MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 273 JUNIO DEL AÑO 2021 ISNN 0124-4388
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Cada vez se habla más del impacto psicológico del Covid-19 debido a los confinamientos, la incertidumbre y las afectaciones económicas de la pandemia, ¿pero, qué impactos neurológicos y neuropsicológicos sufren los pacientes después del contagio? Un estudio de la Universidad de Oxford reveló que el 34 % de las personas que han padecido el virus han sido diagnosticadas con trastornos mentales.
La investigación publicada en The Lancet Psychiatry analizó el diagnóstico de 236.379 pacientes, mayores de 10 años e inscritos en la base de datos TriNetX Analytics Network, una red que registra datos de 62 organizaciones de atención médica, principalmente en Estados Unidos. Todos los sujetos de estudio se contagiaron con coronavirus a partir del 20 de enero de 2020 y estaban vivos hasta el pasado 13 diciembre.
Se analizaron 14 trastornos identificados en los seis meses siguientes al diagnóstico de Covid-19. Algunos de los más comunes en todos los tipos de pacientes analizados (recuperados en casa, hospitalizados, en unidad de cuidados intensivos o con diagnóstico de encefalopatía) fueron el desorden de ansiedad, con un 17 % de incidencia, los cambios de humor, con un 14 % e insomnio con 5 % de incidencia.
Estos resultados se contrastaron con grupos de control de personas con influenza y otras infecciones respiratorias. Los investigadores resaltaron que los riesgos de morbilidad neurológica y psiquiátrica eran mayores para las personas que tenían Covid-19 grave, pero no se limitaban solo a ellas. “Esta información podría ayudar en la planificación del servicio y la identificación de prioridades de investigación”, y agregaron que son necesarios estudios complementarios que incluyan cohortes prospectivas, para corroborar y explicar los hallazgos.
Carlos Restrepo Bravo, doctor en Ciencias de la Salud y profesor asociado de la Universidad CES, explica que aunque no hay cifras específicas de Colombia, la situación del país no se aleja de los reportes multicéntricos en los que se han identificado alteraciones atencionales (27 %), depresión (12 %) y, en casos más extraños, trastornos obsesivo compulsivos y episodios paranoides en las personas contagiadas con el SARS-CoV 2.
“Otra de las consecuencias es el delirium, que es cuando la persona tiene períodos de intermitencia, se desconecta, tiene alucinaciones y luego vuelve a reconectarse con la realidad. Se ha observado un aumento de esta patología, sobre todo en pacientes que están en cuidados intensivos”, añade el docente. Julián Carvajal Castrillón, neuropsicólogo clínico del Instituto Neurológico de Colombia, detalla que en las consultas se han evidenciado las secuelas neuropsicológicas del Covid-19 en dos vías. La primera está relacionada con síntomas de ansiedad y de depresión, “que es posible que se vinieran gestando desde inicios de la pandemia, por todo lo que han significado los cambios en nuestra vida”. La segunda se centra en afectaciones a las funciones cognitivas, en las cuales se ha evidenciado que los pacientes de Covid 19 —no solo los que han estado con soporte ventilatorio o en UCI— presentan dificultades en la concentración y en la memoria a largo plazo.
“Estas afectaciones no se dan solo por la falta de oxígeno sino también por la reacción de respuesta asociada con la defensa y la inmunidad que el cuerpo hace ante el virus, esta provoca inflamación y, en algunos pacientes, afecta las funciones mentales”, señala el coordinador de la maestría en Neuropsicología de la Universidad CES.
Aunque la puerta de entrada del virus son los pulmones, este se puede replicar y atacar múltiples órganos. El médico Restrepo Bravo indica que allí es cuando se pueden presentar fallas renales, ventilatorias, cardiacas e incluso afectaciones a las células cerebrales o inflamación en el sistema nervioso central.
El especialista detalla que el deterioro cognitivo se presenta por la inflamación de los lóbulos temporal y frontal, y aclara que hasta el momento “no hay una relación directa de una demencia por COVID, porque es difícil de demostrar tan rápido, pero sí hay, sobre todo debido a la inflamación tan severa que genera en algunos pacientes, un deterioro importante del funcionamiento cerebral”.
En mayo de 2020 la revista Brain Communications, de Oxford Academic, publicó el estudio “The cognitive consequences of the Covid-19 epidemic: collateral damage?”, en el cual se explicó que “el hipocampo parece ser particularmente vulnerable a las infecciones del coronavirus, lo que aumenta la posibilidad de deterioro de la memoria posterior a la infección y la aceleración de trastornos neurodegenerativos como la enfermedad de Alzheimer”.
Hay algunas secuelas neurológicas, como la pérdida del olfato y el gusto, que pueden recuperarse rápidamente. Según señala el docente Restrepo Bravo, el 90 % de los pacientes recuperan estos sentidos seis semanas después de la infección, pero en las de tipo psiquiátrico este tiempo dependerá de si tienen predisposición genética, otras inflamaciones o condiciones como el tabaquismo, la hipertensión no controlada y enfermedades psiquiátricas no tratadas.
“Muchas de estas afectaciones, como las alucinaciones, el déficit de atención y el delirium, se revierten cuando baja la inflamación, otras sí pueden quedarse un poco más de tiempo, como la ansiedad o la depresión”, explica.
El neuropsicólogo Julián Carvajal señala que lo esperado es que los pacientes alcancen una recuperación significativa durante los primeros seis meses, “en ese tiempo deben estar mentalmente activos porque son los meses en los que el cerebro va a tener una mayor posibilidad de recuperación y unos mayores avances en cuanto a la restauración de sus funciones propias”.
La actividad física, la socialización con las redes de apoyo, los ejercicios cognitivos y el sueño reparador mejoran la función neurológica de los pacientes, según explica Carvajal, y por eso forman parte de las estrategias para la recuperación de estas secuelas del denominado COVID largo.
Carvajal confirma que se ha percibido un aumento en los casos de consulta por ansiedad y depresión. “Hay personas que debido al aislamiento se han alejado de sus familias, perdido sus trabajos, disminuido sus ingresos, han sentido temor de ver las redes sociales y las noticias… todos esos cambios sí están impactando la salud mental en general de las personas en nuestro país”.
En este mismo sentido se expresó Nubia Bautista, subdirectora de enfermedades no transmisibles del Ministerio de Salud y Protección Social, en una transmisión en el Facebook de la entidad el 21 de abril. “Que todos estos cambios no generen ninguna emoción, sería extraño, en esa medida es normal experimentar tristeza, angustia, nostalgia por lo que fue y problemas en el sueño. Es importante reconocer lo que nos está pasando para poder hablar de esto y no permitir que impacte también nuestra vida cotidiana, relaciones y desempeño”.
Bautista añadió que es común que las personas diagnosticadas puedan sentirse culpables, en esos casos también “lo importante es reconocer estas emociones, poder hablar de ellas y tramitarlas, ojalá con el apoyo de un profesional”.
Aunque el sistema de salud se fortaleció aumentando la cantidad de camas UCI para atender a los pacientes contagiados, ahora se hace evidente la necesidad de fortalecer también el seguimiento e investigación de las secuelas.
“La pandemia inicialmente se afrontó como un cuadro agudo de neumonía, apenas se fue conociendo más el virus vimos que no es solo eso sino que hay personas que quedan con secuelas a largo plazo”, indica Carlos Restrepo Bravo, quien es magíster en Neurofisiología de la Universidad de Chile.
El especialista comenta que lo ideal es conocer cada vez más el virus y acelerar la vacunación, que no solo reduce ampliamente la posibilidad de llegar a cuidados intensivos sino que ayuda a evitar todo lo que traería el virus después.
De igual manera, las EPS están comenzando a implementar planes de seguimiento para quienes padezcan COVID largo. “Sería bueno no solo salir del episodio agudo, desocupar la cama y dejar al paciente expuesto sino acompañarlo en esas secuelas que deje la enfermedad”, recomienda el docente.
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