Los contenidos
no pueden ser tan diferentes entre los de una ley de ética
de médicos y de enfermeras, se basa en conceptos de lo
que constituye la ética para un profesional de la salud.
Sin embargo, la expedición de un Código de Ética
para la Enfermería se puede considerar un logro por cuanto
antes venían siendo juzgadas por los tribunales médicos,
con un agravante: Es muy difícil siendo médico
juzgar el quehacer de otra persona, porque no se está
capacitado en sus funciones específicas, declaró
la enfermera Alba Elena Correa Ulloa, fiscal de ANEC en Antioquia,
pues es como si nosotros juzgáramos a los médicos.
El código ratifica el carácter de profesión
liberal de la enfermería, así como sus fundamentos,
sobre la base de los conocimientos técnicos específicos
pero también en las ciencias sociales y humanas. El proyecto
establece el marco de responsabilidades de los profesionales
de la enfermería: el primer título presenta la
declaración de principios y valores de la profesión;
el segundo hace referencia a los fundamentos deontológicos
tanto en el ámbito de aplicación, como sobre las
condiciones de ejercicio; el tercer título regula las
responsabilidades frente a los sujetos de cuidado, colegas e
instituciones y trae un capítulo que aborda la investigación
y la docencia; y el último título contiene los
procesos éticos-disciplinarios, los procedimientos para
llevarlos a cabo y las sanciones.
Un camino de ocho años
El proyecto se origina en el Artículo 10 de la Ley 266/96,
que crea el Tribunal Ético de Enfermería con autoridad
para conocer procesos disciplinarios y éticos profesionales
que se presentan en la práctica de la enfermería,
así como para adoptar su propio código.
En Colombia los Códigos de Ética tienen que hacerse
a través de leyes y por tanto fue necesario primero constituir
el Tribunal Ético, crear Tribunales departamentales y
elaborar la ley de ética en consulta con todos los sectores
de la enfermería a nivel nacional. Después de
8 versiones y una vez se alcanzó el consenso, empezó
su trámite ante el Congreso, donde se enfrentó
a un interés particular de que las leyes de ética
por profesiones no pasaran, pues el Ministerio quería
tener un sólo Código de Ética para los
profesionales de la salud y así ahorrarse el presupuesto
de los tribunales. Esta fue una pelea que se ganó
en respeto de la autonomía profesional declaró
Beatriz Carvallo; además, aunque hace dos años
el proyecto fue aprobado en el Congreso, el Presidente Pastrana
dejó su cargo sin firmarlo y fue necesario comenzar de
nuevo todo el trámite legislativo prolongando el proceso.
Para la presidenta de ANEC, el proyecto no está exento
de amenazas para el sector: Nos preocupa el entorno en
que se aplicará; vemos un gran afán del gobierno
por tener códigos que pudieran volverse incluso punitivos,
y en un entorno tan desfavorable de trabajo, en donde las condiciones
del ejercicio son muy inseguras por el tema de los recursos,
cantidad limitada de personas asignadas para atender determinado
número de pacientes, políticas de recorte y de
sobrecarga laboral, políticas de deslaboralización,
todo esto necesariamente impacta en la calidad, continuidad
y eficiencia de los cuidados de enfermería y lo hace
muy peligroso; estos Códigos de Ética tienen que
mirar el entorno y las condiciones del ejercicio e igual que
nuestra organización, hacer una fuerza única para
que las condiciones de la actividad mejoren por el bien de los
usuarios y de la profesión.
Código de Ética y Ley 266 vs Ley de recursos humanos
en salud
La Ley 266 constituye para la Asociación Nacional de
Enfermeras uno de sus grandes logros, pues durante unos 20 años
se luchó en el Congreso de la República por una
ley de ejercicio profesional y se alcanzó al amparo del
Artículo 26 de la Constitución del 91, que establece
el derecho y libertad de escoger profesión y que autoriza
a las profesiones legalmente reconocidas a organizarse. Con
base en ese artículo, el Congreso asignó a ANEC
funciones públicas a través de la Ley 266, sobre
autorregulación de la profesión.
La Ley de la Enfermería definió los ámbitos
del ejercicio profesional, los organismos que regulan la profesión
y establece un Consejo Técnico Nacional de Enfermería
que funciona como órgano asesor del gobierno, y siguiendo
su sentido de autorregulación creó el Tribunal
Ético de Enfermería. Pero los logros de la Ley
266 comenzaron a balancearse en la cuerda floja y esos 20 años
de lucha pueden comenzar a retroceder.
El problema surge con el nuevo proyecto de Recursos Humanos
en Salud, pues aunque eliminó el aspecto que pretendía
regular la ética por profesión y da autonomía
respetando sus códigos particulares, si el código
de enfermería estuviera aprobado, quedaría incluido
bajo esta protección; pero como está cursando
otra vez por la Cámara, de no ser aprobado antes que
la ley de recursos humanos, se abre la posibilidad de que pueda
aplicarse otro código, posiblemente el de los médicos
o en el mejor de los casos lograríamos que nos
rigiéramos por el Código Internacional Ético,
que es para todos los países, pero que no es sancionatorio
sino deontológico, señaló Alba Elena
Correa, Ex Decana de la Facultad de Enfermería de la
Universidad de Antioquia.
Pero el proyecto de recursos humanos en salud trae problemas
adicionales como la posibilidad de que desaparezca el Consejo
Técnico Nacional de Enfermería: si bien no es
explícita esta determinación, el proyecto deroga
todo lo que le sea contrario, y considerando que se crea un
nuevo Consejo de Recursos Humanos, es de esperar que el gobierno
no se desgastará en tener consejos particulares por profesión,
con el agravante de que sectores tan importantes como las auxiliares
de enfermería (más de 100.000 en el país)
no sólo no tienen participación en el Consejo
sino que no han sido partícipes de las discusiones, según
confirmó Luz Mariela Agudelo, Presidenta de ANDEC. Con
el nuevo Consejo de Recursos Humanos se le entrega al
Ministerio de la Protección Social un cheque en blanco
para que defina la suerte de nuestras profesiones, aseguró
Beatriz Carvallo, y representaría para el gremio otra
pérdida de lo alcanzado con la Ley 266.
También comenzó a peligrar la función asignada
por la Ley 266 a ANEC para expedir la tarjeta profesional: el
proyecto dice que se adoptará una tarjeta única,
mermando autonomía y capacidad de autorregulación
a la profesión para hacer el registro y el control de
quienes ejercen en el país, actividad que la asociación
realiza con una estructura específica y cumpliendo funciones
delegadas por el Congreso de la República.
Tenemos cerca de 10.000 enfermeras registradas y hemos
ejercido a pesar de que el Ministerio nunca tuvo buena aceptación
de que ANEC tuviera una función pública legal
y aprobada por el Congreso; podemos demostrar la eficiencia
en el registro, inclusive, encontramos diplomas adulterados
que habían sido reconocidos por el Ministerio. Tenemos
una base de datos de las enfermeras egresadas de todas las facultades
del país, expedimos una tarjeta profesional y editamos
una resolución, ambas con todas las normas de seguridad,
buscando que quien ejerce la profesión de enfermería,
para seguridad de los usuarios, es quien cursó una carrera
universitaria. ANEC ha cumplido a cabalidad en la medida que
somos los más interesados, declaró Beatriz
Carvallo.
Preocupa la formación por competencias
Desde la academia, la situación de la enfermería
frente a la Ley de Recursos Humanos no se ve mejor: La Decana
de la Facultad de Enfermería de la Universidad de Antioquia,
Astrid Elena Vallejo Rico, considera que el proyecto apunta
a la pérdida de la autonomía, ya que el Ministerio
de la Protección Social pasa a dictar normas con relación
a la formación, desconociendo la autonomía universitaria
consagrada en la Constitución y desarrollada en la Ley
30 del 92.
Otro elemento de atención para la Decana y aún
más grave, es la importancia dada a la formación
por competencias, enfocada para el trabajo del hacer: El
profesional de la salud y de enfermería tiene que ser
formado no sólo para el hacer sino para el ser, el pensar,
construir y proponer. Circunscribir al profesional de la salud
como mero hacedor, es olvidar que nuestro objeto de estudio
es el cuidado de la salud y la vida y que allí convergen
no sólo acciones instrumentales, sino interacción
subjetiva entre personas cuidadas y cuidadores, y no sólo
en el ámbito de lo clínico sino también
en lo comunitario, donde desempeña y realiza el trabajo
en promoción de la salud y prevención de la enfermedad.
Restringir a una competencia lo que implica ser enfermero, es
algo que desborda lo que somos, es positivista y reduccionista.
Para la Decana, lo que debe salir de nuestras universidades
es un profesional íntegro, formado desde lo técnico
pero fundamentalmente desde lo humano, porque su campo de acción
es lo humano. Finalmente declaró que este proyecto
tiende a invisibilizar la profesión, para constituir
a los profesionales en gente que le sirva al mercado.
Frente a la formación por competencias, la Presidenta
de ANEC consideró que falta un análisis de fondo,
porque la competencia particular de cualquier profesión
tiene que ver con instrumentalización de lo que se hace
y allí no habría ninguna libertad para que cada
profesión, en su autonomía, defina las acciones
integrales en salud: Se propone que si mi competencia
es sólo un pedacito, entonces no requeriremos que me
prepare sino en ese pedacito y eso recorta la formación
integral que requiere el personal de salud, que tiene que mirar
integralmente al usuario. Eso atenta contra la autonomía
universitaria.
Además, Beatriz Carvallo advirtió sobre una reducción
de este tipo en los niveles de formación, generando una
pérdida de calidad de los profesionales, frente a otros
países que si tienen formación integral: Estas
medidas apuntan a que cuando aquí bajan el nivel académico,
nos adecuan para que las multinacionales vengan a tomar asiento
en el país, gracias al TLC, y a prestar servicios de
salud con mano de obra barata. |