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¿Qué son ciudades saludables y cómo se relacionan con las pandemias?

Por: Manuela Gaviria Lemos
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Desde hace algunos siglos el mundo ha dado grandes pasos a nivel productivo que han permitido evolucionar los procesos y llegar hasta la tecnología que conocemos hoy en día. A pesar de que estos avances han dado paso a mejoras en la calidad y el estilo de vida de las personas, la pandemia por Covid-19 ha permitido abrir un momento de reflexión sobre las consecuencias actuales y futuras de las decisiones globales que se han tomado en los últimos años.

Ciertos peligros ya habían sido expuestos con anterioridad y organizaciones e instituciones habían presentado recomendaciones a seguir para evitarlos por el bien de la población. Además, existen otras como el calentamiento global que, aunque se crea que avanza lentamente, en cualquier momento puede cobrarnos los daños hechos al medio ambiente. Entre estas advertencias, la Organización Mundial de la Salud (OMS) inició el proyecto de Ciudades Saludables desde la década de los ochenta, tras la firma de la ‘Carta de Ottawa’ por parte de varios países miembros de la organización y en la cual se estableció la importancia de reforzar los servicios de salud y tomar acciones.

Según la Red Española de Ciudades Saludables, “Una Ciudad Saludable es aquella que da una alta prioridad a la salud en todas sus actuaciones.” Es importante precisar que el concepto de ciudades saludables es dinámico y se debe ir adaptando a los nuevos dilemas que surgen en el día a día en el planeta. Además, el término nace con un enfoque urbano, ya que en las ciudades es donde se concentra un gran porcentaje de la población, pero algunos países han decidido replantearlo y pensarlo con una importancia significativa de ampliarlo también hacia la ruralidad.

La principal finalidad de esta estrategia es involucrar a las autoridades regionales, nacionales y locales en la implementación de políticas de salud que beneficien a la población. Parte importante de este proceso es la planeación urbana, donde los arquitectos se convierten en un actor esencial de la toma de decisiones que lleven a tener en cuenta aspectos que pongan como prioridad el bienestar físico y mental de la población. Por ejemplo, cuando en una ciudad se prioriza la construcción de ciclovías o aceras para caminar y no tanto las vías para vehículos, está prevaleciendo el bienestar de las personas y concientizando sobre la importancia del cuidado de la salud.

El proyecto de ciudades saludables no envuelve solo al sector público, sino que debe ser un proceso en el que se involucre también a los ciudadanos, actores más importantes en esta escena ya que son los que deben comprometerse con el seguimiento de las políticas y a los cuales más favorecen estas decisiones, y donde participen actores privados que son fundamentales en la búsqueda de un desarrollo sostenible en las ciudades.

Uno de los precursores del programa fue la Red Europea de Ciudades Saludables de la OMS, que ha llevado un proceso escalonado frente a la implementación de las políticas en torno a la salud y una adaptación a las nuevas exigencias del mundo contemporáneo. De 1987 a 1992 se llevó a cabo la primera fase de dicho proyecto, que hoy en día se encuentra en su séptima fase que va de 2019 a 2024. En un principio esta red apuntaba a la definición del proyecto y el inicio de lo que podría ser una estrategia a nivel global. Ya con más de treinta años de experiencia, la presente fase propone objetivos que tienen en cuenta los nuevos sucesos y avances, adoptando la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de la ONU y proponiendo seis puntos esenciales a seguir como inversión en la población, núcleos urbanos enfocados en la salud, mayor participación y alianzas, prosperidad para sus comunidades, paz y seguridad, y una producción sostenible.

En América Latina la estrategia inició en la década de los noventa, cuando la Organización Panamericana de la Salud (OPS) presenta el proyecto como Municipios Saludables. Cada país del continente implementó dicho programa a su manera, teniendo en cuenta las condiciones y la situación política que afrontaba cada nación, así como también los objetivos y la forma de trabajar de los respectivos ministerios.

En Colombia, la estrategia inició en 1992 con el apoyo de la OPS y en 1997 se estructuró mejor el proyecto bajo el nombre de Municipios Saludables por la Paz. El principal objetivo en aquella época era crear espacios propicios para la paz de las poblaciones colombianas, para mejorar ante todo su calidad de vida, por medio de la búsqueda del desarrollo sostenible y la equidad social. Sin embargo, el proyecto no tuvo una planeación adecuada y no se consiguieron las metas establecidas a nivel financiero y político. En 2017, el Ministerio de Salud y Protección Social, encabezado por Alejandro Gaviria, presentó el documento Orientaciones para el desarrollo de Ciudades, Entornos y Ruralidad Saludable (CERS), con el apoyo de la OPS y la OMS. Entre las principales finalidades establecidas allí se leen el compromiso por parte de las entidades territoriales para establecer políticas a favor del medio ambiente y la salud colectiva, y seguir el camino de la equidad para disminuir factores que ponen en riesgo la calidad de vida de la población.

Para estructurar el proyecto CERS, se tuvieron en cuenta las experiencias exitosas de otras regiones, tomándolas de ejemplo para adaptarlas al contexto colombiano. Asimismo, se establecieron unos ejes operativos que orientaran el proyecto, para que no se repitiera la historia de la estrategia Municipios Saludables por la Paz. Entre estos están: el eje económico, relacionado con políticas de producción, distribución y consumo; el eje social, con políticas enfocadas en las condiciones sociales que rodean a la población; el eje demográfico, que permite ver las dinámicas de la población y posibles necesidades a futuro; el eje ambiental, enfocado en el ecosistema del territorio y su cuidado; y el eje financiero, buscando políticas que permitan que la población posea recursos que motiven un desarrollo sostenible.

La llegada del Covid-19 ha sorprendido y permitido replantear las necesidades que tienen tanto los países como las ciudades para enfrentar nuevos retos que puedan poner en riesgo la vida de sus poblaciones, especialmente ahora que expertos hablan del inicio de una nueva era epidemiológica que podría traer consigo más situaciones como la que estamos viviendo. Uno de los factores que permitieron la propagación del virus alrededor del mundo fue la facilidad que existe para trasladarse de un país a otro, gracias a la globalización. Esto abrió los ojos del mundo sobre la importancia de mejorar las políticas y el apoyo frente a la ciencia, especialmente en el sector salud, y de reforzar áreas como la vigilancia epidemiológica, que ha sido vital en la lucha actual contra la Covid-19.

Asimismo, otro factor a analizar son las condiciones de las grandes urbes, donde se presentan la mayoría de los casos activos de los países. Los diseños de muchas de las ciudades dificultan mantener el distanciamiento social entre peatones, no se cuenta con espacios comerciales al aire libre, el transporte público masivo concentra grandes aglomeraciones, entre otras características que ayudaron al Covid-19 a aumentar su contagio. Mientras tanto, en zonas más apartadas o zonas rurales los contagios se han mantenido controlados y la pedagogía llega más fácil a la población gracias a las políticas establecidas, como es el ejemplo del municipio Campohermoso en Boyacá o, a nivel mundial, el ejemplo de Tuvalu, isla que no ha presentado casos hasta el momento.

Es importante que las autoridades políticas alrededor del mundo reflexionen sobre la necesidad de tomar medidas para impulsar el bienestar completo y una buena calidad de vida de la población para así conseguir salvaguardar a cada uno de los habitantes del planeta, así como incrementar, ahora más que nunca, los esfuerzos para mitigar riesgos y evitar que una crisis como la causada por el Sars-Cov-2 vuelva a poner el mundo de cabeza. Y no queda de más preguntarnos, ¿qué estamos haciendo como individuos para hacer de nuestra ciudad un entorno saludable?

EL PULSO como un aporte a la buena calidad de la información en momentos de contingencia, pública y pone a disposición de toda la comunidad, los enlaces donde se pueden consultar de manera expedita todo lo relacionado con el Covid-19-


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