MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 273 JUNIO DEL AÑO 2021 ISNN 0124-4388
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El año 2020 trajo cambios sin precedentes en el mundo del trabajo. A medida que entraron en vigor las medidas de confinamiento, gran parte de la fuerza laboral debió quedarse en casa y trabajar a distancia, siempre y cuando, sus funciones lo permitiesen. Es así como el teletrabajo demostró ser una herramienta importante para garantizar la continuidad operativa de las empresas. En circunstancias “normales”, sus beneficios incluyen la reducción del tiempo de desplazamiento y es una oportunidad para lograr un mejor equilibrio entre la vida laboral, profesional y familiar. Sin embargo también conlleva riesgos que deben preverse y prevenirse, como el aislamiento (en particular para las personas que viven solas), la pérdida de contacto con los compañeros de trabajo, y en muchos casos el incremento de horas laboradas desde casa.
Según la guía práctica: “El teletrabajo durante la pandemia de COVID-19 y después de ella”, desarrollada por la Organización Internacional del Trabajo 2020, varias investigaciones han demostrado que los empleados que trabajan desde el hogar tienden a laborar más horas que cuando lo hacen en los locales del empleador, en parte porque el tiempo para desplazarse al lugar de trabajo es sustituido por actividades que son laborales, y también debido a los cambios en las rutinas de laborales y a la desaparición de los límites entre las actividades remuneradas y la vida personal. El teletrabajo, en general, puede dar lugar a un horario más prolongado y a un aumento de la carga laboral durante las noches y los fines de semana.
En el caso de los empleados que tienen hijos, u otras personas a su cargo, en el hogar se necesita encontrar tiempo adicional para cumplir con todas las obligaciones. En estos casos es muy probable que se comience a trabajar muy temprano en la mañana y se continúe hasta mucho más tarde en la noche; también puede que dividan la jornada laboral en segmentos más pequeños, intercalados con descansos para el cuidado de los niños, las tareas domésticas, la educación en el hogar, etc.
Frente al tema la Organización Mundial de la Salud y la OIT ha alertado que las jornadas de trabajo prolongadas aumentan las defunciones por cardiopatía isquémica o por accidentes cerebrovasculares. Según las entidades: “Las jornadas laborales prolongadas provocaron 745.000 defunciones por accidente cerebrovascular y cardiopatía isquémica en 2016, una cifra un 29 % superior a la del 2000”
Ambas organizaciones han realizado un primer análisis mundial de la pérdida de vidas y de salud derivada de las largas jornadas de trabajo. Sus datos indican que, en 2016, 398.000 personas fallecieron a causa de un accidente cerebrovascular y 347.000 por cardiopatía isquémica como consecuencia de haber trabajado 55 horas a la semana o más. Entre 2000 y 2016, el número de defunciones por cardiopatía isquémica debidas a las jornadas laborales prolongadas aumentó en un 42 %, mientras que el incremento en el caso de las muertes por accidente cerebrovascular fue del 19 %.
Estas cifras demuestran que alrededor de una tercera parte de la morbimortalidad estimada total relacionada con el trabajo se debe a las jornadas laborales prolongadas, que son el factor de riesgo que más contribuye a aumentar la carga de enfermedades ocupacionales. Por esta razón, este factor de riesgo laboral relativamente nuevo para la salud humana, y que tiene un carácter más psicosocial, se encuentra en el centro del debate.
El estudio concluye que trabajar 55 horas o más a la semana aumenta en un 35 % el riesgo de presentar un accidente cerebrovascular y en un 17 % el riesgo de fallecer a causa de una cardiopatía isquémica con respecto a una jornada laboral de 35 a 40 horas a la semana.
El 9 % de la población mundial trabaja muchas horas al día. Cada vez son más los trabajadores cuya jornada laboral es excesivamente prolongada, una tendencia que da lugar a un incremento en el número de personas que corren riesgo de sufrir discapacidades o fallecer por motivos ocupacionales.
Según señaló el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS: “La pandemia de COVID-19 ha cambiado considerablemente la forma de trabajar de muchas personas. El teletrabajo se ha normalizado en muchos sectores y la línea que separa el trabajo y el hogar se ha difuminado. Además, muchas empresas se han visto obligadas a reducir o a interrumpir su actividad para ahorrar costos y los trabajadores que quedan en plantilla se ven obligados a ampliar su horario laboral. Ningún trabajo justifica exponerse al riesgo de sufrir un accidente cardiovascular o una cardiopatía isquémica. Los gobiernos, los empleadores y los trabajadores deben colaborar para poner límites a esta situación y proteger así la salud de los trabajadores”.
Por su parte, la doctora María Neira, Directora del Departamento de Medio Ambiente, Cambio Climático y Salud de la OMS, explica: “Es hora de que todos ―gobiernos, empleadores y trabajadores― adquiramos plena conciencia de que las jornadas laborales prolongadas pueden causar muertes prematuras”.
Los gobiernos, los empleadores y los trabajadores pueden adoptar las siguientes medidas para proteger la salud de estos últimos: “los gobiernos pueden introducir, aplicar y hacer cumplir leyes, reglamentos y políticas que prohíban las horas extraordinarias obligatorias y garanticen que se limitan los horarios laborales; los convenios bipartitos o colectivos entre empleadores y asociaciones de trabajadores pueden flexibilizar estos horarios y fijar un máximo de horas de trabajo; los trabajadores podrían informar del número de horas que trabajan para que no superen las 55 semanales”.
A su vez, esta carga de morbilidad relacionada con el trabajo es particularmente significativa en los hombres (el 72 % de las muertes ocurrieron entre hombres), las personas que viven en las regiones del Pacífico Occidental y Asia Sudoriental, y los trabajadores de mediana edad o mayores.
La mayoría de las muertes registradas fueron entre personas que tenían entre los 60 y 79 años y que habían trabajado durante 55 horas o más por semana entre las edades de 45 y 74 años.
Ahora que se sabe que trabajar muchas horas es responsable de aproximadamente un tercio de la carga total estimada de enfermedad relacionada con el trabajo, esta se establece como el factor de riesgo con la mayor carga de enfermedad ocupacional. Esto cambia el pensamiento hacia un factor de riesgo ocupacional relativamente nuevo y más psicosocial para la salud humana.
El talento humano de los servicios de salud ha debido afrontar ajustes en sus cargas laborales, con un impacto especialmente emocional ante la enfermedad y muerte de un gran número de personas y, en algunos casos, estigmatización sobre su profesión; por lo que el Ministerio de Salud se ha unido a la implementación de la investigación ‘Héroes’, en Colombia.
Nubia Bautista, subdirectora de enfermedades no transmisibles de la cartera, señaló que “el estudio busca evaluar el impacto de la pandemia por Covid-19 en la salud mental, conductual y social de los trabajadores de la salud, reconociendo las particularidades de los territorios más afectados por el conflicto armado”.
La investigación es una iniciativa de la OMS y se adelanta en los cinco continentes. Además del Minsalud y la OPS, en el país participan: la Universidad de Antioquia, Facultad Nacional de Salud Pública, London School of Higiene and Tropical Medicine, Universidad El Bosque, Universidad del Valle, Columbia University, entre otros.
“El estudio, que ya inició en Colombia, quiere comprender los efectos de la pandemia de acuerdo con la historia de la violencia en la salud mental de los trabajadores de la salud, haciendo énfasis en algunas regiones de los Programas de Desarrollo con un Enfoque Territorial (PDET), y utilizar esta evidencia para diseñar una intervención basada en eHealth para prevenir problemas de salud mental y aumentar la resiliencia”, apuntó Bautista.
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