Colombia según
el Mapa de Hambre en el Mundo, publicado por la FAO, se encuentra
en el rango de países con desnutrición moderadamente
baja (rango del 5 al 19%), en una clasificación que contrasta
con el grado de desnutrición de la población de
la zona rural (19,4%) y la de los departamentos como Cauca y
Nariño (24,5%) que están en un nivel de desnutrición
moderadamente alto, por encima del 19%. En cuanto a las muertes
por desnutrición, hubo una importante disminución
de la mortalidad por desnutrición entre 1981 y 1994,
y a partir de 1997 aumentó la tasa y el número
de casos, posiblemente por causa del hambre, el deterioro en
la situación de salud de los colombianos más pobres
o por el aumento en el reporte de los casos. Los grupos de edad
con mayores tasas de mortalidad por desnutrición, lo
constituyen el de cero a cuatro años y el de mayores
de 70 años, que concentran el 85% de todas las muertes
por desnutrición (DANE, Sistema de Información
Estadística, 2001).
Un enfoque que permite evaluar y desarrollar soluciones integrales
a esta situación se ha definido como Seguridad Alimentaría
y Nutricional, la cual debe contar con los siguientes elementos:
disponibilidad suficiente y estable de los suministros de alimentos
a nivel global y local; acceso oportuno y permanente por parte
de todas las personas a los alimentos que se precisan, en cantidad
y calidad; adecuado consumo y utilización biológica
de los mismos, asegurando además el acceso a los servicios
básicos de saneamiento y de atención de salud,
y lo más importante, la decisión política
de los gobiernos para lograr todo lo anterior.
Países como el nuestro, conscientes de las proporciones
de esta emergencia, han enfrentado esta problemática
desde la concepción de una estrategia de suministro de
alimentos y subsidios para los más pobres, pero es tan
complejo el abordaje de esta situación que es insuficiente
la intención estatal, pues ella estará afectada
por el comportamiento de la economía mundial, desigualdades
sociales, conflicto armado, desplazamiento, hábitos de
crianza, entre otros.
Entre estos otros, la responsabilidad del sector
salud es importante. Cuando una persona está subnutrida,
su sistema inmunológico es deficitario, la frecuencia
y severidad de las enfermedades es mayor, formando de esta manera
un círculo vicioso: subnutrición-enfermedad- subnutrición.
Este círculo es más complejo cuando se inicia
desde la etapa preconcepcional con el elevado índice
de embarazo en adolescentes y nacimientos con bajo peso al nacer,
considerados como un índice de malnutrición materna,
y se constituye como el determinante más importante de
la mortalidad y morbilidad infantil, y uno de los más
relevantes indicadores del crecimiento postnatal. El 7% de los
niños nacidos anualmente en el país tenían
bajo peso al nacer (menos de 2.500 gramos), tasa que no varió
entre los años 1995 al 2000 (Encuesta Demografía
y Salud -EDS- 1995-2000).
Es imperativo que el sector salud establezca acciones que aporten
a disminuir la proporción de esta emergencia. En términos
de la prestación de servicios del sector salud, debe
ampliar coberturas, asegurar el acceso, la calidad de los programas
de promoción y prevención, garantizar sistemas
de referencia y contrarreferencia oportunos, y desarrollar programas
integrales y coordinados en forma intersectorial.
Los trabajadores del sector salud deben recibir una formación
universitaria holística, para que como profesionales
en los diferentes programas de promoción y prevención
lideren procesos educativos referentes a estilos de vida saludable,
sean capaces de detectar y actuar ante los diferentes factores
de riesgo en la niñez con desnutrición, estén
capacitados para atender a la niñez con desnutrición
severa y sus complicaciones, y ayuden a evitar las altas tasas
de defunción por esta enfermedad, como lo demostró
la Investigación sobre Mortalidad por Desnutrición
en Antioquia 2004, donde se muestra que los niños que
murieron, en su gran mayoría no fueron remitidos oportunamente
de acuerdo con su estado, y que los de máxima gravedad
no recibieron tratamiento adecuado correspondiente con sus complicaciones.
Colombia debe definir políticas integrales y con visión
de largo plazo, para el manejo de problemas estructurales que
afectan su crecimiento y desarrollo, y que son motivo de inestabilidad
social y política. Una política saludable bien
concebida, es una contribución importante a la solución
de estos problemas y a la obtención de la paz y la convivencia,
y solo será efectiva en la medida que se formule en forma
participativa y donde los diferentes sectores, las familias
y cada uno de nosotros aporte en su implementación, seguimiento
y evaluación.
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