricamente precisos en describir distintos terrenos, la realidad es que el rumbo que siguen nuestros pasos no dejan de continuar un rumbo azaroso.
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