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La gestión del riesgo social: cuando la atención es más que un servicio médico

Autor
Por: Juan José Yath
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El Hospital San Vicente Fundación Medellín atiende diariamente a decenas de personas que acuden en busca de atención médica de acuerdo con sus necesidades particulares. Sin embargo, es fundamental tener en cuenta que la apuesta de la institución es brindar una atención integral más allá de sus patologías. En este sentido, se resalta la importancia del equipo de Trabajo Social, que a corte de 2024 realizó intervenciones al 85 % de los pacientes hospitalizados, identificando los riesgos asociados a sus condiciones sociofamiliares, lugar de residencia, entre otros.

La gestión del riesgo social consiste en una serie de estrategias para identificar de forma oportuna cualquier situación susceptible de intervención que comprometa la experiencia del paciente o de sus cuidadores en el Hospital y evite posibles retrasos en el proceso de atención y alta médica.

Al ser una institución que brinda servicios de alta complejidad, se identifican múltiples situaciones que van más allá del manejo médico y que condicionan e influyen en la condición clínica de los pacientes, su estancia hospitalaria y el cumplimiento del plan de egreso. Por ejemplo, quienes son de residencia lejana sin red de apoyo en la ciudad y el acompañante no cuenta con alimentación, falta de cuidadores, pacientes habitantes de calle, víctimas de cualquier tipo de violencia, dificultades económicas o administrativas para acceder a los tratamientos posterior al alta médica y falta de conocimiento para gestionar su autocuidado.

El Hospital cuenta con un equipo encargado de proporcionar a los pacientes y a sus familiares diferentes recursos para mitigar los riesgos sociales identificados durante el tratamiento, ya sea con aportes para su alimentación, gestión de un lugar para hospedarse, orientaciones familiares o administrativas para el manejo ambulatorio de la enfermedad.

Según Jorge Andrés Mora, trabajador social en el área de Experiencia del Paciente y su Familia, el equipo responsable de la gestión del riesgo social cuenta con diferentes métodos para alertar sobre estas situaciones, como las interconsultas, las cuales el personal médico puede solicitar a través de los sistemas informáticos del Hospital. Además, los trabajadores sociales realizan rondas por los diferentes servicios de hospitalización y urgencias para identificar las necesidades y, posteriormente, intervenirlas de acuerdo con los protocolos y rutas institucionales.

Por otro lado, el equipo de Enfermería puede determinar las situaciones sociales a intervenir a través de una encuesta de riesgo psicosocial. Si los resultados de la prueba indican alertas, se notifica al área de Trabajo Social para iniciar el manejo del caso.

“Hay momentos en que los profesionales informan al trabajador social sobre situaciones como: ‘El familiar de este paciente no ha comido y ya lleva dos días en la policlínica’ o ‘Este paciente no ha tenido visitas’. A partir de esos comentarios, podemos detectar nuevos riesgos o problemáticas sociales que requieren intervención”.

De acuerdo con lo anterior, el personal de enfermería desempeña un papel clave en la detección de estos escenarios debido a su cercanía con los pacientes. Sin embargo, una gestión eficiente implica que cada área pueda identificar y alertar sobre los riesgos.

Para dar respuesta a las necesidades de los pacientes y su grupo familiar, existe un fondo de solidaridad institucional que se financia con los aportes voluntarios de los empleados. Estos recursos se destinan a la compra de artículos de higiene y cuidado para los pacientes, alojamiento para los acompañantes, compra de aditamentos, pasajes al lugar de residencia y gestión de medicamentos. Además, el Hospital establece anualmente convenios con entidades externas que ofrecen apoyo de acuerdo con sus posibilidades (empresas de transporte, hogares de paso, entre otros).

La vocación del trabajador social

La gestión del riesgo social implica un compromiso constante con el paciente y su familiar, estar atentos a sus necesidades y resolverlas con los recursos que se tienen a disposición. Esa atención forma parte del camino de Jorge y Mónica como trabajadores sociales.

“Para llegar a ser trabajador social, en algún momento debe haber surgido en usted el deseo de servir, ayudar o gestionar recursos para el bienestar de alguien más”.

Uno de los momentos que puso a prueba este compromiso fue la pandemia de COVID-19, cuando las emergencias aumentaron tanto que el equipo de trabajo social realizaba labores ininterrumpidas, incluidos los fines de semana. Sin embargo, brindar este tipo de atención humanizada es el elemento diferenciador con el que el Hospital busca destacar. No se trata solo de realizar acciones de apoyo y soporte a los pacientes, sino de integrarlas desde el inicio del tratamiento hasta la fecha de alta médica e, incluso, articularse con instituciones del medio para el seguimiento posterior al egreso hospitalario.

“Hemos comprobado que, cuando intervenimos desde el primer momento en que el paciente ingresa al Hospital, los resultados son mucho mejores que cuando dejamos las intervenciones para el final”.

Un caso que ejemplifica lo que se ha ilustrado en este artículo ocurrió hace un año, cuando ingresó al Hospital una mujer con quemaduras severas remitida desde Chocó. Al mismo tiempo que iniciaron su tratamiento médico, también se activaron medidas de soporte social para cubrir sus necesidades adicionales, como artículos de aseo personal y hospedaje para el acompañante. El área de Trabajo Social utilizó los fondos disponibles para proporcionar estos recursos. Además, tras perder a la cuidadora asignada por la empresa en la que trabajaba, el Hospital recurrió a un convenio con la compañía Rápido Ochoa para trasladar a su hija a Medellín, para que pudiera hacerse cargo de sus cuidados y brindar soporte emocional durante su recuperación.

Actualmente, la paciente ha mejorado significativamente y ya no requiere tantos servicios de trabajo social. Casos como el suyo reflejan la importancia de comprender que los pacientes no solo necesitan medicamentos y procedimientos médicos, sino también una atención integral que los reconozca en todas sus dimensiones y situaciones particulares. La mayor recompensa para Mónica y Jorge es ver a los pacientes expresar sus gestos de agradecimiento y confirmar que su institución ofrece una atención verdaderamente humanizada.

Por último, más allá de la atención de los pacientes, cada día toman más fuerza los talleres educativos a los familiares y cuidadores principales. Uno de ellos, y el más antiguo, es denominado Cuidarse para cuidar, en el cual se capacita a los acompañantes en su rol de cuidadores para prevenir el síndrome de desgaste por compasión o burnout y desarrollar estrategias de afrontamiento ante las crisis derivadas por las hospitalizaciones en unidades de alta dependencia. Mónica Marcela Cuartas Vélez, coordinadora del área de Trabajo Social, menciona que estos talleres recibieron una amplia participación. Cuidarse para cuidar, por ejemplo, realizó 36 sesiones entre abril y diciembre del año pasado, con la asistencia de 245 personas.



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