MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 6    NO 73    OCTUBRE DEL AÑO 2004    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

Salud ¿pública?
Marcela Monge Periodista - elpulso@elhospital.org.co
En lo corrido del año, se han dado en el país brotes de enfermedades contagiosas como cólera, rabia humana y fiebre amarilla, siendo el más grave este último por el riesgo latente de que se urbanizara la enfermedad. Ante esta situación, quisimos indagar si el país está preparado o no para enfrentar una epidemia de gran magnitud, y si se cuenta con infraestructura adecuada para vigilar adecuadamente la salud de los colombianos.

Los brotes de estas enfermedades son muy difíciles de controlar debido al origen selvático de la fiebre amarilla y la rabia humana, mientras que en cólera la dificultad radica en la falta de infraestructura sanitaria como alcantarillados y acueductos adecuados.
Germán González, PhD en Epidemiología y coordinador del doctorado en la Facultad Nacional de Salud Pública de la Universidad de Antioquia, afirmó que en el caso de fiebre amarilla funcionó muy mal el sistema de vigilancia epidemiológica, sumado al poco desarrollo de los sistemas de salud locales para manejar el tema en forma proactiva. “Sin embargo, una vez se presentó la epidemia se manejó muy bien, porque el Ministerio asumió un importante papel de liderazgo ante la falta de preparación de los servicios de salud, guió a los municipios, pero principalmente, la intervención funcionó porque se manejó el tema desde los individuos y las localidades y no como está estructurado el Sistema Nacional de Salud luego de la Ley 100, desde un universo de asegurados dispersos por el país y diferenciados sólo por el régimen que los ampara”.
Salud, con más dinero y menos pública
Más allá de los brotes de este año, la salud pública en Colombia desmejoró notablemente, por diversas causas. Entre ellas, la implementación de la Ley 100, porque a pesar de describir muy bien el concepto de salud como algo más que la enfermedad, se queda corta en la práctica porque desarrolló barreras territoriales, económicas y administrativas para el acceso a la atención en salud, generando inequidades, falta de cobertura y exclusiones, al tiempo que se benefician los intereses económicos de los aseguradores que cobran por cada afiliado, pero que hacen todo lo posible para prestarle la menor atención posible.
“La problemática sanitaria es en gran medida previa a la Ley 100, y en la situación actual de la salud pública influyen muchos otros factores, pero sí se puede afirmar que la Ley 100 no es una ley de la salud pública ni de la promoción de la salud”, afirma el PhD Saúl Franco. De acuerdo con Franco, durante la vigencia de la Ley 100, la salud pública se deterioró en todas sus dimensiones, porque el Estado se ha distanciado de las políticas de salud, dejando el sistema supeditado a los intereses económicos de los actores del sistema y a la corrupción en el manejo de dineros en los entes locales, que incluso llegaron a parar a las arcas de los grupos combatientes en el conflicto colombiano.
En opinión del MD PhD González, “nunca antes habíamos tenido tanto dinero en el sistema de salud, pero nunca antes habíamos presenciado tantos problemas de salud”. Es decir, no hay una política estatal en salud y el sistema no funciona, por lo cual se requiere un cambio esencial en el modelo de salud y seguridad social, que asuma la salud como una integralidad de condiciones humanas y no sólo como manejo de la enfermedad.
Vigilancia a ciegas
La vigilancia de la salud pública también se afectó con la Ley 100. Aunque mantuvo el reporte obligatorio de 58 enfermedades contagiosas, introdujo un actor nuevo: las direcciones locales de salud, que ejercen hoy una responsabilidad que antes residía en los hospitales y entes departamentales. Esto desmejora el Sistema de Información, porque si bien los municipios cuentan con recursos del PAI no hay personal capacitado, por lo que traspasan otra vez la responsabilidad de vigilancia y notificación a los hospitales.
Además, con esta nueva obligación de vigilancia, las direcciones locales no tienen claro cuál es su papel. Como si fuera poco, la decisión de tener personal desarrollando acciones de vigilancia depende hoy de la voluntad política del mandatario de turno, que muchas veces no es consciente de la importancia de conocer la real situación de salud pública en su localidad o contratan personal no capacitado. Prueba de ello es que en Medellín, con el 50% de la población del departamento de Antioquia, la administración anterior desmanteló el equipo de vigilancia epidemiológica, reduciéndolo a una secretaria. Sólo este año, se contrató nuevamente personal para vigilar las condiciones de salud de los medellinenses.
En opinión de Juan Carlos Vela Santacruz, director de Epidemiología de la Dirección Seccional de Salud de Nariño, “el Sistema de Vigilancia en Colombia, no sólo en Nariño, tienen serias deficiencias desde la captura del dato hasta el procesamiento de la información”. Reconoce que en 10 años se ganó en tecnificación, pero es necesario mejorar los datos sobre demografía, porqué no sabemos cuántos colombianos somos ni dónde estamos; de ahí que resalte la importancia del censo que se planea para el año 2005.
Lina María Vélez, miembro del equipo de epidemiología de la Dirección Seccional de Salud de Antioquia, afirma que al desmonte de sistemas de información de los departamentos, se suma la dificultad de que la información recogida en los RIPS (Registro Individual de Prestación de Servicios) llega directamente al Ministerio, sin pasar por el nivel departamental. Ante la lentitud para incorporar los datos de RIPS a un sistema de información y la falta de oportunidad en los datos, hay subregistro de diferentes aspectos que afectan la salud pública, y por tanto, es difícil tomar decisiones correctas y a tiempo.
Como actor indispensable para la vigilancia epidemiológica aparecen los laboratorios departamentales, que en muchas regiones padecen grandes problemas administrativos ante la falta de voluntad para sostenerlos económicamente y por los inconvenientes ante la necesidad de hacer pruebas sin tener muy claro quien asume los costos, pues las aseguradoras delegaron esta responsabilidad económica en los laboratorios.
El Laboratorio Departamental de Antioquia pasó de ser uno de los más importantes y mejor estructurados a sufrir reducción de 75% de personal y dificultades administrativas; recién inició la contratación de personal capacitado y administradora. En contraste, el Laboratorio Departamental de Nariño funciona con alta tecnología, analiza muestras de otros departamentos, como Putumayo, y tiene convenio con Ecuador para el mismo fin.
Esfuerzos localizados
Si bien existen dificultades en el sistema de vigilancia, Nariño, Antioquia y Bogotá han logrado mantener y hasta mejorar su propio sistema, para obtener información oportuna para el direccionamiento de la salud pública en su territorio.
“En Antioquia tenemos la ventaja de contar con recurso humano especializado en el tema epidemiológico, y con estabilidad laboral. Además, prestamos apoyo permanente, capacitación e incluso recursos técnicos para que las direcciones locales asuman con responsabilidad y conocimiento la responsabilidad de vigilancia”, afirma la doctora Vélez.
Además, la Dirección Seccional de Salud de Antioquia creó su propia red de información, con hospitales e instituciones de salud que mediante un software diseñado para este fin, reportan una vez a la semana los eventos de notificación obligatoria y otros más.
La Secretaría de Salud de Bogotá es destacada por varios expertos en salud pública, quienes afirman que tal como está planteado el nuevo sistema de salud local, se convierte en modelo promocional de la salud, que tiene como fundamento garantizar el derecho a la salud de la población, reconociendo que la atención en salud no se limita al Plan de Atención Básica, y que es necesario derrumbar barreras de acceso que impone el sistema e integrar la atención a esfuerzos de prevención y promoción con un enfoque comunitario.
Los esfuerzos aislados son clara muestra de que con determinación y apoyo administrativo es posible mejorar la vigilancia y la salud pública de los colombianos. Sin embargo, un sistema efectivo requiere de una directriz nacional que tenga en cuenta las diferencias étnicas, socioeconómicas, culturales y de ubicación, para recoger datos que realmente reflejen las condiciones de vida que inciden en la salud de los colombianos.

 
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