MEDELLÍN,   COLOMBIA,   SURAMÉRICA    AÑO 12    No. 146  NOVIEMBRE DEL AÑO 2010    ISSN 0124-4388      elpulso@elhospital.org.co






 

 


Ascofame
¿Crisis de la oferta de
especialidades médicas?

Olga Lucia Muñoz López - Periodista - elpulso@elhospital.org.co

En respuesta a los ministerios de Educación y de la Protección Social sobre su preocupación por un déficit que reflejó el estudio “Recursos humanos de la salud en Colombia: Balance, competencias y prospectiva” del Cendex, la Asociación Colombiana de Facultades de Medicina -Ascofame- presentó sus inquietudes sobre el tema.
1. Señala que según el Cendex, el porcentaje de desocupados en medicina pasa del 7% en el 2000 al 21% en 2020 y en el escenario de política de aseguramiento universal con restricción de la oferta educativa, ese porcentaje de desocupación sería 15% para 2011, y solo llegaría alrededor del 2% en 2020 para todo el sector, y para los médicos de un 7% a 3% en 2001; bajo este escenario se proyecta déficit de 25.000 médicos en 2011. Ascofame indica que estas diferencias de resultados ameritan un estudio para explicarlas.
Según estudios en dos series de tiempo de Ascofame entre 1997-2001 y 2002-2006, el aumento de egresados va entre 16% y 81% para especialidades como medicina interna (42%), pediatría (30%), ginecología y obstetricia (37%), anestesiología y reanimación (19%), cirugía general (16%), ortopedia y traumatología (81%), radiología e imágenes diagnósticas (58%), neurocirugía (19%), otorrinolaringología (22%), y urología (39%). Este estudio muestra disminución del número de egresados en oftalmología (13%) y en psiquiatría (9%). Esto sin tener en cuenta los médicos graduados en el exterior.
2. Ascofame afirma que del estudio de Cendex NO se desprende que el déficit sea generalizado, y no aclara en el déficit el peso porcentual de los médicos generales.
3. Una vez aclarados los aspectos anteriores, la Universidad debe solucionar los problemas identificados, conservando los criterios de calidad que defienden Ascofame e Instituciones de Educación Superior (IES) acreditadas: aumento de cupos bajo criterios que garanticen calidad de la docencia, escenarios de práctica y requerimientos científicos y tecnológicos para adelantar los programas, lo que aumentará los costos de formación.
El aumento de cupos en especialidades necesarias, no debe exceder las necesidades del país para no generar desequilibrios de oferta y demanda que conduzcan a subempleo, desempleo y mala remuneración, o a posición dominante en el sistema. Y como quién mejor conoce los alcances, sus capacidades y sus limitaciones es la misma universidad, ésta debe decidir a cuantos especialistas se compromete a formar.
El país también debe revisar la capacidad resolutiva del recurso humano en los diversos niveles de atención y complejidad, ya que el sistema de salud está montado sobre una base de resolución de problemas y NO sobre promoción y prevención: “El papel del médico general y del especialista generalista es subutilizado por el sistema, y se creó una brecha entre el especialista generalista y el de segunda y tercera especialidad”.
Los incentivos para redistribución de profesionales deben ser claros y no sólo económicos, sino considerar otros como la seguridad, el acceso a educación continuada e infraestructura de apoyo que requiere un especialista (otros profesionales y tecnología). La formación de grupos de especialistas específicos, para regiones específicas, requiere de condiciones que garanticen el regreso a sus regiones y condiciones de acceso preferencial en la universidad (contratos de contraprestación y becas créditos a regiones).
El aumento de cupos para especialidades debe ser selectiva, focalizada en necesidades identificadas en números absolutos a nivel nacional, en respuesta a necesidades de las regiones, y debe centrarse en criterios de calidad. El médico general podría iniciar su formación en la especialidad una vez egresado del pregrado y sin realizar el servicio social obligatorio; culminada la especialidad, realizará el servicio social como especialista.
La universidad podría abrir convocatorias públicas abiertas con destino final “cerrado”, es decir, formar especialistas específicos para suplir las necesidades de las regiones y las EPS. Un sistema centralizado de asignación de cupos de residencia, puede ser importante para controlar la oferta y demanda del recurso especializado en salud.
4. Respecto de que la duración y contenidos de especialidades pueden estar sobre-dimensionados, Ascofame encontró una respuesta negativa casi generalizada, porque el proceso de construcción curricular se hizo de manera juiciosa, bajo modelos anglosajones pertinentes. Más al preguntar si algunos pre-requisitos para especialidades se pueden suprimir, se respondió que podrían asumirse metodologías distintas para formación de especialistas en las cuales se puedan integrar las especialidades de origen, con la subespecialidad (lo que da derecho a un solo título), pero que permitiría que no se curse la totalidad de la especialidad de origen. Por ejemplo: reumatología para médicos generales, con dos años de medicina interna y dos de reumatología, título: reumatólogo. Tiempo de formación: un año menos. Esto aplicaría para segundas especializaciones, las derivadas de medicina interna, pediatría y cirugía general, pero no es tan claro para ginecología y obstetricia.
Para fortalecer la capacidad resolutiva en el primer y segundo nivel de atención, con una política global que ajuste el modelo de prestación de servicios (no el de aseguramiento), podría adelantarse la formación de especialistas en medicina familiar y en algunas especialidades generales (medicina interna, pediatría, cirugía, ginecología y obstetricia), a partir del año de internado, usando el año de Servicio Social Obligatorio como segundo año de residencia, y con un tercer año.
5. Los incentivos a formación de los especialistas residentes pasa por dos aspectos: su remuneración como médico en formación especializada por IPS e EPS al igual que en la mayoría de países del mundo (en Colombia no le pagan y además debe pagar la universidad que es costosa), y las becas crédito cuando no se le remunera su trabajo.
Ascofame explica que el país conoce las especialidades deficitarias y dónde se requieren, por lo que se puede financiar la formación en especialidades y subespecialidades, comprometiendo al profesional desde el inicio de su formación, de retribuir con trabajo calificado con el mismo tiempo de duración de su formación en un destino previamente establecido por el Ministerio de la Protección Social; si el especialista renuncia al compromiso adquirido, debe reembolsar el costo de la formación académica.
6. Ascofame señala que hay unanimidad en cuanto a que los hospitales universitarios no son Instituciones de Educación Superior (IES) y por tanto no pueden otorgar títulos de especialistas, ya que la formación médica compete exclusivamente a la universidad, y va más allá de la adquisición de unas técnicas y la adherencia a protocolos médicos. Ante la limitada oferta de especialistas es necesario el incremento de los cupos de formación en esas áreas, previo incremento del presupuesto para esa formación adicional.
7. Es necesario reconocer el espacio para regularizar el problema de la cantidad excesiva de denominaciones de especialidades; hay que evaluar la pertinencia de las terceras especialidades y suprimir muchas de ellas. Esto repercutiría en la capacidad resolutiva de los demás profesionales. El sistema de habilitación de servicios de salud no puede privilegiar el reconocimiento de técnicas y terceras especialidades sin reconocimiento internacional. Colombia tiene 150 denominaciones de especialidades médicas, mientras en Europa no se reconocen más de 50, y en Estados Unidos se agrupan en 38 Board.
Ascofame considera que deben definirse las competencias profesionales de formación, entre los miembros de la comunidad académica y científica médica (no con el Sena, por respetable que sea), y con fines de auto-regulación y auto-control: de auto-gobierno, como corresponde a una profesión, y no como si fuera un oficio u ocupación.
 
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