MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 6    NO 71    AGOSTO DEL AÑO 2004    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 

Informe para el sector salud
Corrupción y salud
Francisco de Paula Gómez - depaula@netcard.net.co
Hace algunos años asistí a un Congreso de Ginecología y Obstetricia en Bogotá, del cual tengo una anécdota que quisiera relatarles: Con un grupo de colegas decidimos no hospedamos en un hotel mientras duraba el evento, y más bien quedarnos en un apartamento que algún familiar le había prestado a uno de nosotros. Al final de una de las largas jornadas académicas nos dispusimos a atravesar la fría y lluviosa ciudad en un taxi, primero haciendo escala en un restaurante donde compramos dos pollos asados con la idea de comerlos en nuestro cómodo hospedaje. Recuerdo que me apresuré a invitar a mis compañeros y pagué con un billete de alta denominación; la señorita al frente del mostrador me entregó la comida comprada, mi devuelta y un recibo. Así que tomé los pollos y llevé a mi bolsillo el recibo y el cambio que me acababan de entregar sin contarlo. Una vez dentro del taxi, por alguna razón sentía que algo no estaba bien y decidí revisar el dinero que me habían devuelto, encontrando que el recibo era correcto, que el cambio era el adecuado, pero que detrás del recibo estaba también el billete con el que había pagado los famosos pollos. Inmediatamente les dije a

mis colegas que debíamos regresar al restaurante y devolver el dinero, pues evidentemente habían cometido un error al entregarme también el billete grande.
La historia que se sigue, es el fiel reflejo de buena parte de esta sociedad, que sumergida en sus quimeras macondianas, sus miedos y mediocridades, aún no atina a construir un mejor futuro. Pues bien, alguno de mis encopetados colegas consideró que era una ganancia inesperada, un gran golpe de suerte; otro se refirió a que era una tontería regresarse en medio de la lluvia, del pesado tráfico y que era tarde, y el tercero pensaba que en el restaurante no tendrían ningún problema pues allí seguramente ganaban mucho dinero. Como si fuera poco, el conductor del taxi decidió que él también debía intervenir y darle un sabio consejo a un despistado pasajero que se preocupaba por lo que no correspondía y que más bien debería comprarse una 'botellita de Néctar' para compartirla con sus amigos y calmar el frío. Ante la negativa de regresar del grupo, con taxista incluido, decidí amenazar con bajarme del vehículo e irme caminando o tomar otro vehículo si no accedían a llevarme, pues tenía la convicción que no era correcto quedarse con un dinero que no era mío, y que además la cajera -que con seguridad no se ganaba un peso más del salario mínimo- sería la que pagara con su sueldo el error. Finalmente accedieron de mala gana a llevarme de regreso y al entrar en el restaurante, encontré que la cajera hablaba con su supervisor... ¡Sus caras desencajadas no podían creer que había regresado en medio de la lluvia a devolverles su dinero!
Cuando se habla de corrupción y de deshonestidad, la mayoría de nosotros considera que ese es un problema de los demás, de otros. De otra parte, los que aceptan que Colombia es un país con problemas de corrupción, opinan que el país es corrupto -hasta los tuétanos-, que siempre ha sido así y que no existen posibilidades de cambiarlo. Se han tenido que expedir leyes para obligar a que se le devuelva el dinero completo a los compradores en los almacenes; taxista y busero que se respete no devuelve, pues nunca tiene cambio. Hasta tenemos frases de cuño popular en las que se predican cosas como “No se sabe quién es más tonto, si el que presta un libro o quien lo devuelve”. Habría que preguntarse entonces, si el ciudadano que decide quedarse con un centavo, no haría lo mismo cuando tenga oportunidad de quedarse con varios miles de millones.
Ahora bien: si el tema tiene que ver con el sector salud, se cree que ese no es un tema importante, que no tiene relevancia. El año pasado en este mismo medio, publicamos el “Índice de Integridad” realizado por Transparencia por Colombia, en el que se resaltaban los serios riesgos de corrupción que acechan al sector salud, del que no caben dudas, sí tiene serios problemas. Como decía el ministro Juan Luis Londoño de la Cuesta: “Allí donde hay queso, siempre aparecen los ratones”. Y en el sector salud hay recursos en cantidad suficiente como para que los efectos de la inefable corrupción aparezcan.
Observamos a un solitario Ministro de la Protección Social enfrentándose a grandes dificultades por cuenta de manejos inadecuados de recursos públicos en diferentes órdenes e instancias del Sistema General de Seguridad Social de Salud (SGSSS), sin que aparezca la solidaridad cívica de las más importantes instancias del sector apuntalando la gestión contra la corrupción. Todos hemos conocido por los medios, que cada vez que el Ministerio público trata de esclarecer cómo se manejan los recursos del Sistema, sea en el régimen subsidiado, en el contributivo o por juegos de azar, se le viene una avalancha de demandas, de debates, de comunicados y de publicidad, que intentan volver político lo que no lo es, y que logran la mayoría de las veces levantar una nube de polvo impenetrable para así perpetuar la condición por la que se les inquiere.
Ante indicios de corrupción, es deber de las entidades de control y de la sociedad, salirle al paso al problema, indagar e iniciar las investigaciones pertinentes, utilizando para ello los mecanismos y los recursos que la ley les otorga dentro del marco del debido proceso y del respeto institucional. Pero también existen gestiones que pueden volver más transparente el SGSSS y que con certeza aminorarían los riesgos de corrupción y sus indeseables efectos, logrando por partida doble, prevenirla y no enfrentarse a hechos cumplidos. Enuncio algunas propuestas como parte de ese apoyo que debemos brindar para la consecución de un sector salud más eficiente y libre de ruidos de fondo:
1. Sistema de información del SGSSS: A riesgo de volvernos repetitivos, con seguridad que el desarrollo de un buen Sistema de Información traería orden y cerraría una gran cantidad de “llaves abiertas” que hoy aprovechan todos aquellos que se esconden detrás de la inexistencia de información o que manipulan la poca que existe para su exclusivo beneficio.
2. Desarrollo de estándares de contratación: Existe gran cantidad de instituciones de salud que realizan contratos y compras multimillonarias. Es evidente que no basta con que se ajusten a los mandatos de la ley de contratación. Deben desarrollarse metodologías y modelos para llevar a cabo tales contrataciones bajo estrictos estándares; eso con seguridad sería un gran avance.
3. Utilización y construcción de herramientas como el SICE.
4. Acompañamiento de organizaciones que luchen contra la corrupción.
5. Acompañamiento de las veedurías ciudadanas.
Como en el relato del inicio, la corrupción tiene múltiples formas y se ha enquistado de tal manera en nuestra sociedad, que muchas veces ni se percibe. De allí su dificultad para combatirla. Es nuestra responsabilidad combatirla activamente.

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