MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 263 AGOSTO DEL AÑO 2020 ISNN 0124-4388
elpulso@sanvicentefundacion.com
E l Periódico EL PULSO en compañía de la Mesa Antioquia por la transformación del sistema de salud colombiano, comenzaron en el mes de julio un ciclo de video foros abiertos a toda la comunidad con el fin de abordar temas que se correlacionan con los actuales tiempos de pandemia. La primera jornada giró en torno al biopoder, concepto desarrollado por el pensador francés Michel Foucault. Acá algunas consideraciones generales sobre lo que es y significa el biopoder y la biopolítica.
Corrían los primeros años de la década de los 70 del siglo XX. En Francia el mayo del 68 había puesto a temblar las estructuras del poder, y el éxito relativo de un movimiento que en principio fue estudiantil, pero al que luego se sumaron los sindicatos, se extendió a otras latitudes. El mayo del 68 aunque no alcanzó los objetivos que los estudiantes habían planteado, si tuvo trascendencia más allá de las reivindicaciones del movimiento, y una de ellas fue generar en uno de los intelectuales que marcharon por las calles de París, reflexiones que romperían lo que hasta ese momento la filosofía y las ciencias políticas creían que era el poder.
Michel Foucault, el intelectual que marchó al lado de los estudiantes, dio a conocer entre los años 1974 y 1979 una teoría que desarrolló el concepto de biopoder y que se puede definir desde dos perspectivas. La primera de ellas desde la anátomo-política del cuerpo y, la otra, la biopolítica.
Desde la visión anátomo-política se plantea la existencia de estrategias disciplinares que buscan optimizar la producción de los humanos utilizando el control del tiempo, del espacio, y del pensamiento, para lo que instituciones como la escuela, el hospital, el taller, la fábrica, la iglesia, y la cárcel, entre otras, cumplen el papel de normatizadoras. Acá se trabaja en el control de los individuos.
Por su parte, la biopolítica equivale a controlar y regular las masas, y para lograrlo se utilizan saberes y prácticas que permiten gestionar tasas de natalidad, flujos de migración, epidemias, incremento de la longevidad, entre otras variables del comportamiento de los humanos en su rol social.
Un pensador más reciente, Antonio Negri señala que tanto el biopoder como la biopolitica “son el discurso de la globalización”. (Imperio (2000), y su secuela Multitud, 2004).
En la Historia de la sexualidad (1976), Foucault señala que fueron los avances en tecnología previos a la Revolución Francesa (inicio de la industrialización) los que permitieron alargar y mejorar la vida al tiempo que controlarla mejor. Así, el biopoder se empieza a ejercer de dos formas diferentes pero conectadas: las disciplinas del cuerpo y los controles de la población.
Las disciplinas del cuerpo, cuyo origen estaría a mediados del siglo XVII, buscan hacer fuerte y útil el cuerpo individual entendido como máquina, y se materializa desde la educación o el ejército, y el conocimiento de la anatomía. Es así como desde estas instituciones se moldea al individuo para integrarlo en la sociedad y convertirlo en un elemento “útil”. Es por esta razón, por ejemplo, que una parte vital del proceso educativo no es solo transmitir información y conocimientos, sino ante todo crear hábitos, actitudes, comportamientos, igual a lo que sucede con el ejército.
En cuanto al control de la población, biopolítica, Foucault sitúa el surgimiento de las herramientas para ejercerlo a mediados del siglo XVIII, y son controles que se centran en la especie con disciplinas como la estadística, y del análisis de problemas hasta entonces fuera del foco de interés de los gobernantes, como el control de la natalidad, la mortalidad, la longevidad o el nivel de salud de la población. En este caso lo que se busca es administrar la vida.
Al pasar de concebir a los gobernados como sujetos de derecho a concebirlos como seres vivos, la consecuencia es que el poder ya no se basa exclusivamente en la ley, aunque esta siga existiendo, y se vuelve un elemento más de un entramado mayor de instituciones al servicio del control: la familia, el sistema educativo, la iglesia, el ejército, la medicina, etc. y que busca que el acto de gobernar se facilite, ya que la regulación de lo que es “normal”, fundamental para adaptar a todos los individuos a la sociedad, se realiza desde distintas instancias que son aceptadas por la mayoría como positivas y afines al desarrollo del ser humano, e incluso muchas veces, hasta incuestionables en su existencia (familia, iglesia). Pero además el biopoder se convierte también en el nuevo marco para las ciencias, que bajo este nuevo paradigma se erigen como parte del entramado de instituciones que ejercen el biopoder.
Una vez definidos los conceptos de Michel Foucault sobre el biopoder y biopolitica, entra en acción una pregunta fundamental para entender la forma en que operan estos mecanismos y es, qué entiende Foucault por poder.
Hasta los años 70 predominaban dos explicaciones filosóficas de lo que era el poder, la primera de ellas lo definía como una fuerza represiva que tenía como función mantener el sistema de producción y el statu quo. La otra tendencia más liberal, considera al poder como un derecho de los ciudadanos que puede ser delegado al estado a través de un “Contrato Social”, y que en el marco del sistema político se expresa en el voto, de allí frases tan conocidas como aquella que señala que el poder último recae en el pueblo. En medio de la guerra fría, con dos posturas antagónicas, capitalismo - comunismo, ambas explicaciones respondían a esa división política del mundo, sin embargo, el mayo del 68 coincidió con la posibilidad planteada por algunos pensadores de la época de salirse de la dicotomía y centrar la atención de los análisis filosóficos en temas hasta ese momento muy por fuera de la discusión política, por lo menos en apariencia ya que la política siempre subyace en el comportamiento de las sociedades. Comenzaron los análisis sobre el cuerpo, el deseo, el placer, y acá Michel Foucault adquirió un rol central en el pensamiento de la segunda mitad del siglo XX.
Las dos definiciones preponderantes sobre el poder le quedaban cortas a Foucault para explicar la sociedad y propone que el poder está siempre presente en las vidas cotidianas, y no opera solo en los instantes en que el estado dicta qué se puede y qué no se puede hacer, ya sea con leyes o con represión ejercida por las estructuras armadas del estado. El poder, plantea Foucault, está presente en las relaciones padres-hijos, profesores-alumnos, médico-paciente, y esto que hoy parece una obviedad, no lo era tanto hasta los años 70, pero además descubre que en esas relaciones el ejercicio del poder cambia de ejecutor.
Desde esta nueva perspectiva, toda relación de fuerzas es una relación de poder. Para Foucault el poder no es una forma, un estado, no es un objeto que se tenga o se posea, el poder funciona en términos de relaciones, y la relación de fuerzas de poder se constituye con base en las acciones sobre las acciones, por ejemplo: inducir, desviar, facilitar o dificultar, ampliar, limitar, promover. Sin embargo, este poder es básicamente represivo y se ejerce más de lo que se posee, y puede estar tanto en los dominantes como en los dominados. Ya que nunca está en manos de nadie porque es móvil, y su localización (posesión) es temporal, de ahí que pueda ser ejercido por individuos, grupos, o estados.
EL PULSO como un aporte a la buena calidad de la información en momentos de contingencia, pública y pone a disposición de toda la comunidad, los enlaces donde se pueden consultar de manera expedita todo lo relacionado con el Covid-19-
Tel: (4) 516 74 43
Cel: 3017547479
diana.arbelaez@sanvicentefundacion.com