A pesar de los titulares y las
exclamaciones, la inminente liquidación del ISS no es
ninguna sorpresa. Hace muchos años que su destino se
calculaba en la mesa de trabajo, sobre un flujo de fondos. La
pregunta era simple: ¿Qué es más viable:
cerrarlo ó liquidarlo? La respuesta mostraba algo delicioso
para muchos; a Hacienda le costaba más cerrarlo que mantenerlo
abierto, mientras pudiera trasladar de la Unidad de Pago por
Capitación (UPC) unos $250.000 ó $300.000 millones
para pagar jubilaciones. Por eso, confiados, a pesar de las
súplicas y consejos, varios actores seguían peleándose
por sus ruinas, sobre todo los beneficiarios del clientelismo
o de unos pactos laborales supremamente onerosos. De esta pugna,
los únicos y grandes perdedores siempre fueron los afiliados.
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Causas
acumuladas en las crisis del ISS
Las cifras de la EPS-ISS son sencillas y muy claras:
de cada 100 pesos, 25 eran para pagar jubilaciones, y 30 más
para enfermos de alto costo, lo que sólo le dejaba migajas
a los afiliados. Una situación absolutamente infame e
injusta, porque los afiliados nunca autorizaron este gasto,
ni sabían que parte de su dinero no se empleaba para
su salud sino para pagar pensiones. Con el ánimo de ayudarlos
y corregir semejante injusticia, la Ley 1112 de 2007 prohibió
el uso de la UPC en pensiones; con ello también se buscaba
ayudar al ISS, obligando a una solución diferente, de
la misma manera que se instó al Ministerio de Hacienda
a resolver el problema pensional de los hospitales públicos
antes de un año, luego que ese ministerio se inventara
el decreto 306 de 2004 para obligar a los hospitales a asumir
costos a cargo de los departamentos, ó la Nación.
Hay otras causas de la crisis del ISS que no pueden menospreciarse,
como la acumulación de enfermos de alto costo, la deuda,
y sobre todo, la ingobernabilidad. Hace tiempo que cada año
los gastos superan los ingresos por cuenta de los enfermos de
alto costo y el gasto pensional, acumulando pasivos de $3,2
billones. Es decir: ahora no sólo hay que dar frente
al déficit presupuestal, también deben pagarse
unas deudas bancarias que luego se pasaron a la Nación
y que incluso se reestructuraron para alargar su cubrimiento.
Esta nueva exigencia, la de entrar a pagar $100.000 millones
anuales a la deuda, no es ni mucho menos algo sorpresivo, pero
si coloca al ISS en una condición imposible para garantizar
el margen de solvencia. Es decir, además de que no se
pueden emplear los dineros de la UPC en los afiliados porque
los consumen las pensiones y los enfermos de alto costo, ni
siquiera habrá una manera de inventarse que la platica
de los afiliados está en alguna parte y es líquida
para comprarles servicios de salud.
No creo que el ISS sea inviable técnicamente; sin embargo,
se ha hecho inmanejable desde el punto de vista político
y organizacional, y acumula un nivel de ruina tal que parece
preferible liquidarlo. El desgaste de ser un escenario de contienda
entre sindicatos y gobierno durante décadas, ó
de aprovechamiento económico de terceros, llegó
a consumirlo de tal manera, que ésta EPS acumula más
de tres billones de pesos en deudas. Tampoco hay razones fundamentadas
para esperar que ceda el déficit de medio billón
de pesos cada año; al contrario: los pasivos pensionales
son crecientes, a medida que más trabajadores alcanzan
la edad de pensión.
Otro factor de crisis, mencionado frecuentemente, es el arrinconamiento
de los enfermos de alto costo y los ancianos en el ISS. Al contrario
de ser el ISS la entidad pública que regula con calidad
y excelencia el sistema de salud, se convirtió en un
botadero de enfermos sumamente útil para
otras EPS, que encuentran una empresa sin defensas frente a
sus estrategias de mercadeo y competencia. Un espacio que le
hace mucho mal al sistema de salud, porque se está estructurando
un seguro de tercera para los enfermos y uno distinto para los
más sanos, como ocurre en otros países. Por supuesto
entonces, la pérdida del ISS tendrá entre sus
perjudicados a otras aseguradoras.
Ecos de la liquidación del ISS
Por estas razones, la inminente liquidación del
Seguro Social debe llamar a una profunda reflexión sobre
el futuro y la viabilidad de otras empresas de carácter
público. Máxime, porque no fue posible obtener
ninguna solución política que liberara a ésta
institución de la captura del clientelismo y de unos
arreglos sindicales leoninos.
Es urgente que las entidades públicas funcionen de manera
competitiva y eficiente. Hace décadas se fortalecía
a estas entidades tratando de constituir un pacto social, fortalecer
la clase media, generando empleo de alta calidad, cuando el
sector privado no lo producía ó era muy pequeño.
Pero hoy de las empresas públicas se espera más,
se quiere que sean más eficientes y que estén
al servicio de sus afiliados ó usuarios y no al revés,
para beneficio de terceros, sean estos la clientela y los políticos,
los sindicatos ó cualquiera otro.
Finalmente, hay que poner atención: si los hospitales
públicos se dejan poner en su presupuesto los costos
pensionales como un gasto ordinario de manera definitiva, esta
condición los llevará tarde o temprano a su liquidación
ó a una crisis de grandes proporciones, porque transitarán
simplemente el camino del ISS. Por eso el decreto 306 de 2004
de Hacienda debe ser motivo de enorme preocupación y
debe revisarse urgentemente. |