MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 10    No. 114  MARZO DEL AÑO 2008    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 


Seguridad vial debe
ser política de Estado
Yuly Atehortúa Mira - Periodista - elpulso@elhospital.org.co

En 2006 y 2007, la accidentalidad vial se constituyó en una de las principales causas de mortalidad y discapacidad en Colombia. Resultados de investigaciones apuntan a que sea declarada como problema de salud pública.
Un parque automotor de carros y motos que viene creciendo de manera desbordada en Colombia, sumada a la baja disponibilidad de vías existentes para que transiten y la poca educación de conductores y peatones, son 3 condiciones que plantean a no muy largo plazo, un panorama oscuro en el país en cuanto a accidentalidad vial. Las estadísticas que hasta ahora muestran un descenso progresivo de accidentes de un 15% y de muertes en un 36% en la última década, empezaron a variar con la cifra de siniestros en motos.
La Organización Mundial de la Salud calcula que en 2020, las muertes por accidentalidad vial en el mundo sobrepasarán a las causadas por el VIH/sida. Colombia no es la excepción, si se tiene en cuenta que los datos de muertes por accidentes de autos de los 2 últimos años, entre enero y octubre, revelan que en las principales ciudades lejos de bajar aumentaron los casos.
Según datos del Fondo de Prevención Vial, en Cali por ejemplo aumentó un 5%, pasando de 282 personas muertas en 2006, a 296 en 2007. Igual sucedió en Bogotá donde crecieron en 1.5%, pasando de 397 a 403 en 2007, mientras en Bucaramanga se dio un escandaloso aumento del 79,1%: de 43 casos se pasó a 77 el año pasado. Medellín fue la única ciudad donde se redujeron las muertes en un 28%, de 342 en 2006 a 244 en 2007.

Los motociclistas, por su parte, se pelean por ocupar el primer lugar en accidentes. A septiembre de 2005 habían muerto 944 y en el mismo período de 2006 subieron a 1.033. Los heridos pasaron de 9.633 en 2005 a 10.047 en 2006. El año pasado la cifra se redujo un poco, pero a octubre de 2007 ya habían muerto 1.007 conductores.
La magnitud de los accidentes en moto tiene su base en el crecimiento de un 59% del parque automotor durante los últimos 5 años, debido a los bajos costos y las facilidades que ofrecen los comercializadores, a quienes con presentarles la cédula y un contrato laboral les basta, sin tener que certificar que se tomó un curso de conducción. Mientras en el año 2000 circulaban 1'123.764 motos, en 2005 llegaron a 1'787.947, muchas de ellas utilizadas como alternativa al deficiente trasporte público, especialmente en la costa atlántica, sin ser sancionadas por las autoridades de policía y tránsito, que en varios casos resultaron implicadas en el monopolio de las motos.
Otras motocicletas son utilizadas para trabajar, de ahí que los muertos en su mayoría sean jóvenes empleados que para cumplir con los altos requerimientos empresariales se ven obligados a correr en la vía y terminan comprometidos en accidentes. Según el director del Fondo de Prevención Vial, Francisco Fernández, son casos donde comparten la responsabilidad los empresarios y los trabajadores, y se puede corregir simplemente respetando y cumpliendo las normas laborales. Al respecto, el Fondo tramita en el Congreso varios ajustes normativos, entre ellos, que las motos circulen ocupando un carril a un metro del andén.
Para pensarlo en serio
Los datos de investigaciones del Fondo de Prevención Vial y un estudio de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Antioquia, confluyen en la necesidad de observar la problemática en forma compleja, tanto en las grandes ciudades como en el área rural, para incidir en la toma de decisiones.
Según el investigador y decano de la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia, Germán González, después de evaluar los servicios de Urgencias de Bogotá y Medellín, se encontró que los traumas o lesiones originadas por accidentes de tránsito son una de las principales razones de mortalidad por causa externa, asociados al incremento en la venta de carros y motos, que conlleva una mayor incidencia de lesiones, más letales para los motociclistas. “Los accidentes de tránsito en Medellín, Bogotá y en general en las ciudades colombianas son un problema de salud pública que necesita declararse como tal, para ejecutar acciones encaminadas a la disminución y el control, no solo desde las instituciones de trasporte y tránsito sino a nivel inter-institucional”, sostuvo. Datos de esa investigación reflejan que la accidentalidad vial además de cobrar muchas vidas, deja múltiples lesionados y discapacitados, y genera altos costos: 20% en atención directa y 80% en los que incurren las familias y la sociedad, y que aún no están bien valorados.
La Organización Panamericana de la Salud promueve proyectos en varios países, incluido Colombia, para hacer de la seguridad vial una política pública que no cambie con el gobierno de turno y sea permanente. Para la OPS, es la única forma de reducir los accidentes y las muertes que a nivel mundial suman 1'200.000 personas al año, mientras 20 a 50 millones de personas resultan heridas, 90% de ellas en los países en desarrollo.

 
Celular: principal distractor
En 2007 la primera causa de accidentes fue no mantener distancia con 46.392 casos, desobedecer señales de tránsito fue la segunda causa de 17.086 accidentes, y el exceso de velocidad conllevó a 13.565 siniestros.
Las distracciones de los conductores son la causa de más de 65.000 accidentes en los últimos 3 años. Según el Fondo de Prevención Vial, los costos sociales y económicos de los accidentes generados por distracciones ascienden en el país a $625.000 millones anuales. Un estudio del Centro Nacional de Consultoría, que encuestó a 1.300 conductores de servicio público, carros particulares y motos en las principales ciudades, determinó que los factores de distracción son, de mayor a menor: hablar por celular (53%), presencia de personas llamativas en la vía (32%), hablar con los pasajeros (23%), cambiar de emisora (19%), mirar publicidad (15%) y conducir con preocupaciones (12%).
Hablar por celular mientras se conduce es una violación al Código de Tránsito, que acarrea una sanción de 15 salarios mínimos diarios. Según el estudio, el conductor al manejar y hablar por teléfono tras minuto y medio, aún con manos libres, no percibe el 40% de las señales, su velocidad media baja un 12%, el ritmo cardíaco se acelera y en caso de presentarse una acción inesperada tarda más tiempo en reaccionar.
 
Campañas vs realidad
Para el delegado del Fondo de Prevención Vial para Antioquia, eje cafetero y Chocó, Evelio Orozco, muchas acciones ejecutadas han logrado algunos resultados. Las campañas mediáticas, por ejemplo, han tenido aceptación y han disminuido el número de accidentes, pero todavía hay personas reacias a cumplir con los parámetros establecidos o a denunciar a quienes los incumplen, a las líneas telefónicas 767 o al 1-2-3.
En cuanto a los seguros, afirma que los conductores cumplen, tanto con el Soat que es indispensable en vehículos de servicio público y particulares, como con el seguro contractual y extracontractual que cubre los accidentes y daños a terceros, cuando se viaja en vehículos de servicio público.
No obstante, desde su óptica hay varios puntos que necesitan intervención; por una parte, el desarrollo de infraestructura vial para enfrentar la alta demanda del número de vehículos, pues de lo contrario es inevitable la interacción entre autos, motos, vehículos de servicio público y peatones. Otro punto a revisar es la falta de capacitación; de hecho una investigación del Fondo de Prevención Vial reveló que la principal causa de alta accidentalidad en motos es no saber conducir: sólo 16% de motociclistas tomaron un curso para aprender a manejar, mientras que 84% aprendió sólo o con un amigo. Además, de 392 escuelas de conducción que hay en Colombia, solo el 58% dicta cursos para motociclistas y algunas exigen como requisito para expedir la licencia, que la persona sepa montar bicicleta.
Ante lo complejo de la problemática, es necesaria la vinculación de conductores, peatones, comercializadoras de vehículos, instituciones educativas, de tránsito, sistema de salud, administradores de riesgos profesionales y empresas, entre otros, que sumadas a la voluntad política, puedan dar un giro positivo a la situación.
Entre tanto, se prueban algunos métodos, caso de las ensambladoras y las distribuidoras, que el año pasado por primera vez hicieron una alianza para incentivar a los compradores a tomar los cursos cuando adquieran una moto. O del proyecto piloto en Barrancabermeja, que clasificó las vías dejando un carril para uso exclusivo de las motos, pero aún con sus buenos resultados, la Alcaldía tuvo que derogar el decreto, porque los motociclistas consideraron que era anti-popular no poder moverse por toda la vía.
 
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