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Un incremento
de 2ºC en la temperatura media en Colombia junto con nuevas
condiciones de humedad, incrementará la tasa de morbilidad
y mortalidad asociada a malaria y dengue, así como una
expansión en las áreas de infección. Nuestro
país sería altamente vulnerable, ya que el 50%
de sus habitantes viven en áreas montañosas. |
El Ideam ya tiene cálculos sobre lo que ocurrirá
en Colombia por el cambio climático y su afectación
en la salud. Los sistemas de alta montaña, especialmente
la cordillera de los Andes, son altamente vulnerables, porque
actualmente hay cambios en la precipitación y la temperatura,
registrando un incremento de 0.2ºC a 0.3ºC por década
y un decrecimiento en la precipitación mensual de 2
y 3 milímetros. Recientes proyecciones hechas con el
Instituto de Investigación Meteorológica del
Japón, indican que estos cambios aumentarán
en el país para el año 2050 entre 1º C
y 3º C.
Con estos escenarios, Colombia ya no contará con áreas
con cobertura de nieve a partir de 2030 y el 56% de sus páramos
pueden desaparecer en 2050; esto significa gran pérdida
de biodiversidad y recursos ambientales, especialmente agua,
potencial hidrológico y protección del suelo
y alimentos.
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El área
insular y zonas turísticas se inundarían en 2060,
por un incremento del nivel del mar de 40 centímetros;
se agotarían los cayos e islotes, y San Andrés
tendría en riesgo su disponibilidad de agua dulce.
Proyecto INAP Colombia:
primero en el mundo de adaptación al cambio climático
El INAP (Programa Piloto Nacional Integrado de Adaptación
para ecosistemas de alta montaña, islas del Caribe colombiano
y salud humana), es el primer proyecto de adaptación
al cambio climático a nivel mundial. Parte de la financiación
proviene del Fondo Mundial para el Medio Ambiente (GEF) para
medidas piloto de adaptación, que financia proyectos
para mostrar la transición entre la fase de evaluación
del impacto del cambio climático a la fase de formulación
e implementación de medidas de adaptación. El
INAP financia 3 actividades: Formulación de programas
de adaptación, implementación de medidas prioritarias
piloto de adaptación, y un sistema de evaluación
y monitoreo.
Este proyecto apoya un programa de salud basado en el plan nacional
de salud pública, que considera los cambios climáticos
que incrementan el dengue y la malaria; y la evaluación
de las implicaciones del cambio climático en los ecosistemas
de alta montaña y en el área insular del Caribe
colombiano. El INAP diseña e implementa el sistema integrado
de vigilancia y control para malaria y dengue en 24 municipios
piloto, donde la transmisión está expuesta a cambios
climáticos, condiciones de vida y gestión de políticas
en salud pública, proponiéndose reducir la tasa
de infección de sus niveles actuales a 30%. El INAP desarrolla
la capacidad operativa local, recolecta, administra y suministra
información climática, entomológica, socio-demográfica
y epidemiológica que demanda la evaluación del
riesgo de transmisión; también analiza el costo-efectividad
de la reducción en morbi-mortalidad asociada a dengue
y malaria.
Varias entidades participan del proyecto INAP: El IDEAM que
produce información sobre cambio climático y variabilidad
climática, y un programa de adaptación en las
cuencas del Río Blanco del Macizo de Chingaza, el Río
Claro en Nevados y en el Macizo de las Hermosas; el Instituto
Nacional de Salud (INS), que da respuesta a las enfermedades
tropicales transmitidas por vectores (malaria y dengue) inducidas
por cambio climático, en asocio con direcciones departamentales
y municipales de salud, la Escuela de Ingeniería de Antioquia,
las universidades de Columbia, Florida, Nacional, de Barranquilla,
del Quindío, Industrial de Santander, CES, Instituto
de Medicina Tropical y el International Research Institute for
Climate and Society; e Invemar y Coralina, tienen un programa
de adaptación en las áreas insulares del Caribe.
Y Conservación Internacional trabaja en ejecución
administrativa y financiera del proyecto.
Control a malaria y dengue
La bacterióloga magíster en salud pública
y consultora de Malaria del Instituto Nacional de Salud, Viviana
Cerón, explica que en malaria el objetivo es la vigilancia
y control como medida de adaptación en salud, caracterizando
la transmisión e identificando medidas de intervención
en espacio y tiempo. Se logra usando herramientas de modelación
matemática y simulaciones, con información de
campo y secundaria. Para malaria, los municipios piloto son
San José del Guaviare, Montelíbano Puerto Libertador,
Buenaventura y Guapi. Para dengue son Barranquilla, Armenia,
Floridablanca y Bucaramanga. Básicamente, el INAP
ha encontrado que las variables que determinan la trasmisión
del mal depende del lugar, su precipitación y la temperatura,
que modifican la dinámica de transmisión, pero
no son igual para todos los municipios, aclara la experta.
Para prevención y control se proponen herramientas de
simulación, indicó la consultora: Para dengue
se identifica la persistencia por barrio, focalizando las acciones
en períodos pre-epidémicos, y esto lleva necesariamente
a la mitigación de epidemias. Para malaria se centra
en una alerta temprana y para cada alerta se desarrolla un plan
preventivo. Por ejemplo, la variable determinante para
San José del Guaviare es la precipitación alrededor
de los 200mm -cuando la precipitación mensual está
al rededor de este valor es probable tener una epidemia en el
mes siguiente-, mientras que la variable para los municipios
de la Costa Pacífica es la temperatura.
Avances previos y actuales
El país ya contaba con algunos avances estableciendo
relaciones entre clima y malaria, especialmente ante el fenómeno
de El Niño. Estos avances fueron desarrollados por la
Escuela de Ingeniería de Antioquia y las Universidades
Nacional y de Antioquia.
El clima y el cambio climático tienen un efecto sobre
la salud y sus determinantes sociales de manera directa e indirecta,
medida en probabilidades, y su magnitud depende del grado de
vulnerabilidad de la población. Por ello, los resultados
de la relación clima y salud de un lugar no son fácilmente
extrapolables ni generalizables a otro. Las variables precipitación
y temperatura, se asocian con la transmisión de enfermedades
infecciosas, determinando la distribución espacial y
temporal, su variabilidad inter-anual, las epidemias y las tendencias
en el largo plazo . |
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Alerta mundial en salud
por el cambio climático
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El
cambio climático ya incide en la carga mundial de morbilidad,
y su influencia será seguramente mayor en el futuro,
constituyéndose en una nueva e importante amenaza para
la salud. Este cambio modifica la manera en que se debe considerar
la protección de las poblaciones vulnerables, dice la
Organización Mundial de la Salud -OMS-.
El informe más reciente del Grupo Intergubernamental
de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), confirma
que hay pruebas abrumadoras de que la actividad humana afecta
al clima mundial, y pone de relieve toda una serie de consecuencias
para la salud humana. El cambio climático y la variabilidad
del clima provocan muertes y enfermedades debidas a desastres
naturales, como olas de calor, inundaciones y sequías.
Muchas enfermedades son muy sensibles a los cambios en las temperaturas
y las precipitaciones, como el paludismo y el dengue, y otras
mortíferas, como la malnutrición y la diarrea;
afortunadamente, gran parte de los riesgos sanitarios se pueden
evitar con intervenciones y programas sanitarios con los que
ya se dispone.
Estrés térmico, depresión
y suicidios
El grupo de expertos asegura que en 1976 las olas de
calor se producían una vez cada 310 años, mientras
en 2050 ocurrirían cada 5 o 6 años; señalan
que el efecto del recalentamiento urbano se debe a la abundancia
de superficies que retienen calor, como hormigón y asfalto
negro. El exceso de mortalidad en las olas de calor se debe
a enfermedades cardiovasculares, cerebro-vasculares y respiratorias,
y se concentra en personas mayores o con enfermedades preexistentes;
una proporción importante de estas muertes se produce
en personas susceptibles que probablemente habrían muerto
en un futuro próximo, pero también hay un número
sustancial de muertes prevenibles.
El informe del IPCC dice también que hay un incremento
de enfermedades psiquiátricas, como la ansiedad y la
depresión, lo cual probablemente se relacione con el
daño sobre el medio ambiente doméstico y las pérdidas
económicas. También se verificó aumento
en la tasa de suicidios. En los niños, pueden incrementarse
las enfermedades conductuales.
"El Niño" y la polución
contra la salud
Los episodios producidos por el fenómeno
del Niño" sugieren impactos sobre la salud; la relación
más constante se produce con las epidemias de malaria
en regiones de Latinoamérica y sur de Asia. Los efectos
pueden estar mediados por condiciones climáticas atípicas
a corto plazo: lluvias torrenciales en regiones áridas
y épocas de sequía en climas más húmedos.
La incidencia de otras enfermedades, como el dengue, infecciones
por hantavirus, cólera y encefalitis, pueden estar influenciadas
por el fenómeno. De otro lado, el aumento de la incidencia
de enfermedades respiratorias puede deberse al hacinamiento
de la población y al sobre-crecimiento de hongos.
El estudio precisa que el impacto de algunos contaminantes sobre
la salud parece más intenso en las épocas de temperaturas
más altas; los valores de ozono tienden a ser más
altos cuando las temperaturas son más elevadas y sugieren
que el ozono contribuye al aumento de la mortalidad observada.
Y, el cambio climático aumenta los incendios forestales,
aumentando enfermedades respiratorias (asma, bronquitis y dolor
torácico).
Leishmaniasis y enfermedades transmitidas
por animales
La leishmaniasis es importante en pacientes infectados
por el virus de inmunodeficiencia humana, en el sur de Europa
y regiones de Asia; cambios climáticos pudieron aumentar
la distribución geográfica de los vectores en
Latinoamérica y el sudoeste de Asia. También hay
interés científico por el impacto en enfermedades
transmitidas por garrapatas, particularmente la enfermedad de
Lyme, fiebre de las Montañas Rocosas y las encefalitis;
temperatura y humedad son determinantes en la distribución
de garrapatas. En Europa se sugiere que el insecto desaparecería,
porque el cambio climático rompe su ciclo de vida.
La emergencia del síndrome pulmonar por hantavirus en
Estados Unidos en 1993 pudo relacionarse con la sequía
que siguió a las lluvias intensas del fenómeno
de El Niño, el cual aumentó poblaciones de roedores
y la subsiguiente transmisión de enfermedades. Inundaciones
y huracanes extremos pueden generar brotes epidémicos
de leptospirosis. |
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