MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 284 MAYO DEL AÑO 2022 ISNN 0124-4388 elpulso@sanvicentefundacion.com icono facebook icono twitter icono twitter

Una conversación del tamaño de Colombia

Por: Jessica Serna Sierra
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Imagine que entra a una sala de reuniones en una plataforma virtual, allí se encuentra con otras ocho personas de diferentes ciudades de Colombia a las que nunca ha visto y con las que, aparentemente, no tienen nada en común. Seguramente se sorprendería al saber que, después de una conversación profunda, ese grupo llega a unos acuerdos sobre lo que mejoraría, cambiaría o mantendría del país.

A esta dinámica se unieron alrededor de 5 000 personas entre agosto y diciembre del 2021, en el proyecto Tenemos que hablar Colombia, una iniciativa de diálogo social impulsada por Sura y la Fundación Ideas Para La Paz e inspirada en un proyecto similar desarrollado en Chile. En nuestro país el ejercicio fue liderado por las universidades Eafit, Nacional, de los Andes, del Valle, del Norte y la Industrial de Santander.

La conversación fue una alternativa a las encuestas, que generalmente tienen preguntas cerradas y reducen la posibilidad de que las personas expliquen qué quieren decir. Así lo indica Santiago Silva Jaramillo, profesor del departamento de Gobierno y Ciencias Políticas de Eafit y gerente de Tenemos que hablar Colombia. Además, dice el docente, se apostó por este ejercicio por el interés en la interacción, en aquello “que podía surgir de un grupo de personas que estaban conversando, más allá de sus respuestas individuales”.

Los colombianos quieren un cambio

En las conversaciones, seis de cada 10 participantes mencionaron aspectos en los que el país debe dar un giro. En primera medida les gustaría cambiar la corrupción, este tema fue mencionado en el 94 % de las respuestas a la pregunta sobre qué cambiarían en Colombia, seguido por la política, con el 72 %; y la justicia, con el 68 %.

Hay una disonancia evidente si se considera el resultado de la Consulta Anticorrupción, votación que se llevó a cabo en 2018 y que no fue aprobada porque no alcanzó la participación necesaria. “Los colombianos probablemente se pueden poner de acuerdo en muchas cosas, pero cuando van a participar en el debate público hay un montón de fuerzas que complejizan lo que parecerían ser decisiones relativamente sencillas de tomar”, explica el gerente del proyecto.

Por otro lado, los colombianos quisieran mejorar la salud (59 %), la paz (51,2 %) y la educación (48 %), mientras que les gustaría mantener la biodiversidad (80 %),

la Constitución (58 %) y la paz (39 %).

En cuanto al mejoramiento de la salud, Silva menciona que las personas hablaron más frecuentemente de lo relacionado con el funcionamiento del sistema, es decir, con el acceso, la agilidad en las citas y la calidad. Este sentir se vio reflejado en la frase expresada por uno de los participantes, que quedó consignada en el informe del proyecto: “A veces se pierde la oportunidad de salvar vidas debido a la burocracia en trámites administrativos para adquirir ciertos servicios”.

Por otro lado, el profesor explica, que al hablar de asuntos como el mejoramiento de la cultura, refiriéndose a ella como el comportamiento de los ciudadanos, se identificó que las personas tienen una percepción muy negativa de los otros y por ende es difícil que haya confianza. “Encontramos que cuando uno reúne a personas distintas, que probablemente en principio desconfiarían unas de otras, y las pone a hablar de tal manera que se den cuenta que al final no son tan distintas, esa posibilidad construye confianza”. De hecho, otra cifra del ejercicio indica que al 60,5 % de los participantes les generó confianza conversar con desconocidos.

En este sentido, Berny Bluman, participante y miembro del consejo asesor de Tenemos que hablar Colombia, mencionó que una de las conclusiones a las que llegó el grupo en el que debatió es que “somos personas buenas, que queremos el bien para nuestro país y estas conversaciones nos ayudan a caer en la cuenta de eso, al tratar de unirnos”.

Otro hallazgo interesante fue que los cerca de 400 niños, niñas y adolescentes que conversaron en el proyecto, hicieron especial énfasis en la importancia del medio ambiente, y aunque este tema estuvo presente en las conversaciones de los adultos, no fue lo más relevante. Lo mismo sucedió con el tema de la violencia, que es el que consideran que más se debe cambiar.

El sentimiento más frecuente a la hora de hablar de los cambios que necesita el país fue la tristeza. El 49 % de los conversadores mencionaron en sus respuestas palabras relacionadas con este sentimiento, mientras el 17 % se refirió al cambio con miedo y el 9 % con alegría.

“Lo interpretamos como lo que parecería una expectativa frustrada sobre la posibilidad de cambios sociales, porque muchas de esas expresiones lo que estaban referenciando era el escepticismo de que las cosas fueran a cambiar”, detalla Silva, quien además apunta que les sorprendió que la rabia no fuera prevalente teniendo en cuenta que en esa época tuvo lugar el paro nacional.

Los sentimientos más identificados cuando las personas hablaron de aspectos a mejorar fueron el miedo (41 %), la tristeza (32 %) y el amor (9 %). En contraste, en los temas a mantener, la alegría fue el sentimiento predominante, identificado en el 57 % de las conversaciones, seguido por la tristeza, con el 21 %; y el miedo, con el 14 %.

La prevalencia del miedo y la tristeza dista de algunas encuestas en las que Colombia ha figurado entre los países más felices del mundo. Para el politólogo, este punto puede estar relacionado con “una especie de mecanismo defensivo, porque plantear que no se está satisfecho con la vida tiene unas implicaciones complejas de cara a la propia vida, a la familia…”.

¿Cómo se procesó lo conversado?

En las 864 horas de conversación de esta iniciativa se escribieron 1453 actas y 374.000 palabras. La información pasó primero por un equipo de profesionales de Eafit especializados en análisis del discurso, que hizo una categorización, después, por medio de algoritmos y un software, se identificaron las frecuencias con las que las personas hablaban de los temas y los tipos de argumentos con los que se referían a ellos.

Una de las conversaciones que más recuerda Silva fue en la que participó la madre de un joven que murió en las manifestaciones del 2021. “Ella se conectó a la sesión con un cartel que se veía en la cámara, donde estaban los datos de su hijo. Al principio no habló del tema, pero los demás participantes pararon para preguntarle, ella contó la historia y la conversación se fue hacia lo que había ocurrido con su familia y las movilizaciones. Fue una experiencia muy bonita porque nos demostró la posibilidad de conversar de temas muy sensibles y complejos dadas las circunstancias correctas”.

De allí viene también uno de los hallazgos relevantes del proyecto que fue, de acuerdo con el docente, encontrar que “los colombianos están mucho más dispuestos a conversar, a acordar y a revisar temas complejos dadas ciertas circunstancias: unas reglas de juego claras, una moderación y que sean grupos pequeños donde haya la oportunidad de verse a la cara”.

Mandatos que no se quedan en palabras

De los 108 días de conversaciones se derivaron seis mandatos ciudadanos para conseguir un país más justo. Lo más apremiante es hacer un pacto por la educación, pues los participantes consideran que debe ser uno de los principales medios para lograr una Colombia más equitativa, poniendo “en el centro la formación para el ejercicio de la ciudadanía”, detalla el informe del proyecto.

En segundo lugar, proponen cambiar la política, eliminando las prácticas corruptas, ampliando los espacios de participación, pero manteniendo las instituciones y haciendo que estas funcionen como deberían.

En tercer lugar, proponen transformar la sociedad a través de la cultura y en el cuarto mandato piden cuidar la biodiversidad y la diversidad cultural de nuestro país, pues consideran que son parte de la identidad nacional.

En el quinto punto hacen un llamado a construir confianza en lo público, abriendo las conversaciones y fortaleciendo los modelos de gobierno transparente. Finalmente, los colombianos participantes de este proyecto quieren proteger la paz, con la convicción de que el cumplimiento de los acuerdos con las FARC garantizarán la convivencia; y la Constitución, entendida como una garantía para la libertad y la democracia de la nación.

El equipo de Tenemos que hablar Colombia asumió la responsabilidad de que estos mandatos lleguen a oídos de los tomadores de decisiones (en el ámbito político, privado y social). En las últimas semanas han hecho presentaciones del informe a las campañas de los candidatos a la presidencia y a los congresistas electos, el propósito es que no solamente tengan en cuenta los resultados de este ejercicio sino, de acuerdo con Silva, que se mantengan conversaciones para identificar horizontes comunes.

Cabe destacar que en las conversaciones los colombianos señalaron como responsables del cambio social a la sociedad (12,8 %), al Ministerio de Educación (9,8 %), al Gobierno (9 %) y a las universidades (5,6 %). En ese sentido el participante Berny Bluman expresa que, para él, “una conclusión grande es que sabemos que tenemos problemas que vienen desde la institucionalidad y desde el Estado, pero también sabemos que tenemos un rol muy importante como ciudadanos”.


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