mis colegas que debíamos regresar al restaurante y
devolver el dinero, pues evidentemente habían cometido
un error al entregarme también el billete grande. La
historia que se sigue, es el fiel reflejo de buena parte de
esta sociedad, que sumergida en sus quimeras macondianas,
sus miedos y mediocridades, aún no atina a construir
un mejor futuro. Pues bien, alguno de mis encopetados colegas
consideró que era una ganancia inesperada, un gran
golpe de suerte; otro se refirió a que era una tontería
regresarse en medio de la lluvia, del pesado tráfico
y que era tarde, y el tercero pensaba que en el restaurante
no tendrían ningún problema pues allí
seguramente ganaban mucho dinero. Como si fuera poco, el conductor
del taxi decidió que él también debía
intervenir y darle un sabio consejo a un despistado pasajero
que se preocupaba por lo que no correspondía y que
más bien debería comprarse una 'botellita de
Néctar' para compartirla con sus amigos y calmar el
frío. Ante la negativa de regresar del grupo, con taxista
incluido, decidí amenazar con bajarme del vehículo
e irme caminando o tomar otro vehículo si no accedían
a llevarme, pues tenía la convicción que no
era correcto quedarse con un dinero que no era mío,
y que además la cajera -que con seguridad no se ganaba
un peso más del salario mínimo- sería
la que pagara con su sueldo el error. Finalmente accedieron
de mala gana a llevarme de regreso y al entrar en el restaurante,
encontré que la cajera hablaba con su supervisor...
¡Sus caras desencajadas no podían creer que había
regresado en medio de la lluvia a devolverles su dinero!
Cuando se habla de corrupción y de deshonestidad, la
mayoría de nosotros considera que ese es un problema
de los demás, de otros. De otra parte, los que aceptan
que Colombia es un país con problemas de corrupción,
opinan que el país es corrupto -hasta los tuétanos-,
que siempre ha sido así y que no existen posibilidades
de cambiarlo. Se han tenido que expedir leyes para obligar
a que se le devuelva el dinero completo a los compradores
en los almacenes; taxista y busero que se respete no devuelve,
pues nunca tiene cambio. Hasta tenemos frases de cuño
popular en las que se predican cosas como No se sabe
quién es más tonto, si el que presta un libro
o quien lo devuelve. Habría que preguntarse entonces,
si el ciudadano que decide quedarse con un centavo, no haría
lo mismo cuando tenga oportunidad de quedarse con varios miles
de millones.
Ahora bien: si el tema tiene que ver con el sector salud,
se cree que ese no es un tema importante, que no tiene relevancia.
El año pasado en este mismo medio, publicamos el Índice
de Integridad realizado por Transparencia por Colombia,
en el que se resaltaban los serios riesgos de corrupción
que acechan al sector salud, del que no caben dudas, sí
tiene serios problemas. Como decía el ministro Juan
Luis Londoño de la Cuesta: Allí donde
hay queso, siempre aparecen los ratones. Y en el sector
salud hay recursos en cantidad suficiente como para que los
efectos de la inefable corrupción aparezcan.
Observamos a un solitario Ministro de la Protección
Social enfrentándose a grandes dificultades por cuenta
de manejos inadecuados de recursos públicos en diferentes
órdenes e instancias del Sistema General de Seguridad
Social de Salud (SGSSS), sin que aparezca la solidaridad cívica
de las más importantes instancias del sector apuntalando
la gestión contra la corrupción. Todos hemos
conocido por los medios, que cada vez que el Ministerio público
trata de esclarecer cómo se manejan los recursos del
Sistema, sea en el régimen subsidiado, en el contributivo
o por juegos de azar, se le viene una avalancha de demandas,
de debates, de comunicados y de publicidad, que intentan volver
político lo que no lo es, y que logran la mayoría
de las veces levantar una nube de polvo impenetrable para
así perpetuar la condición por la que se les
inquiere.
Ante indicios de corrupción, es deber de las entidades
de control y de la sociedad, salirle al paso al problema,
indagar e iniciar las investigaciones pertinentes, utilizando
para ello los mecanismos y los recursos que la ley les otorga
dentro del marco del debido proceso y del respeto institucional.
Pero también existen gestiones que pueden volver más
transparente el SGSSS y que con certeza aminorarían
los riesgos de corrupción y sus indeseables efectos,
logrando por partida doble, prevenirla y no enfrentarse a
hechos cumplidos. Enuncio algunas propuestas como parte de
ese apoyo que debemos brindar para la consecución de
un sector salud más eficiente y libre de ruidos de
fondo:
1. Sistema de información del SGSSS: A riesgo de volvernos
repetitivos, con seguridad que el desarrollo de un buen Sistema
de Información traería orden y cerraría
una gran cantidad de llaves abiertas que hoy aprovechan
todos aquellos que se esconden detrás de la inexistencia
de información o que manipulan la poca que existe para
su exclusivo beneficio.
2. Desarrollo de estándares de contratación:
Existe gran cantidad de instituciones de salud que realizan
contratos y compras multimillonarias. Es evidente que no basta
con que se ajusten a los mandatos de la ley de contratación.
Deben desarrollarse metodologías y modelos para llevar
a cabo tales contrataciones bajo estrictos estándares;
eso con seguridad sería un gran avance.
3. Utilización y construcción de herramientas
como el SICE.
4. Acompañamiento de organizaciones que luchen contra
la corrupción.
5. Acompañamiento de las veedurías ciudadanas.
Como en el relato del inicio, la corrupción tiene múltiples
formas y se ha enquistado de tal manera en nuestra sociedad,
que muchas veces ni se percibe. De allí su dificultad
para combatirla. Es nuestra responsabilidad combatirla activamente.
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