MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 314 NOVIEMBRE DEL AÑO 2024 ISNN 0124-4388
Según el Instituto de Rehabilitación Neurologica (IRENEA) el accidente cerebrovascular, también conocido como ictus, embolia, trombosis, apoplejía o derrame cerebral, es una alteración súbita en la circulación de sangre en el cerebro que puede afectar temporal o permanentemente el funcionamiento de una región específica del encéfalo. Vale destacar que con el pasar de los años ha incrementado la incidencia de enfermedades cerebrovasculares, la cual está relacionada con el envejecimiento de la población y ciertos factores de riesgo vinculados al estilo de vida, así lo afirma el instituto.
Este trastorno puede originarse por una obstrucción que impide el flujo de sangre (ictus isquémico) o por la ruptura de un vaso sanguíneo (ictus hemorrágico), lo que no solo puede tener consecuencias como la muerte, sino también puede afectar el habla, el movimiento, la vista y la memoria.
Es entonces importante referenciar que el ictus es la segunda causa de muerte en el mundo, después de la cardiopatía isquémica, y se atribuye al 9 % de los fallecimientos globales. Según un estudio publicado en 2009 en la revista Stroke por el Registro Europeo de Investigadores en Ictus, la incidencia anual de esta enfermedad en Europa varía entre 164,2 y 398 casos por cada 100.000 habitantes, y en el 44 % de los casos deja una discapacidad de moderada a severa.
En nuestro país, los datos son igual de significativos, de acuerdo con el Ministerio de Salud y Protección Social (Min- Salud), es “una de las causas primordiales de fallecimiento y discapacidad a escala mundial”. En Colombia, la tasa de mortalidad se sitúa en 32,45 por cada 100.000 residentes para 2023. Esto se traduce en 16.946 fallecimientos, siendo el 48 % atribuido a hombres y el 52 % a mujeres. Además de ser uno de los principales motivos de muerte en nuestro país, también es el principal motivo de discapacidad en la nación, lo que no solo produce un indicador de salud sino también un efecto social a largo plazo.
La Asociación Colombiana de Neurología (ACN) informó que cerca de “16.000 personas mueren cada año por accidentes cerebrovasculares (ACV)” en Colombia. En las principales ciudades como Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla, “se registraron entre 1.000 y 1.100 casos de fallecimientos anuales”. Además, se estimó que “solo en 2023, más de 45.000 ciudadanos sufrieron un ACV en Colombia”. Según estadísticas del DANE, en el 2022 las muertes por enfermedades cerebrovasculares se posicionaron en segundo puesto con un total de 14.390 muertes. En comparación con el 2021, las muertes por ACV en Colombia presentaron una reducción del 20 %.
En cuanto a los Traumas Craneoencefálicos (TCE), Medicina Legal reveló que del total de muertes violentas registradas en el país, entre “50 y el 70% presentaron un TCE”. El Ministerio de Salud agregó que “el 70 % de los pacientes que presentan esta condición se recuperan, 9 % fallece antes de llegar a la clínica, 6 % fallecen mientras están hospitalizados y 15 % queda con secuelas”.
Para tener en cuenta, se registraron “200 casos de Traumas Craneoencefálicos por cada 100.000 habitantes”, con la mayoría de los casos ocurriendo en hombres de entre 12 y 45 años.
Por lo tanto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que “anualmente aproximadamente 15 millones de individuos padecen un ACV, de los cuales 6.5 millones mueren y 5 millones se quedan con discapacidades permanentes”.
Con el objetivo de fomentar la identificación oportuna de la enfermedad y la regulación de factores de riesgo como la presión arterial, el colesterol y la glucosa, además de prevenir el consumo de tabaco y alcohol, el Ministerio de Salud señaló que “es esencial estar atento a los síntomas más habituales, que comprenden la pérdida de fuerza o adormecimiento en un lado del cuerpo, problemas para hablar, pérdida de la visión en uno o ambos ojos, y pérdida del equilibrio o coordinación”.
De acuerdo la experta, estudiante de doctorado en Salud Pública en el King’s College de Londres, María Camila Pantoja, “el bloqueo de las arterias que suministran sangre al cerebro se conoce como ataque cerebrovascular (ACV), no accidente cerebrovascular, como suele decirse erróneamente”.
Cuando una arteria se bloquea, las neuronas cercanas mueren. Sin embargo, las que están en áreas circundantes, pueden sobrevivir si se restablece el flujo sanguíneo a tiempo. Si esto no sucede, el tejido cerebral muere, lo que puede derivar en discapacidad o incluso en la muerte del paciente. “Los ACV son la segunda patología más frecuente en neurología y la primera causa de discapacidad derivada de una enfermedad del cerebro”, afirma Pantoja.
Además de los factores de riesgo clásicos, como la hipertensión y el tabaquismo, el “ruido, el estrés psicosocial, la calidad del aire, el acceso a espacios verdes, la seguridad e, incluso, lo relacionado con la migración” también pueden influir en el riesgo de sufrir un ACV. Adicionalmente, los estratos socioeconómicos también tienen un efecto para tratar oportunamente el trastorno, puesto que es más desafiante para las personas en condiciones vulnerables, dado que el acceso a terapias y atención médica oportuna refleja una gran desigualdad. “Lo que diferencia un caso de ACV de otro son los determinantes sociales”, algo que va más allá de lo que los profesionales médicos pueden controlar y que tiene un impacto directo en la protección del cerebro.
En Colombia, se llevan a cabo varias investigaciones con el objetivo de mejorar la comprensión del accidente cerebrovascular. Las acciones de prevención tienen como objetivo implementar hábitos de vida sano como lo son: una alimentación equilibrada, actividad física constante, abandonar el tabaco y el manejo de enfermedades como la hipertensión y la diabetes.
Un ejemplo de proyectos que buscan promover la prevención de enfermedades es la aplicación para móviles ACV Experience, creada por la Universidad Pontificia Bolivariana; la herramienta tecnológica, enfocada en realidad virtual y aumentada, tiene como finalidad recrear un suceso cerebrovascular, facilitando a los usuarios el reconocimiento de los síntomas y la capacidad de responder en situaciones de emergencia.
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