tanto en animales
como en humanos, aunque hay epidemias descritas como la ocurrida
en Barranquilla en 1995. Se conocen varios estudios de seropositividad
en animales y más bien pocos de casos clínicos.
Es una zoonosis distribuida en todo el mundo, pero con mayor
prevalencia en zonas tropicales. La bacteria penetra por la
piel o por las mucosas que entran en contacto con orina contaminada.
Frecuentemente se asocia con condiciones de pobreza y mala higiene,
con períodos de lluvias, y también se relaciona
con factores ocupacionales como las prácticas veterinarias
o trabajos de campo, o actividades lúdicas.
El agente etiológico es Leptospira interrogans, de la
cual se conocen más de 200 serotipos. Una vez ha penetrado
la piel o las mucosas, la bacteria alcanza el torrente sanguíneo
y por esta vía va a muchos órganos y tejidos,
en donde se multiplica aceleradamente si el sistema inmune no
hace un adecuado control. Puede cursar desde asintomática
hasta una forma ictérica severa, que se conoce como Enfermedad
de Weil.
El diagnóstico se establece con base en criterios clínicos,
epidemiológicos y de laboratorio. En nuestro medio las
pruebas diagnósticas como el cultivo y las pruebas serológicas
no están ampliamente disponibles, lo que dificulta o
retarda el diagnóstico, a veces con consecuencias fatales
para el paciente.
Es importante que toda la comunidad conozca acerca de esta enfermedad
con el fin de que contribuya a la prevención, lo cual
en principio no es fácil si tenemos en cuenta que puede
haber muchos animales portadores como fuente de infección
a partir de la orina. Sin embargo los buenos hábitos
higiénicos son base fundamental para evitar su ocurrencia,
además debe hacerse control de roedores cerca de las
viviendas, drenar aguas estancadas, usar guantes y botas en
situaciones ocupacionales de riesgo, manejar adecuadamente los
residuos sólidos, proteger el agua de consumo de posible
contaminación con orina de animales infectados, y evitar
contacto con aguas o pantanos potencialmente contaminados.
Es necesario realizar estudios de seroprevalencia en animales
y en humanos para conocer zonas de mayor riesgo, e intensificar
medidas de vigilancia y control. Igualmente debe fortalecerse
la red de laboratorios para su diagnóstico, ya que la
sintomatología puede ser muy inespecífica y se
confunde con muchas otras situaciones clínicas, lo que
dificulta la implementación de un tratamiento específico
y oportuno.
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