MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 290 NOVIEMBRE DEL AÑO 2022 ISNN 0124-4388
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El mes pasado el mundo entero fue testigo a través de redes sociales de la muerte de Karen Castaño, una joven colombiana de 22 años, mamá, emprendedora. Una mujer que decidió saltar del último piso de la Clínica Medellín. Karen había sido diagnosticada con estrés postraumático, depresión y ansiedad, según relataron algunos familiares.
Esta situación es quizá más frecuente de lo que nos imaginamos o de las que llegamos a conocer, el suicidio en términos de salud mental es considerado el desenlace menos deseable para una persona, y un fracaso de la sociedad. Es una realidad que coexiste con nosotros: tenemos una tasa de incidencia de intento suicida del 58,4 por cada 100 000 habitantes (29 792 casos), el 45 % de niños y niñas ya tienen indicios de algún problema mental, y cada vez hay más adolescentes con depresión, ansiedad e ideas suicidas.
Vale recordar que desde 2013 en Colombia se ha implementado la Ley 1616 de Salud Mental y en 2018 se creó la política y el Plan Nacional de Salud Mental que busca posicionar la salud mental como agenda prioritaria para el país. Para ello, y según el documento de dicha política, los objetivos pretenden “orientar programas de promoción que fortalezcan las habilidades psicosociales, individuales y colectivas, la cohesión social y gestionen entornos saludables, resilientes y protectores, orientar programas de prevención que articulen los sistemas y servicios de salud mental con los dispositivos de base comunitaria, fortalecer la respuesta de los servicios de salud con enfoque de atención primaria en salud, promover la rehabilitación basada en comunidad y la inclusión social, y optimizar los sistemas de información y de gestión del conocimiento, así como la articulación sectorial e intersectorial”.
El actual modelo de salud mental tiene múltiples desafíos. Al respecto, Yolanda Torres de Galvis, directora del Centro de Investigación en Salud Mental de la Universidad CES, propone un abordaje partiendo de alternativas basadas en la evidencia: “El MSPS puede convocar a expertos nacionales e internacionales, que con base en el análisis de nuestra propia realidad estudien alternativas viables y basadas en la evidencia, para enfrentar la situación actual”, sin olvidar que “aún estamos en la pospandemia y sumado a los fuertes cambios en la realidad nacional, se convierte una “tormenta perfecta” que afecta la salud mental de nuestra población”.
Para la psicóloga e investigadora, Sandra Cárdenas, la perspectiva de la promoción de la salud mental y la prevención de la enfermedad que contempla el actual modelo de salud puede ser una ruta a seguir. Desde su experticia considera importante “fortalecer el enfoque de la Atención Primaria de Salud para la promoción de la salud mental, en términos de su alta eficiencia a bajos costos”.
“Es una reconocida alternativa en términos de sus ventajas para reducir los índices de problemas y trastornos mentales en el país”, explica, y agrega que “sin embargo, es necesario entender los contextos que caracterizan a Colombia y que ejercen una fuerte influencia para la génesis y el mantenimiento de dichos problemas, como son la violencia perpetua, las condiciones sociales, económicas y políticas que permanecen a través del tiempo, la corrupción, la poca inversión en la educación y las consecuencias de la pandemia”.
Desde el Ministerio de Salud y Protección Social, la salud mental se configura como un reto estratégico durante los próximos años, en el cual “mitigar los efectos que generó la pandemia y la afectación de la población víctima de la violencia sociopolítica es una necesidad latente, a la cual se le espera dar respuestas inmediatas y a largo plazo con acciones de alto impacto, factibles y financiables”, ha dicho Nubia Bautista, subdirectora de Enfermedades No Transmisibles de la Dirección de Promoción y Prevención.
La ministra de Salud, Carolina Corcho, ha hablado de la necesidad de hacer un abordaje de la situación a través de equipos extramurales preventivos, tal y como viene sucediendo en otros países con los programas de salud mental, buscando hacer una detección temprana de casos.
Desde la óptica de Sandra Cárdenas, “a pesar de no ser una propuesta muy reciente, está plenamente vigente en la actualidad. Este enfoque convoca a toda la sociedad, es decir, desde cualquier rol, posición o nivel de conocimiento, a promover la salud mental en su entorno cotidiano para garantizar en sí mismos y en los demás el mayor nivel posible de salud y bienestar”.
“Lo anterior exige la comprensión de sus características y de sus necesidades, sensibilizar a las personas como promotoras de su propia salud mental, prepararlas para trabajar con comunidades y fomentar en ellas la persistencia, la perseverancia, la paciencia y la resiliencia”, explica Cárdenas.
La doctora Torres de Galvis también concuerda con la propuesta de la ministra, con base en los resultados de investigaciones realizadas sobre el tema por el Centro de Excelencia en Investigación en Salud Mental. “La detección temprana de casos, en aspectos globales, puede ser parte de la intervención, pero deberían tener obligatoriamente indicadores de cobertura, y costo/beneficio”.
Si en nuestro contexto los niños y adolescentes son los más susceptibles de desarrollar enfermedades mentales en la actualidad, ¿Cómo podríamos trabajar desde casa para prevenirlo? La psicóloga Sandra Cárdenas sostiene que como padres o cuidadores hay que “motivarlos a superar retos, establecer límites claros y razonables que les permita guiar su comportamiento social en casa y fuera de ella, mostrarles seguridad personal como adultos, mostrarles que mantenemos la calma y que somos capaces de afrontar las vicisitudes de la vida, sin desesperación”.
A su vez, en cuanto a la atención de los infantes se argumentó que hay que “ayudar al niño a que genere tolerancia a la frustración para que logre desarrollar habilidades que le permitan enfrentar su realidad es otro aspecto importante”. “Es un antídoto contra la depresión, sin duda, pero obviamente se acompaña de brindar afecto, de proveer confianza, de mantener la calma e inspirarla ante situaciones difíciles. Por sí sola, la tolerancia a la frustración no es suficiente”.
Según los reportes del Sistema Integrado de Información de la Protección Social (SISPRO), el Observatorio Nacional de Convivencia y Salud Mental, y el Sistema de Vigilancia en Salud Pública (SIVIGILA), en 2021 se notificaron 29.792 casos de intento suicida, que representan una tasa de incidencia de intento suicida del 58.4 por cada 100.000 habitantes.
Mientras que, en 2020 se reportó una tasa ajustada de mortalidad por trastornos mentales y del comportamiento del 2.19, por lesiones autoinfligidas intencionalmente del 5.29, y por epilepsia del 1.74. También, una tasa de años de vida potencialmente perdidos por lesiones autoinfligidas intencionalmente del 247.7, y por trastornos mentales y del comportamiento del 35.6.
En Colombia, la depresión es la segunda causa de carga de enfermedad. El 44,7 % de niñas y niños tienen indicios de algún problema mental y el 2,3 % tiene trastorno por déficit de atención e hiperactividad.
En la adolescencia los trastornos más frecuentes son la ansiedad, fobia social y depresión; la ideación suicida se presenta en el 6,6 % de esta población (7,4 % en mujeres y 5,7 % en hombres). En la adultez, el 6,7 % ha experimentado trastornos afectivos.
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