MEDELLÍN, COLOMBIA, SURAMERICA No. 297 JUNIO DEL AÑO 2023 ISNN 0124-4388
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El fentanilo es un analgésico opiáceo, entre 50 y 100 veces más potente que la morfina, que se utiliza principalmente para tratar el dolor intenso y crónico. Sin embargo, también se usa ilegalmente de manera recreativa y abusiva, lo que ha llevado a problemas de salud pública en varios países y ha causado un aumento en las muertes por sobredosis.
En el caso de Colombia, al igual que en otros lugares, el fentanilo, conocido también como “droga zombi”, ha generado preocupación debido a: la alta potencia, peligro de sobredosis, contaminación con otras drogas (como la heroína y la cocaína) sin conocimiento del consumidor, gran potencial adictivo, lo que lleva a una dependencia física y psicológica rápida y difícil de superar. Lo anterior ha dejado, de acuerdo con los datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés), 70 000 muertes en 2021, en Estados Unidos, por sobredosis que involucraron esta droga; se estima que alrededor de 200 estadounidenses fallecen cada día por esta causa.
Ya para el 2019, el Sistema de Alertas Tempranas (SAT) había llamado la atención sobre “el riesgo al que podrían estar expuestas personas consumidoras de heroína e incluso de otras drogas que pueden contener trazas de opioides sintéticos, que pueden originar problemas para la salud e incluso la muerte”. Igualmente, en el contexto del Comité de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, realizado el 30 de marzo de este año, el ministro de Justicia de Colombia, Néstor Osuna, llamó a esta situación como “el capítulo más peligroso de la guerra contra las drogas”; además, señaló que sería para el gobierno colombiano una prioridad, debido a que lo es para Estados Unidos, quienes se enfrentan a un problema de salud pública que se ha convertido en epidemia.
Es importante aclarar que, según el doctor Jorge Marín, especialista en toxicología clínica, expresidente y miembro fundador en la Asociación de Toxicología Clínica Colombiana, y miembro de la Asociación Latinoamericana de Toxicología, “el fentanilo, en este momento, todavía no es un problema de salud pública en Colombia, pero claramente existe una altísima probabilidad de las proporciones que se están viendo en otros países. El uso y abuso de opioides de uso médico es un panorama que podemos tener en poco tiempo en nuestro país. Probablemente, el fentanilo no es la sustancia más utilizada, hay otros opioides como el tramadol, la oxicodona, la misma codeína, que se está utilizando muchísimo, pero obviamente el fentanilo es mucho más potente, entonces, existe un riesgo grande de adicción”.
No obstante, Sebastián Tamayo, psicólogo con maestría en Salud Pública, quien trabaja para la Corporación Surgir y en la Universidad de Antioquia como profesor, recuerda que: “Hasta ahora, en la investigación que hizo la Secretaría de Juventud en Medellín, no hay evidencia de que tengamos fentanilo todavía en las calles”. Además, no cree que los niveles de consumo y venta de esta droga crezcan en el país “porque acá la industria farmacéutica no tiene tanta influencia política, como sí pasa en Estados Unidos”.
En diez años que el proyecto Échele Cabeza lleva revisando la calidad de las drogas en eventos de consumo como festivales musicales, solo durante el Estéreo Picnic del 2023, encontró trazas de fentanilo en la droga conocida como tusibi o tusi. No obstante, dicho proyecto señaló que este opioide no se produce en el país y que no existe un gran consumo de este.
A pesar de estos pocos rastreos, el doctor Marín, quien trabaja en diversos centros de salud de Medellín, afirma que “sí he tenido pacientes con fentanilo, que lo utilizan como sustancia de abuso, de mercado negro”. Agrega: “Realmente, pacientes intoxicados por opioides es trabajo de todos los días, es demasiado frecuente, mucho más de lo que quisiéramos. Yo trabajo en varias instituciones de la ciudad, y aquí llegan intoxicados por un uso recreativo de opioides y un abuso de opioides de uso médico, entonces no solamente tenemos el que llega intoxicado por heroína, sino el paciente que llega por tramadol, codeína, oxicodona o, incluso, por fentanilo”.
Sobre la pregunta de si hay o no consumo de fentanilo en el país y sus efectos, hay otro factor a tener en cuenta: la no identificación de la droga por la cual se produjo la sobredosis y el subregistro. De acuerdo con el “Estudio de mortalidad asociada al consumo de sustancias psicoactivas 2013-2020” del Ministerio de Justicia y del Derecho y el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, se identificaron 28 541 defunciones asociadas a consumo de drogas, se hallaron 37 casos asociados a morfina, 19 a tramadol y cinco al fentanilo. Para el magister Tamayo, el tema de las cifras es complejo, debido a que, señala, muchas de las muertes por sobredosis no se declararon como tal, sino que se registraron como muertes por paro respiratorio, pues se requiere mucho papeleo, procedimientos y pruebas.
“Es muy importante tener en cuenta que los opioides de uso médico son medicamentos buenos, que sirven, que son necesarios para el manejo de diferentes patologías doloras. El gran problema es el abuso”, explica el toxicólogo clínico Marín.
Además, señala que el fentanilo normalmente no es un medicamento que se ordene de manera frecuente para que una persona lo utilice, excepto en ciertas situaciones, como el dolor crónico, pero en estos casos se usa fentanilo en parches. El uso de ampollas, por ejemplo, está restringido únicamente al uso hospitalario, como en la Unidad de Cuidados Intensivos. Por su parte, el fentanilo sintético, que se vende ilegalmente, viene en forma de polvo, vertido en gotas sobre papel secante, envases de gotas para los ojos, rociadores nasales y en pastillas.
Tanto Tamayo como Marín concuerdan en que la primera tarea que deben hacer los entes gubernamentales y de salud es educar, para que las personas conozcan los riesgos de utilizar sustancias psicoactivas, opioides como el fentanilo, para que “sepan que es una sustancia muchísimo más adictiva que la misma heroína y morfina”, expone el doctor Jorge Marín, y puede generar diferentes complicaciones en la salud como: alteraciones cardiovasculares, hepáticas, convulsiones, paros respiratorios y secuelas por la disminución del flujo cerebral de sangre y oxígeno.
Así mismo, el toxicólogo clínico Marín recomienda capacitar el personal médico, “no solamente para detectar el consumo de sustancias psicoactivas, hacer intervenciones tempranas, derivar rápidamente a toxicología clínica y a un programa de manejo de adicciones, sino que también los médicos conozcan cómo hacer el manejo de la intoxicación aguda porque es la principal complicación que vamos a tener en estos pacientes, con una mortalidad supremamente elevada”.
Un tercer elemento que se podría agregar es una detección temprana de enfermedades y atención oportuna en salud mental. Según Sebastián Tamayo, “si el sistema de salud quiere realmente impactar en indicadores de salud pública, no puede esperar a que el consumidor con un problema grave vaya (es muy difícil que las personas que usan drogas vayan al médico), es importante que el sistema de salud llegue a donde están ellos”.
Por último, una recomendación para todas las personas: “No pueden automedicarse, no pueden tomar el medicamento que le enviaron a un familiar, uno que el médico no les haya enviado. No deben cambiar la dosificación, deben hacerlo como el médico les dijo y durante el tiempo que lo mando”, finaliza Marín.
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